A medida que continuaban avanzando en el intrincado laberinto que eran las instalaciones bajo el coliseo, Daina, notando el bajo ánimo de Alejandro, intentó romper la tensión con un comentario: “Tuve suerte de notar la compuerta”. Sin embargo, el comentario tuvo el efecto contrario; Alejandro se sintió aún más desanimado y murmuró: "Estaba tan lleno de miedo que ni siquiera podía ser consciente de lo que tenía a mi alrededor". Para complicar aún más la situación, Francisco añadió: "Tienes dos pies y dos ojos para usarlos, no para quedarte parado".
El comentario de Francisco afectó profundamente a Alejandro. Aunque la vida en Nova Tenochtitlan no era un paraíso utópico, no había experimentado realidades tan adversas en comparación con su vida habitual. Su pasión por la investigación de su cultura lo llevaba a viajar por todo su territorio, y generalmente se encontraba con personas amables en su camino, lo que hacía que su vida fuera más fácil. Nunca había tenido que huir por su vida ni enfrentarse a situaciones en las que su corazón latiera a toda velocidad.
Mientras continuaban avanzando por los intrincados pasajes subterráneos, el silencio les envolvía. El aire estaba cargado de tensión y ansiedad, pero el compartir ese momento de peligro los había unido de una manera inesperada.
Daina, que había puesto su mano en el hombro de Alejandro para reconfortarlo, miró a Francisco con gratitud y admiración. "Francisco, gracias por defendernos allá arriba en el coliseo. Eso fue valiente y arriesgado."
Francisco asintió, pero su expresión mostraba un deje de preocupación. "No te preocupes, Daina. Hice lo que tenía que hacer. Además, no puedo permitir que les pase nada a los dos si quiero descubrir la verdad detrás de Nova Roma."
La sinceridad en sus palabras caló hondo en Alejandro. Aunque no compartía la valentía de Francisco en el combate, empezaba a comprender el profundo compromiso de su compañero hacia la búsqueda de la verdad. "Tienes razón, Francisco. Tal vez debería estar dispuesto a tomar riesgos también."
Daina, con una sonrisa, asintió. "Exacto, Alejandro. En este viaje, todos estamos juntos en esto. No importa de dónde vengamos o cuál sea nuestro pasado. Hemos demostrado que podemos confiar los unos en los otros. Esa es la verdadera fuerza de nuestra alianza."
Daina, consciente de que la tensión no se disipaba completamente, buscó más formas de afianzar el vínculo entre ellos. "Chicos, quiero que sepamos más unos de otros. Francisco, ¿qué te llevó a investigar Nova Roma en primer lugar?"
Francisco, que provenía de una familia bien colocada en Nova Roma, había pasado muchos años de su vida encerrado, entrenando para formar parte de la policía secreta de la capital. En esos años, su exposición al régimen de Magno fue más profunda que la de muchos otros. Él conocía bien las maquinaciones y los secretos del imperio, pero también había visto de cerca la opresión y la discriminación que sufrían los libres.
Alejandro, mostrando un genuino interés, intervino: "Pero algo cambió, ¿verdad? ¿Qué te hizo comenzar a dudar de Nova Roma?"
Francisco, que provenía de una familia bien colocada en Nova Roma, había pasado muchos años de su vida encerrado, entrenando para formar parte de la policía secreta de la capital. En esos años, su exposición al régimen de Magno fue más profunda que la de muchos otros. Él conocía bien al imperio desde dentro, pero no desde fuera, hasta la presentación de Magno, no había visto de cerca la opresión y la discriminación que sufrían los libres.
"Después de todo lo que vi y experimenté en la capital", compartió Francisco, "comprendí que Magno no estaba construyendo un mundo mejor para todos, sino que estaba consolidando su propio poder. La represión y el miedo eran sus herramientas para mantenernos bajo control. Así que decidí que debía enfrentarlo y exponer la verdad."
Daina y Alejandro escucharon con atención mientras Francisco compartía su historia, ganando una visión más clara de por qué había decidido tomar un camino tan arriesgado.
Daina, aprovechando la atmósfera de unión que se estaba formando entre ellos, volvió su mirada hacia Alejandro y preguntó con curiosidad genuina: "Alejandro, ¿qué te llevó de ser un investigador de la historia de Nova Tenochtitlan a investigar crímenes?"
Alejandro, pensativo, recordó su viaje desde la investigación histórica hasta el sombrío mundo de las conspiraciones y los crímenes. "Fue la curiosidad lo que me impulsó al principio, la necesidad de saber la verdad detrás de nuestra historia y cultura. Pero luego, el destino pareció llevarme a lugares donde se cometían crímenes y se ocultaban secretos oscuros. Además, hice una promesa."
Daina, con una mirada de gratitud y un brillo en los ojos, se volvió hacia Alejandro. Recuerdo ese día, el ataque a mi padre. Estabas presente, no olvidaré cómo me hablaste y prometiste protegerme. ¿Qué te llevó a hacer esa promesa?"
Alejandro asintió, recordando aquel día con una mezcla de tristeza y determinación. "Vi lo que le hicieron a tu padre, Daina, a un hombre sabio y bueno que solo buscaba curar a los demás. Eso me abrió los ojos de una manera que no esperaba. Fue un punto de no retorno para mí. Sabía que tenía que hacer lo que pudiera para protegerte y ayudarte a encontrar respuestas."
Daina, emocionalmente conmovida, compartió su propia historia: "En mi caso, mi padre era un sanador del alma. Aprendí todo lo que sé de él. Era un hombre sabio y compasivo, y tenía un profundo respeto por el poder del alma y sus misterios. Pero, a pesar de no tener poder sobre su alma, su habilidad para enseñar a los demás a usar su alma para curar era admirable, aunque siempre tuvo un cierto temor y respeto hacia el poder del alma. Solía decirme: 'El poder del alma es una fuerza poderosa que puede sanar o destruir, y debemos usarlo con sabiduría y compasión'."