Imperio de Metal

VIAJE

Un barco arribó a la costa a la hora establecida. Iban a bordo dos hombres vestidos con traje. Subieron a Deux sin preguntarle nada y se referían a Flin como "jefe", lo cual le llamo la atención, pero no mencionó nada al respecto. Era su primera vez en un cuerpo flotante, pero se encontraba perfectamente. Por el contrario, Cicce tuvo que recostarse un poco debido al mareo.

—No esta acostumbrada a los barcos —le explicó Flin, saliendo a la popa para mirar como se alejaban de esa isla—. Necesitas descansar, Deux. Nos falta mucho para llegar a los Estados Unidos.

—No estoy cansado —respondió este, mirando las nubes en el horizonte—. ¿Crees que se percaten de mi ausencia?

—No, no creo —contestó sin mucha atención Flin—. Te sugiero que descanses, tengo que resolver unos asuntos.

Desapareció dentro de un camarote. Deux se quedo en su sitio, sin saber muy bien que hacer. Se acerco a la orilla, para ver el mar. Desde ahí, le parecía como un suelo en movimiento. El azul soltaba destellos por la luz del sol y Deux pensó acerca de la profundidad. Los humanos no sabían a ciencia cierta que tan profundo era el mar, ¿los autómatas podrían saberlo? Miro el horizonte, y achicó los ojos. A la distancia, podía distinguir el pedazo de tierra que ahora solo era un línea. Ese era su hogar. El lugar donde residía.

Miro hacia abajo y pensó que el mar también era el hogar de muchas especies acuáticas. Se puso recitar en voz alta los animales que vivían en el mar.

—Tiburón blanco, tiburón tigre, tiburón martillo...

—¿Qué haces? —interrumpió Cicce, tallándose los ojos.

—Nombro los animales que viven en el mar.

—Ah, ¿por qué? —Deux se encogió de hombros. Cicce miro a su alrededor—. ¿Y Flin?

—Dijo que tenía que resolver unos asuntos.

Cicce bostezo y se acerco a la orilla también. Se quedaron en silencio, uno al lado del otro. Flin apareció y les dijo que era hora de comer así que regresaron al interior.

***

Deux miraba fijamente al hombre moreno frente a él. Soltó un suspiro y se sentó recto. Apretó los labios y dijo:

—Hola, soy Deux —dijo, estirando su mano sobre la mesa—. ¿Tu cómo te llamas?

Él otro hombre le regreso el saludo.

—Sasha.

Deux miro de reojo a Flin que estaba en una esquina, fingiendo ver su teléfono.

—Mucho gusto, Sasha —dijo. Pensó sus siguientes palabras, analizando la postura de Sasha y sus gestos faciales llego a la conclusión de que estaba aburrido—. ¿Te gusta el mar?

—Sí.

—Ah, eso es bueno...¿de dónde eres? —volvió a preguntar Deux.

—Portugal.

—Uh, Portugal es muy bonito.

—¿Has estado ahí?

—Sí, para un viaje de negocios.

—¿Eres empresario?

—Sí, bueno, inversionista. Mi colega es dueño de una empresa de robótica y yo decidí unirme al negocio.

—Ah, ¿cuál empresa?

—Industrias Plétora, ¿la conoces?

—Sí, yo trabajo ahí también.

Deux se echó para atrás, sorprendido.

—¿Tú qué haces?

—Soy chofer.

Flin se acercó a ellos, puso una mano sobre el hombro de Deux y le dio un apretón.

—¿Qué opinas Sasha? —dijo, mirando al hombre—. ¿Pasa o no pasa?

Sasha lo observó con atención.

—Me parece que es muy parecido a un humano.

—¿Crees que sospechen?

—No, no creo que tengan un problema. Aunque necesita probarse en otras situaciones —se quedo pensando, luego miro a Deux y preguntó—: ¿Tienes familia? ¿Esposa, hijos?

Deux parpadeo. Familia. Esposa. Hijos.

—No puedo tener hijos y no tengo hermanos. Tampoco tengo esposa.

Flin soltó un bufido.

—Mucha honestidad, Deux.

—Para mi está bien —soltó Sasha, conforme.

—¿Seguro? Es un poco directo para mi gusto —reflexiono Flin.

—Pues la gente tiene la costumbre de darle vueltas a las cosas —respondió Sasha, señaló a Deux—. No hace falta gente así.

—¿Vueltas? ¿cómo? —quiso saber Deux.

Sasha alzó una ceja en su dirección.

—¿Si capta las metáforas y el sarcasmo? —le pregunto a Flin.

—Estamos trabajando en eso.

—Tenemos tiempo, alcanzamos la costa en la noche.

Cicce apareció, tenía el cabello mojado.

—¿Qué hacen?

—Estamos ensayando interacciones sociales —respondió Deux.

—Ah, ¿qué clase de interacción?

—Preguntar sobre la familia, amigos, pareja...

Ella asintió, y se sentó al lado de Sasha.

—¿Has tenido pareja?

—No creo que le pregunten esas cosas —intervino Flin.

—Si le van a preguntar.

—Puedes decir que si tuviste dos parejas, pero que prefieres no compartir esos detalles —reformuló Cicce—. Porque son parte de tu vida privada.

—Sí, recuerda Deux, eres un tipo que requiere de su privacidad.

—Requiero de mi privacidad —repitió, guardando esa información en su memoria—. ¿Qué más?

—Has tenido parejas, dos —dijo Cicce.

—Dos es muy poco —respondió Sasha, apunto con la barbilla a Deux—. Es guapo.

—Cuatro, y serias todas —añadió Cicce, sonriendo.

—De acuerdo —respondió el autómata.

Sasha y Oliver estuvieron platicando con él. Haciéndole preguntas de todo tipo, midiendo sus reacciones, respuestas y actitud general. Deux aprendía más de ellos a su vez, y guardaba esa información en su sistema. Un sistema que era nutrido con cada interacción.

—Esperemos que la inmersión humana lo haga más humano —escucho susurrar a Cicce, sentada en un sillón al lado de Flin—. Necesitamos saber si tiene la capacidad de adaptarse. Si es el caso, entonces, nadie podrá detenernos.

Llegaron a la costa y los condujeron al aeropuerto más cercano, donde los esperaba un jet privado. Deux no pudo evitar observar con atención cada aspecto del aeropuerto. Las azafatas, los trabajadores, los pasajeros, la estación. Las líneas, luces y colores. Flin tuvo que darle uno que otro jalón porque se quedaba embobado con sus alrededores. Y cuando vio el avión dejo salir un suspiro.



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En el texto hay: poder, automatas, robots

Editado: 11.02.2023

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