ANDREA NO PODÍA creer lo que veían sus ojos, ahí en la ventana de su habitación vio a Mariana, sus sospechas resultaron ciertas, ocupaba su lugar en su casa, con su familia, no entendía porqué hizo eso, aunque casi no se hablaban en el colegio no parecía ser una ambiciosa ni mala persona, pero ahí estaba haciéndose pasar por ella.
Mireya observó como le cambió la cara a Andrea y alzó la vista también hacia el mismo lugar - ¿Ella es Mariana? - le preguntó.
-Sí, es ella- le contestó seriamente.
- ¿Qué vas a hacer? ¿La vas a confrontar? –
Andrea se le quedó mirando a su amiga, no sabía que hacer, sentía ganas de confrontar a Mariana y descubrirla ante todos, pero por un instante pensó en Marcos, en lo mucho que sufriría si supiera que su verdadera hija cometió un delito y que había estado cuidando a una perfecta desconocida, pero sobre todo pensó en Fernando, en que sí hacía algo en esos momentos no lo volvería a ver y primero quería hablar con él.
-No se que hacer, tengo mucho en que pensar, no quiero dañar a Marcos ni a Fernando- dijo mientras volvía la mirada hacia la ventana, en ese momento vio como Mariana fijó su vista hacia ella y de inmediato Andrea jaló a Mireya y se escondieron detrás del árbol.
- Espero que todavía no me haya visto, necesito planear bien lo que voy a hacer, mejor vámonos a casa- le señaló a Mireya mientras se cercioraba de que ya no estaba Mariana, en cuanto vio que la cortina estaba corrida, se movieron de ahí, apenas había avanzado un poco cuando pudo observar que en el jardín estaba su querido Chucho, el viejo chofer de la familia y el único que quería como si fuera su abuelo.
Sin pensarlo dos veces atravesó la calle ante la cara de asombro de Mireya, llegó a la reja de la gran residencia, don Chuy la vio y se acercó hacia ella
-¿Buscaba a alguien señorita?-
Andrea vio que con claridad que había pasado muchos años, vio que Chucho ya estaba muy envejecido, de todos en esa casa, fue al que más extraño, no le contestó sólo se le quedó mirando fijamente y de repente soltó unas lágrimas de alegría al poder verlo nuevamente.
Don Chuy se le quedó mirando y poco a poco su semblante duro se fue suavizando cuando observó los ojos de esa joven, fue entonces que la reconoció, como podía no hacerlo si la conocía desde la primera vez que la señora Vanessa la llevó recién nacida en su casa.
-Niña Andrea- fueron las palabras que interrumpieron ese largo silencio en donde ambos se comunicaron con la mirada.
-Chucho, mi querido Chucho, sí soy yo, Andrea- le contestó con un nudo en la garganta.
Don Chuy sin decir palabra abrió la reja y emocionado abrazó a la joven, sabía que su instinto no le fallaba, esa que se decía Andrea no lo era y ahora la tenía ahí enfrente de él.
-Mi niña, yo sabía, yo sabía que no eras ella, algo me decía dentro de mí, que pasaba algo raro- le decía entre sollozos Don Chuy.
-Te quiero Chucho, te extrañaba mucho-
-¿Pero quién es esa mujer?, hay que decirle a don Gregorio lo que está pasando- le señaló todo intrigado.
-Chucho, ¿confías en mí?-
Don Chuy sólo asentó con la cabeza.
-Te pido por favor, que aún no digas nada, en unos días te vendré a ver para platicar de lo que está pasando, lo único que te pido es que por el momento no comentes nada, ni a la chica que se hace pasar por mí, ¿harías eso?-
-Sí mi niña, lo que tu me pidas, aunque no entiendo nada-
-Te juro que te contaré todo, solo dame unos días, me retiro Chucho, no me vaya a ver, estamos en contacto- se despidió Andrea de Don Chuy y corrió a encontrarse con Mireya que la esperaba en la acera de frente.
Don Chuy vio como partían ambas jóvenes, mientras agradecía a Dios que su niña no haya cambiado como pensaba, que seguía siendo la misma desde que se había ido de esa casa.
MARIANA ESTABA MUY FELIZ saldría de nuevo con Julián, no podía creer lo que estaba viviendo, después de todo hacerse pasar por Andrea no fue tan malo y ese día iría a comprar un vestido bonito para la famosa fiesta de Navidad, parecía un día hermoso, así que se asomó a su ventana, para observar el cielo brillante que tenía ante ella, entonces su mirada se fijó hacia el gran árbol que estaba enfrente, era tan hermoso, de repente vio a una joven mujer mirando hacia su recámara, fijo la vista y creyó reconocerla, instintivamente se retiró de la ventana, sintió que su corazón se aceleraba y empezó a temblar de miedo.
Se armó de valentía y volvió a asomarse, ya no vio nada, el lugar estaba vacío, así que mejor corrió las cortinas, estaba segura que había visto a Andrea, ¿pero cómo era eso posible? si la había visto muerta, luego pensó que tal vez fue su imaginación ya que si era ella, de inmediato la hubiera descubierto, no creía que Andrea era la clase de chica que no hiciera nada para perjudicarla y menos si sabía que le había robado la identidad.