Pasamos todo el mes de enero como turistas, conociendo lugares de la ciudad a donde nunca había ido. Qué ventaja es tener un coche.
Charlamos a gusto sobre cualquier tema, los momentos tensos o de amargura se han ido por completo. Juntos somos felices, siempre y cuando no entre nadie a interrumpir nuestra armonía, como es en el caso de mi cumpleaños. Daniel quería celebrarlo conmigo, mis amigas también se pusieron todas de acuerdo para estar juntas en esta fecha, dejando un resultado un poco incómodo.
—Bueno, ya que tenemos un coche, propongo hacer un día de compras —dice Madison emocionada.
—Supongo que Daniel no tiene problemas en dar varias vueltas, ¿verdad? —desafía Monic, mira con indiferencia a Daniel.
Indecisa para decidir qué hacer, no encontré otra opción que reunirlos a todos en mi casa a dar ideas. Claro, olvidé el pequeño detalle de avisar a Daniel que no estaríamos solos. Ellas tampoco sabían que él vendría. La cara que tiene él en estos momentos es un poema amargo.
—No, no tengo ningún problema —responde.
—Parece buena idea —agrego—. Hace semanas descubrimos un centro comercial con una gran variedad de tiendas, tanto de ropa como de comidas, todo en un solo sitio. Si vamos a ese lugar nos ahorramos las vueltas —sonrío, lo menos que quiero este día es que se moleste nuestro chófer.
—¿Salen muchos ustedes dos? —pregunta Monic pícara.
—Son amigos Monic, claro que salen seguido —ríe Amanda.
Daniel mira a Monic con desconfianza.
Teniendo el objetivo asegurado subimos al coche, que bueno que todas sean delgadas, estarán cómodas en los asientos traseros. Él enciende el auto como de costumbre, encendiendo también la música.
—Por favor, somos mayoría, mejor pon la radio —protesta Monic. Él me mira esperando respuesta.
—¿Por favor? —suplico en susurro.
Las chicas hablan entre ellas en los asientos de atrás. En mi mente no parecía tan incómodo, creo que sentí confianza cuando recordé lo amigable que fue Daniel en mi cumpleaños pasado. Hubiera sido mejor invitar a Jon. No, ¿qué estoy pensando?, eso sería mucho más incómodo.
—Me gustaría tomar una foto en grupo, lástima que el coche es pequeño —lamenta Karrie.
—Es que estos son los coches preferidos de los patanes —bromea Monic. Todas ríen unidas ante el chiste, Daniel solo lanza una mirada molesta al retrovisor.
Llegamos al centro comercial Forr. Tiene ocho pisos, tardaremos un buen rato en recorrerlo y verlo todo.
Camino en grupo con las chicas, estamos emocionadas de ver tantas tiendas llamativas. A veces giro la mirada hacia atrás para encontrarme a Daniel, nos sigue de cerca, y no parece interesado en integrarse, tampoco creo que le sea agradable.
—Después de dar tantas vueltas, me gustó la tienda del piso cinco, la que tiene un letrero amarillo con una abeja —dice Karrie—, no recuerdo su nombre.
—Sé cual dices, a mi también me gustó —añado complacida.
—¡Entonces allí será! —aviva Madison.
Todas están de acuerdo en regalarme una prenda de ropa, no una de mi gusto, sino una del agrado de ellas. Es una manera de sugerirme un cambio de estilo.
Nos dispersamos dentro de la tienda, como si jugáramos a buscar un tesoro. Daniel por su parte desistió de entrar. Lo veo afuera en el frente, apoyado de la baranda en el pasillo. Luce entretenido con la mirada perdida hacia los pisos inferiores. Conociendo su carácter, está aguantando bastante en no molestarse, y por la cara que tenía en el coche pensé que solo nos dejaría y luego vendría a buscarnos.
Esta tienda es increíble, tiene mucha variedad, suficiente para agradarnos a todas. Echo otro vistazo hacia la entrada. Me sorprende ver a Monic al lado de Daniel. Toca su brazo de manera dulce, no entiendo ese odio. Él expresa su desagrado apartándose. Disimulo buscando entre la ropa y moviéndome cerca de la entrada. Ignora las palabras de Monic yéndose, de pronto, menciona algo que lo hace retroceder volviendo a ella, es una pena que no pueda escuchar lo que dicen. Sea cual sea la razón, ella logró llamar su atención. Estoy ansiosa por saber que pasa. Amanda se acerca amable, mostrándome lo que escogió, y logra interrumpir mi visión de aquellos dos.
—Monic. —Me apresuro en llamar su atención al verla entrar de regreso—. ¿Qué hablabas con Daniel?
—Nada, Karen, sólo quería hacerle un par de preguntas —responde ella yendo directo a un perchero.
—Yo sé que debes tener dudas —añado mientras la sigo—. Pero no quiero que molestes a Daniel. No quiero tener problemas en este día, y me encantaría que tus comentarios en plan de desprecio se acaben. —Observo un par de segundos su cara inexpresiva, sé que no dirá nada.
Trato de olvidar lo pasado y disfrutar. Solo espero que él siga por algún lado de este centro comercial. Y también espero que no esté molesto. Monic es muy bonita: cabello liso, ojos verdes con grandes pestañas y un cuerpo con curvas acentuadas, lo malo es lo intensa que suele ser. Sería tonto pensar que un hombre no sentiría atracción por ella.
Cada una de mis amigas es distinta, tanto que no parecemos un grupo funcional. Madison es atrevida, su pelo es rizado y oscuro, una total rareza de encontrar por estos lados, su piel morena y ojos color miel, no son comunes. Karrie también parece una chica atrevida, pero en realidad es bastante reservada, con su pelo rojo sangre, tatuaje en el cuello, argolla en la nariz y un delineado negro bordeando siempre sus ojos verdes, en realidad luce como una chica mala. Y la siempre tímida, Amanda, es mi favorita, su apariencia es tan tierna como su persona, cabellos amarillos y ojos azules tan claros como sus mentiras, es terrible para eso. Estoy contenta de conocerlas, son cómplices en muchas risas y buenos momentos conmigo.
Terminamos las compras. Ahora tengo una ropa un tanto extraña que agregar a mi armario.