Ideal

TE EXTRAÑO

Es sábado, no tendré que pasar por la universidad. Tengo el día libre y no me provoca leer, limpiar o ver la televisión. No quiero estar en casa... y para colmo, en este momento recibo un mensaje de David. Decidió dejar de verse conmigo, se dio cuenta que tengo a alguien en mi vida y no quiere ser parte de este juego. Siento lástima por eso, de verdad me agradaba. Intento llamar a Daniel para contarle mis penas, pero no responde. Las horas pasan lento, no me queda otra que estar en casa. Aprovecho el día como una buena estudiante.

Daniel llama a mi teléfono casi al anochecer, ahora es que aparece.

—Hola, disculpa que no te conteste, dejé el teléfono en la casa y ahora es que voy llegando —suena un poco agitado.

—¿Pasando la noche con alguien? —supongo. Siento un ligero temor por su respuesta.

—Fue entretenido. —Ríe—. Es broma; esta mañana fui a ver una propiedad nueva de la compañía bastante lejos de la ciudad. De regreso el coche presentó fallas y tuve que caminar a la estación más cercana… Estoy cansado, fueron horas caminando. —Suspira—. Tengo que ir mañana temprano por mi coche para dejarlo en el taller, pero eso no es todo, te tengo noticias.

—¿Buenas o malas?

—No lo sé, depende de tu aprecio hacia mi persona. —Hace una breve pausa—. Serás libre de mí por tres meses. Tengo que irme de viaje por ese tiempo, asuntos del trabajo.

—¡Oh! —exclamo dramática—, seré libre de ti. —Río—. Ve tranquilo, no creo que me hagas falta.

—Libre de salir con ese chico, no estaré para interrumpir —bromea con un tono extraño.

—No. —Suelto una risa traviesa—. Saliste ganando, me terminó antes de empezar. No quería tenerte de competencia. —Ambos fingimos emitir un sonido de culpa.

—Disculpa por eso, pero... a mí si me harás falta —susurra. Esa frase me roba el aliento.

—Aún podemos escribirnos, no será muy diferente —añado antes de colgar.

Suspiro. Tengo mis dudas. Comienzo a pensar que no fue una broma, él se declaró ese día y tuvo que mentir para no alejarme. Este tema me llena de temor y nervios, no sé qué pasará y no puedo evitar que eso me aterre.

Paso el resto de la noche dando vueltas en mi cabeza. No entiendo por qué siento tanto miedo, siempre fue un deseo que se enamorara de mí. El temor parece venir por arruinar nuestra amistad. Tengo la certeza de que esta relación sería un fracaso, empezando por nuestras diferencias, yo no me siento a la altura de él, y menos siento que pueda hacerle feliz. Me gustaría pensar que el reciente distanciamiento lo ayudará a olvidar el asunto, aún está a tiempo para dejarlo como un simple deseo y nada más, pero, ¿de dónde salió ese sentimiento? ¿acaso es lástima, por la noche en que me confesé estando ebria?

 

Tengo mucho trabajo para terminar la carrera. Miro mi teléfono, reviso las últimas palabras escritas por Daniel, evito el impulso de escribirle, tampoco tengo fuerzas para socializar en este momento. Cuando es necesario que el tiempo pase rápido como acostumbra a hacerlo, no lo hace. Este par de meses han sido una tortura de espera, los días pasan con gran lentitud, y termino en casa viendo el techo, aprecio el tiempo sobrante. Intenté salir con mis amigas en un par de ocasiones, pero pierdo el interés en sus conversaciones. Le escribí a Majo para platicar un rato, también está ocupada, y su tiempo libre lo gasta con su novio. David perdió el interés por completo en mí, ni siquiera como un par de amigos. Jon también está en ese viaje de trabajo, solo queda Alfredo y Adán, pero no soy cercana a ellos para proponerles salir. No entiendo por qué nace esta ansiedad por esperar a Daniel, hemos pasado mucho tiempo sin hablarnos anteriormente, ¿qué hay de diferente esta vez? Creo que es momento de comprar una nueva novela e ir por una taza de café.

 

Una noche de estas, donde la soledad es abrumadora, recibo un mensaje de Daniel. De manera tierna y conmovedora leo las palabras: “te extraño”. Tan simples y llenas de sentimientos a la vez. Quiero responder con todo el amor que nace en este momento. Aparto el teléfono de mi vista frenando mis ganas; es que no puedo permitirlo. De repente brotan lágrimas, con facilidad cedo ante ellas. Nuestra amistad morirá en algún momento, lo presiento, hay un sentimiento creciente que acabará con todo.

Voy a la cafetería de siempre a pasar la tarde. Pido un café con galletas de mantequilla. Revuelvo mi taza humeante y pienso en él, mi mirada cae en el espacio vacío frente a mí. ¿Qué hago contigo, Daniel? Eres tan especial, no puedo permitir lo nuestro porque está prohibido. Recibo un mensaje de Majo, quiere salir conmigo. Le envío la ubicación de este lugar, al fin alguien tiene tiempo libre.

—Hola. —Se sienta a mi lado con un par de té fríos—. No me gusta el café, espero que te guste el té.

—Posiblemente me revuelva el estómago, pero me arriesgaré.

—¿Tienes tiempo acá?

—Casi una hora, tenía un par de minutos aquí cuando me escribiste.

—A Daniel le gusta mucho este lugar. —Observa a su alrededor.

—Lo sé, aquí nos conocimos. —Sonrío.

—Que lindo. —Suelta una sonrisa forzada—. Ahora debe estar agotado. Para mi las convenciones son aburridas, pero a nuestro jefe, el señor Ferit, le encantan. Tiene razón en decir que son la mejor forma de hacer contactos, pero que dolor de cabeza.

—¿Y es obligatorio asistir?

—No, realmente no es parte de nuestro trabajo. Pero Daniel no tiene opción, para él son obligatorias.

—¿Por qué? Digo, ¿qué tan importante pueden ser para él? —Masajeo mi cuello, esta conversación comienza a volverse estresante.

—Ferit lo obliga, en nombre de su propio bien.

—No entiendo nada. —Doy un sorbo.

—Creí que Daniel te había contado. —Tose—. Disculpa… El señor Ferit es… como un padre para nosotros dos. —Enrolla su dedo entre sus rizos perdida en sus pensamientos—. Sería ideal que Daniel tome su lugar, como dueño de la inmobiliaria, y quizás de sus otros negocios.




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