Imperios - Alma & Acero

CAPÍTULO 11

El sol ascendía sobre las majestuosas estructuras de Nova Roma, bañando la ciudad en una luz brillante que contrastaba con la inquietud que se había infiltrado en las calles. Mientras el discurso de Magno aun resonaba en el continente, Francisco se sentía atrapado entre sus propios pensamientos tumultuosos.

De como en medio del bullicio de la plaza y la multitud enfurecida, Francisco trató de mantener la calma mientras observaba la violencia que se desarrolló ante sus ojos. Los insultos y empujones se habían convertido en una tormenta de golpes brutales, alimentados por la rabia y la discriminación que yacían bajo la superficie de la sociedad de Nova Roma.

Como Magno, el recién coronado emperador, se alzaba en su plataforma, sus rasgos autoritarios iluminados por la luz del día. Sus palabras resonaban en los oídos de Francisco, una amalgama de ideales de unidad y poder, pero también de prejuicios y desprecio hacia los libres. Francisco notaba la contradicción entre el discurso grandilocuente y la violencia desencadenada en la plaza.

Los gritos de la multitud se fusionaban con las palabras de Magno, creando una cacofonía de emociones y voces que parecían encarnar la dualidad de los imperios. Aunque Francisco estaba entrenado para mantener la calma y el control en situaciones caóticas, no pudo evitar sentir una profunda desazón por lo que estaba presenciando.

La violencia no tenía sentido, y la contradicción entre las palabras de Magno y los actos de la multitud lo llenaba de indignación. ¿Cómo podía un líder hablar de unidad y grandeza mientras permitía que su propio pueblo cayera en la brutalidad y el racismo?

Revisando sus memorias del día anterior, logro visualizar que, entre la muchedumbre, algunos individuos parecían mantenerse al margen de la violencia, observando con una mezcla de interés y desapego. Controlados que, en lugar de participar en la violencia, parecían estar disfrutando del caos y la destrucción.

La escena era un microcosmos de la sociedad de Nova Roma, una representación cruda de las tensiones y divisiones que existían entre los controlados y los libres. Francisco podía sentir la rabia y la confusión arremolinándose dentro de él, alimentadas por la desilusión y el dolor que había experimentado a lo largo de su vida.

Finalmente, Francisco se alejó de sus pensamientos y emociones que quedaron enredados en una maraña compleja. La disonancia entre las palabras y los actos, la dualidad de los imperios y la violencia que había presenciado formaban una imagen confusa en su mente. Sabía que debía tomar medidas, que debía encontrar respuestas en medio de la confusión.

Con pasos decididos, se dirigió hacia su lugar de trabajo, un edificio que reflejaba la grandiosidad de Nova Roma. A pesar de su determinación, sabía que enfrentaría obstáculos y desafíos. Pero también estaba consciente de que tenía una oportunidad para descubrir la verdad detrás de los eventos recientes. Sin embargo, al ingresar al edificio, una figura conocida se interpuso en su camino: su colega y amiga de confianza, Valeria.

"Francisco, ¿has visto lo que está sucediendo afuera? ¡Es una locura!", exclamó Valeria con una mezcla de sorpresa y preocupación en su voz.

Francisco asintió, su expresión seria. "Sí, lo he visto. Parece que el discurso de Magno ha desencadenado algo mucho más oscuro de lo que hubiera imaginado."

Valeria frunció el ceño, sus ojos destilaban determinación. "Necesitamos hacer algo al respecto. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras nuestra ciudad se consume en violencia y odio."

Mientras Francisco y Valeria se sumían en una conversación sobre los recientes eventos en la plaza, una voz familiar resonó detrás de ellos. "Francisco, Valeria, necesito hablar con ustedes". Era Arlys, un agente de la misma división de la policía secreta a la que pertenecía Francisco.

Arlys se acercó a ellos, su mirada seria y preocupada. "Francisco, acabo de recibir información sobre un suceso alarmante. Ha habido un asesinato en Nova Tenochtitlán, en el continente vecino."

Las palabras de su compañero hicieron que Francisco y Valeria intercambiaran miradas de sorpresa y preocupación. "¿Un asesinato?" preguntó Francisco, buscando más detalles.

Arlys asintió, su expresión sombría. "Sí, un sabio libre ha sido asesinado en circunstancias que parecen ser muy similares a lo que ocurrió en la plaza aquí en Nova Roma. Es inquietante cómo estos eventos están ocurriendo al mismo tiempo en ambos imperios."

Alejandro frunció el ceño. "Es como si estuvieran orquestados de alguna manera, como si alguien estuviera tratando de crear caos y división entre los imperios."

Valeria asintió con gravedad. "Eso es lo que me preocupa. Estoy segura de que hay más en juego de lo que vemos a simple vista. Necesitamos descubrir la verdad detrás de estos eventos y detener a quienes están detrás de ellos."

Francisco compartió la preocupación de Valeria. Sabía que estos acontecimientos no eran simples coincidencias y que había una trama más profunda en juego. "Tienes razón, Valeria. Debemos investigar esto a fondo y asegurarnos de que se haga justicia.

En ese momento, una voz grave y autoritaria se hizo presente detrás de ellos. "¿Qué están haciendo aquí, agentes?" Era Lucius, el jefe de la división de la policía secreta en Nova Roma.

Valeria se enderezó, su expresión demostraba determinación. "jefe, estamos discutiendo los acontecimientos que han ocurrido en la ciudad. La violencia en la plaza, el discurso de Magno... Siento que debemos tomar medidas para comprender mejor lo que está sucediendo y cómo podemos abordarlo."




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