Mis piernas no han dejado de temblar y mi corazón no cesa de latir desde que Emiliano me pidió que me quedara. Estaba lista, a pesar del dolor que me causaba, para abandonar esta vida a la que me he acostumbrado. Renunciar a lo único que me hacía feliz. Consciente de que, alejarme de ellos, me habría partido el corazón. Por supuesto, hay ciertas condiciones que debo cumplir para poder quedarme y seguir viviendo bajo este techo con la identidad prestada de la mujer que sigue siendo su esposa. Esta noche nos vamos a reunir para hablar al respecto.
―¿Quiénes son los niños más hermosos de mi vida?
Mateo y Lara gatean sobre el césped del patio. Hace un bonito día, así que decidí salir a jugar con ellos. Gatean en mi dirección y escalan sobre mi cuerpo mientras ríen felices y emocionados. No han querido desprenderse de mí en ningún momento.
―Mamá.
Cada vez que se refieren a mí de aquella manera, se me derrite el corazón.
―¿Qué sucede, cariño? ―Lara se me queda mirando como si nunca antes lo hubiera hecho. Sé que ha sido difícil para los niños haber crecido sin una figura materna que ejerciera el rol de cuidado, protección y amor y les proporcionándole seguridad emocional y física que necesitan. Y esa es la razón por la que decidí quedarme, a pesar de los riesgos que esta decisión conlleva. Los he llegado a amar como si fueran mis propios hijos. No voy a permitir que el abandono de esa mujer los siga afectando―. Lo sé, mi vida ―le doy un beso en la frente―. No voy a ir a ninguna parte.
De repente, escucho pasos detrás de mí. Por un instante pienso que se trata de Emiliano, pero al girar la cara y mirar por encima de mi hombro, veo a una pareja de mediana edad acercarse a nosotros. Nunca antes los había visto.
―Susana.
El saludo de la mujer es bastante frío y distante. Supongo que también son miembros del club de fans de odiadores de la susodicha. Esta es la parte más difícil del papel que debo asumir. Cargar con el odio descarnado de las personas hacia ella. Trago grueso.
―Lo siento, pero no sé quiénes son.
Ambos me observan con expresión imperturbable.
―Vinimos a ver a nuestros nietos.
Los latidos de mi corazón se precipitan. No esperaba conocer a los padres de Emiliano bajo estas circunstancias. Sobre todo, sin haber aclarado con él las pautas a seguir con relación a su familia. Carmín me habló sobre ellos y de su pésima relación con su nuera. Nunca la aceptaron, pero decidieron respetar la decisión de su hijo para evitar confrontaciones.
―Por supuesto.
Ambos apartan su atención de mí y la concentran en los niños. La mujer se acerca y toma a Mateo en sus brazos; el hombre se hace cargo de Lara. Las expresiones de sus rostros cambian cuando los niños convocan toda su atención. Aprovecho la oportunidad para ponerme de pie y me sacudo el vestido para quitarme los restos de pasto.
―Extrañábamos tanto a nuestros nietecitos adorados ―expresa la madre de Emiliano, evidentemente feliz, al besar a sus nietos y apapucharlos―. Sentimos no haber venido antes.
Estoy demasiado nerviosa, porque no sé qué esperar de esta situación. Estar con ellos a solas me tiene muy inquieta.
―Nuestro hijo nos habló sobre el accidente que tuviste ―esta vez es el padre el que pregunta. Su tono es mucho más amable que el de su esposa―. Nos dijo que no recordabas nada de tu pasado.
Asiento en respuesta, pero no opino nada al respecto. No quiero decir nada que pueda comprometer mi situación en esta casa.
―¿Hasta cuándo piensas quedarte?
Su pregunta me toma desprevenida. Estaba al tanto sobre lo delicada y frágil que era la relación entre ellos y Susana, pero no sabía que la detestaban de tal manera.
―Yo…
Ni siquiera soy capaz de responderle. Los nervios me tienen entumecida. Sí, quizás Susana no sea objeto de su devoción, pero yo no soy ella. No quiero que los padres de Emiliano me vean como a una enemiga.
―No sabían que estaban de visita.
Suelto el aire que, sin darme cuenta, estaba reteniendo dentro de mis pulmones.
―¿Ahora tenemos que concertar citas para ver a nuestros nietos?
Quedo asombrada al notar la tensión que hay entre ellos. ¿Cómo es posible que esa mujer haya fracturado la relación entre estos padres y su hijo? No puedo permitir que esto siga sucediendo. No voy a ser la causa de su distanciamiento. El hecho de que deba asumir la identidad de Susana, no quiere decir que deba actuar como ella.
―Por supuesto que no es necesario que nos notifiquen antes de venir ―esbozo una sonrisa sincera―. Siempre serán bienvenidos a esta casa ―todos se me quedan mirando como si acabara de pronunciar una locura―. ¿Verdad, cariño? ―Emiliano me observa con los ojos entrecerrados. Me acerco, me detengo a su lado y entrelazo los dedos de sus manos con los míos. Ni siquiera sabe qué decir, porque no entiende lo que estoy tratando de hacer―. Tus padres y yo estábamos hablando acerca del accidente que produjo mi pérdida de memoria ―encojo mis hombros con indiferencia―. Así que, considero, que esta es una magnífica oportunidad para comenzar nuestra relación desde cero y olvidarnos de todo lo que sucedió en el pasado ―alterno la mirada entre Mateo y Lara―. Por el bien de los niños.