Ideal

NEGATIVO

Logramos sobrevivir llenos de trabajo hasta diciembre. Cada día se siente más lleno el café, las noches se saturan de pedidos, y termino sin ganas de nada. Daniel sí está libre por completo, trabajó lo suficiente para tener todas las mañanas disponibles para mí. Somos novios desde octubre, es increíble lo rápido que pasa el tiempo.

—De regreso el coche negro —subo resignada.

—¿Qué tienes en contra? —ríe.

—Me agradaba el azul.

—Con el precio de aquel, me compro tres de este —bromea.

—¿Tanto cuesta? —comento sorprendida.

—Eso es correcto, y me gusta ser libre de esa responsabilidad.

—Tu coche es muy importante para ti, ¿verdad?

—Se siente como una parte de mí, es lo que soy —sonríe sin apartar la mirada del frente—. Es lo único que tuve para consolarme en los malos momentos.

—Entiendo... —susurro, y dejo espacio para el silencio.

Hoy iremos a una feria del arte presentada por una universidad. Es la manera que tienen los estudiantes de presentar sus creaciones. Una evaluación que hacen los profesores: montan espectáculos con obras de teatro, bailes, música, pinturas y otras muestras de talento. Dura tres días, decidimos pasar a dar una vuelta para hacer algo distinto.

—Por cierto —retomo la conversación—, ¿cómo te consuela tu coche?

—Me gusta conducir. Y cada vez que me sentía mal, conducía hasta un lago.

—¿Un lago? ¿Existe uno por acá?

—No es popular, queda muy escondido entre las montañas, es una vía larga y solitaria, para mí es un viaje relajante.

—De por sí vivimos entre montañas, ¿qué tan alto está ese lugar?

—Mucho, es bastante frío —confiesa.

—Frío, solo, tranquilo, alejado… suena mucho a ti —pienso en voz alta.

—Supongo. —Sonríe.

—¿Fue ahí el accidente que tuviste, verdad? —pregunto.

—Lamentablemente. —Me mira con vergüenza—. Si, en ese lago. Es que tuve la mala suerte que justo pasara alguien, porque si no, me hubiera ido a casa tranquilo y mando el coche al taller.

—¿Hubieras mentido? Porque igual tendrías que notificarle a la aseguradora.

—Es mejor idea que pagar una multa y llenar mi registro con tonterías como esa —bromea.

—¿Quieres ir? —pregunto emocionada.

—¿Al registro?

—¡No! —río.

—Lo sé, solo es una broma —sonríe—. Creo que nos da tiempo.

Después de un largo rato de escuchar música y admirar por la ventana como desaparecen las zonas civilizadas a lo largo del camino, aparece ante nosotros un gran lago, de seguro este lugar de noche debe lucir maravilloso, pero mis momentos libres son durante el día.

—Este lugar me encanta —dice.

—Está tan alejado de todo —observo.

Estaciona el coche en la tierra, a orillas del lago. Como dice, es un lugar abandonado, no hay sillas, barandas, ninguna comodidad para quienes lo visitan.

—De día luce diferente, confieso que pierde su magia, pero sigue transmitiendo esta sensación melancólica y relajante que tanto me gusta. —Toma una piedra y la admira.

—¿Cuántas veces has venido? —toco el agua, está tan helada como lo suponía.

—¿Por qué las contaría? —pregunta, levanto mis hombros en señal de dudas. Lanza la piedra, rebota tres veces y desaparece en el agua.

—¿No da miedo venir de noche? —Miro las vías más allá del lugar, este parece el escenario perfecto para un crimen.

—La verdad es que si es un poco aterrador, pero vale la pena.

—No creo que pueda valer tanto —río nerviosa—. Que miedo estar acá de noche y que se acerque otro coche.

—Pienso igual.

—Que peligro… —Cruzo mis brazos, hace demasiado frío en este lugar.

—Si lo piensas así, suena mal, pero nunca he visto nada raro por aquí.

—Si —sonrío—. La ciudad es muy segura y tranquila, solo son ideas mías.

—Siempre con lo negativo por delante —juzga.

—Lo siento —suplico—. No lo puedo evitar.

—¿Por qué eres tan desconfiada?—dice abrazando mi espalda.

—El mundo no es un lugar para confiar —confieso.

—Que profundo —dice sarcástico.

Me volteo, y encuentro su mirada fija en mí, sonrío, tomando su cara entre mis manos y acerco mis labios a los suyos para darle un tierno beso. Una sonrisa amable se dibuja en su rostro. Nerviosa ante su gesto, vuelvo a girarme. Enfoco mi atención en el reflejo cristalino del sol. De seguro vino muchas veces a este lugar para olvidar, y en vez del sol, vio el reflejo de la luna. Y las estrellas deben brillar con intensidad. Es como él, de día es amable y sereno, pero de noche puede ser oscuro y peligroso, y a la vez, hermoso y vulnerable.

—¿Cómo era ella? —pregunto, invadida por la melancolía del lugar.

—¿Quién?

—Supongo que viniste muchas veces pensando en ella... te confieso que tengo miedo de tener algún parecido…

—¿Estela? —Noto la tensión en su cuerpo—. Era tímida, insegura... No tiene nada de parecido a ti, solo los ojos verdes —gruñe indeciso—. Tú eres valiente, enfrentas todo sola, no necesitas de nadie para seguir adelante. —Suspira—. Confieso que quisiera que dependieras un poco de mí.

Sus palabras me hacen sentir pequeña. Suena dulce, pero rechazo por completo la idea de depender otra vez de él.

—Pero no puedes amarrarme a tu lado, ¿cierto? —bromeo.

—Me encantaría encerrarte, o guardarte en mi bolsillo y sacarte solo para mí. —Volteo para encontrarme con su rostro de nuevo.

—Suena a una historia de un psicópata obsesionado que se convierte en asesino serial —bromeo—. Ahora veo relucir tu lado controlador —digo alegre al golpear su nariz con mi dedo.

—¿Cómo me has descubierto con tanta facilidad? —dice burlón.

Regresamos a la ciudad para asistir al festival de arte. La tarde se hizo entretenida entre risas provocadas por las actuaciones y por nuestro humor. Paseamos de un lado a otro con los ojos llenos de tantos colores entre las artesanías y pinturas. También vendían muchos detallitos a manera de recuerdos, compré un par, porque me encantan, en cambio él, no compró nada. La idea de llenar la casa con adornos no le agrada, odia que el polvo tenga algún lugar para esconderse.




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