PRÓLOGO
Cuando abrió los ojos veía borroso, trató de incorporarse, pero no logró hacerlo, se sentía muy mareada, poco a poco empezó a recuperar su vista y observó que estaba en una habitación desconocida para ella, cuando hizo la inspección del lugar pudo observar que en un rincón estaba otra persona ahí inconsciente.
Andrea se sentía muy confundida, pero al fijar su vista hacia donde estaba la otra persona pudo identificar que se trataba de Mariana, trato de acercarse a ella para ver si estaba viva.
-Mariana, Mariana- la movía mientras le hablaba, de repente vio como se movió y respiró aliviada al ver que respiraba
Mariana se incorporó y vio a Andrea - ¿en dónde estamos? ¿qué hacemos aquí? -
-No sé, yo también estoy muy confundida, sobre todo que estemos aquí las dos, ¿no sé lo que pasa? - contestó Andrea, mientras se incorporaba para ver bien el lugar.
Era una habitación, con sólo dos sillas, sin ventanas y oscura, sólo era alumbrada por un foco, lo que más le extrañaba a Andrea es que las hayan secuestrado a ambas, tenía un mal presentimiento.
- ¿Por qué nos secuestraron a las dos? - preguntó Mariana
Andrea se incorporó y continúo mirando el lugar, lo último que recordaba era haber ido a la tienda de telas, pero antes de entrar sintió que alguien la había tomado de la espalda y le habían puesto una gasa con algo que olía feo y que le había hecho perder la conciencia.
- ¿A ti cómo te secuestraron, Mariana? ¿recuerdas algo? –
- Lo único que recuerdo es que iba saliendo de la casa y buscaba un taxi para encontrarnos como quedamos, cuando de repente alguien me empujó a una camioneta, me puso un trapo en la nariz y en la boca y desperté aquí- contestó la chica.
-Fue exactamente como me pasó a mí- le dijo Andrea
- ¿Pero para que nos quieren a las dos?, no entiendo, ¿a quién le van a pedir rescate por nosotras? – preguntaba Mariana mientras también se levantó de su lugar.
-No creo que vayan a pedir rescate, creo que querían juntarnos para algo peor- señaló Andrea.
Mariana la miró aterrada con lágrimas en los ojos, presentía lo mismo, pero no estaba lista para morir, era tan joven y tenía mucho que vivir, sabía que en los últimos meses había cometido tonterías y estaba muy arrepentida por eso.
- ¿Qué hacemos Andrea?, ¿cómo escapamos de aquí? –
- No sé, por primera vez no se que hacer, sólo tendremos que esperar a ver que pasa- le contestó Andrea también con lágrimas en los ojos.
Mariana bajó la mirada y le dijo: - Perdóname, no te quise hacer daño-
Andrea se acercó a ella y la tomó de las manos, -No te odio Mariana, jamás te he odiado, creo que me merecí lo que me hiciste, pero a la vez te lo agradezco, nunca hubiera conocido la verdad, si no hubiera pasado esto-
Ambas chicas se abrazaron por primera vez como jamás en la vida lo habían hecho, dispuestas a afrontar lo que pasara en ese instante.
-Vamos a ver que pasa, lo que sea, lo haremos juntas-, le dijo Andrea, Mariana se sintió con un poco de paz, al menos ya le había pedido perdón y si pasaba algo, se iría con la conciencia tranquila.
HABÍA PASADO UNA HORA, Mariana gritaba tan fuertemente como podía, pero nadie parecía escucharla, Andrea, aunque se sentía muy nerviosa, esperaba paciente para ver que iba a ocurrir, por primera vez en su vida se puso a rezar, no lo hacía desde que su mamá murió, por mucho tiempo había estado molesta con Dios por dejarla huérfana, pero ahora necesitaba de él y confiaba en que algo ocurriría y las sacaría a las dos de esa situación
De repente Mariana se quedó callada, volteó y le dijo.
-Parece que se acerca alguien, oigo pasos-
De repente escucharon que abrían el cerrojo y Mariana se retiró de inmediato de la puerta, ambas chicas se acercaron una a la otra temblando de miedo.
A la habitación entraron dos hombres con pasamontañas y armados, uno era gordo y el otro al parecer era joven.
-Que hermosas están las dos, bien buenotas, lástima que tengamos que matarlas, me dan ganas de primero gozar con ellas- dijo el hombre gordo.
- ¿Quiénes son ustedes, porque nos raptaron? - preguntó con voz temblorosa Andrea
-Mira lindura, nosotros tenemos órdenes de deshacernos de ustedes, así que… pues es lo que vamos a hacer- le contestó al mismo tiempo en que los dos hombres sacaron sus armas para dispararles.
Mariana lloraba desconsoladamente, suplicando; ambas chicas se abrazaron fuertemente, Andrea, cerró los ojos, y abrazó a Mariana, sabía que su fin había llegado.
El disparo se escuchó fuertemente y después nada, todo quedó en absoluto silencio, la muerte había llegado…