Identity Fraud

Capítulo 1

-Laberinto-

Desperté en un lugar que no era mi hospital psiquiátrico. Nunca estuve en este lugar.

El lugar consistía en pasillos largos, las paredes eran de losas amarillentas decoradas con antorchas, pero dejaba por razón extraña un espacio sin luz, con una oscuridad siniestra.

El suelo eran tablones de madera polvorientos. No había nadie. Conquistaba el silencio, pero fue derrotado por mis pasos.

Los tablones de madera crujían de una manera desagradable.

Me sentía extraño. Como si esto no fuera real.

Sentía un dolor punzante en mi espalda y en mi cabeza.

¿Cómo llegué aquí?

¿Qué ocurrió anteriormente?

¿Y mi doctor?

Me espabilé y comencé a andar. Había demasiados pasillos, me estaba desorientando.

¿Esto es un LABERINTO?

Seguro que es un sueño…

Y quiero despertar.

Pero no puedo.

¿Por qué no puedo?

Seguía caminando pero, no había nada ni nadie. Solo luces y sombras. El sonido de mis pasos. Crujidos. Más crujidos. Me encontré con algunos caminos sin salida. Fueron muy pocos, y tenía una puerta con rejas que impedía el paso, no tenía candado, si lo tuviera, estaría buscando alguna llave.

Seguía caminando hasta ver algo de fondo, no era humano pero, era muy parecido a uno, se asomaba por una esquina, era negro con los ojos rojos, sin pelo. Se escondió y yo corrí hacía él. No era para seguirle, sino para ver si realmente esa cosa era real. Sonaría algo estúpido, pero solo quiero saber si me podría hacer algo para despertar.

Si es que no fuera un sueño.

Me encontré con un espejo, se me hizo raro que apareciera así tal cuál y me miré en él. Nada fuera de lo común. Seguía siendo pálido y flacucho, mi cabello pelirrojo y rizado estaba algo sucio, así que me lo sacudí. Mis ojos iban acompañados de dos grandes bolsas debajo de los párpados, apenas duermo en condiciones. Mis ojos verdes con pupilas bastante pequeñas, mis brackets…  aún vestía del uniforme para los pacientes del hospital. Acaricié mis pecas, aún dudando de la realidad.

Giré por unos pasillos y vi una figura femenina por el fondo. Debido a que estaba lejos no la veía claramente, veía que se acercó un poco, era humana, o eso creía. Empezó a levitar y su cuello se empezaba a retorcer de una manera horrorosa y comenzó a dirigirse hacia mí a una velocidad impresionante. Mi pecho se aceleraba y comencé a correr. No quería voltearme del miedo, pero oía los crujidos de los huesos de su cuello, dios, que grima. Jadeaba del cansancio, no sé como aún no me ha logrado atrapar. Al ir a uno de los pasillos vi que estaba la puerta con las rejas, era mi fin. O eso pensé, hasta que oí un disparo demasiado cercano a mí. Pero no fui el herido, sino la “cosa” que me seguía.

Me agarré a las rejas viendo la sangre desparramada por el suelo. La sangre se tornó en negra y poco a poco desaparecía. Mis piernas temblaban, el pecho me dolía y aún no recobraba el aliento.

-¡Quieto ahí!-ordenó una voz masculina.- Arrodíllate, ¡ahora!

Me arrodillé, todavía sujeto a las barras. Poco a poco recuperaba el aliento y el pecho dejaba de dolerme. Aún no sabía quién estaba detrás de mí.

-Oh… ¡mierda, mierda!-sus pasos se alejaron y unas voces hacían eco:

-“Danna ha muerto.”

-“No…”-decía una voz femenina.

Me levanté con inseguridad y algo atónito. Di unos pasos lentos para ver que ocurría en los pasillos. Observé una chica albina con traje y sandalias blancas, mirando al suelo y luego hicimos contacto visual.

Retrocedí.

-¡Espera! ¡No soy una de esas “cosas”! ¡Lo juro!

La miré.

Y me acerqué a ella con lentitud. Ella tenía una expresión neutral, parecía feliz de verme pero también parecía amargada.

-¿Quién eres? ¿Por qué estamos aquí?

-Mi nombre es Abril. Y sinceramente, no lo sé, estoy igual de perdida que tú. – me miró. – ¿Cuál es tu nombre?

-Yo soy Rubén.

-Me alegro de que estés vivo, Rubén.-sonrió.-El compañero que te salvó antes…bueno, mejor sígueme.

-Pero…

-Sé que voy demasiado rápido y “segura”, pero no hay tiempo, si no salimos de aquí ahora, podríamos morir en este laberinto.

Tras escuchar la última palabra me da escalofríos, no sé por qué. Ni me interesa del todo. O puede que sea porque morir y laberinto no quedan bien juntas. Hay algo que hace que odie esas palabras.

-¿Cómo sé que eres de fiar? ¿Y si esto no es real?

Ella miró el suelo triste.

-Porque la gente muere, y no podemos “despertar”.

La miré fijamente.



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En el texto hay: experimentos, laberinto, supervivientes

Editado: 10.06.2019

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