Imperios - Alma & Acero

CAPÍTULO 27

La noticia de la pérdida total de comunicación con Nova Roma cayó como una losa sobre Nova Tenochtitlan. Las calles vibraban con un palpable sentido de pánico mientras los ciudadanos, turistas y embajadores intentaban comprender la magnitud de la situación.

En los rincones de la ciudad, las conversaciones apresuradas y las especulaciones se propagaban como un reguero de pólvora. ¿Qué había sucedido? ¿Era una guerra? ¿Un golpe de estado? Nadie lo sabía con certeza.

El gobierno de Nova Tenochtitlan, al verse inmerso en una crisis sin precedentes, actuó rápidamente. Con el temor de lo desconocido aumentando en la población, convocaron a Alejandro, ya que unas notas se habían filtrado al gobierno antes de ser publicadas por ser consideradas de seguridad del imperio.

La sala de reuniones estaba cargada de tensión cuando Alejandro ingresó. Funcionarios, líderes y asesores se miraban entre sí con preocupación. Las noticias filtradas indicaban un panorama oscuro en Nova Roma, y Nova Tenochtitlan sentía la necesidad urgente de entender y abordar la situación.

El líder del gobierno de Nova Tenochtitlan, visiblemente afectado por la gravedad de la situación, dirigió la mirada hacia Alejandro. Se llamaba Axal, y era un hombre muy viejo, con una voz profunda y unos ojos blanquecinos.

Axal había sido testigo de muchas cosas en su larga vida. Había visto guerras, revoluciones y desastres naturales. Pero nunca había visto nada como la pérdida de comunicación con Nova Roma.

"Necesitamos respuestas, Alejandro", dijo Axal. "¿Qué está sucediendo en Nova Roma? ¿Cómo podemos abordar esta situación sin desatar el caos en nuestras propias calles?"

Alejandro, tomando la palabra con seriedad, compartió lo que sabía sobre la situación en Nova Roma. Explicó la brutal medida tomada por Magno, la violencia desatada en las calles y la desconexión total de comunicaciones.

"Estamos ante una crisis sin precedentes", dijo. "Y necesitamos un plan para lidiar con las posibles repercusiones aquí en Nova Tenochtitlan".

Alejandro continuó su relato, explicando lo que había vivido en Nova Roma. Contó cómo el asesinato del padre de Daina lo había llevado a cambiar de carrera, de la investigación cultural a la investigación criminal.

También contó cómo se había infiltrado en el coliseo de las llamas, un lugar donde los gladiadores luchaban hasta la muerte para el entretenimiento de la multitud. Alejandro habló con temor de decir de más o poco, por no mencionar a Francisco y D.D. Hex porque no quería que encerraran o le hicieran algo a sus amigos.

Alejandro también habló de los grupos que intentaban liberar a Nova Roma de la tiranía de Magno. Pero como el gobierno de Nova Tenochtitlan nunca se había involucrado demasiado, no podían ayudar.

Axal escuchó atentamente el relato de Alejandro. Cuando terminó, el tlatoani asintió con la cabeza. "Entiendo", dijo. "Has hecho un buen trabajo, Alejandro.

"Hemos sido cautelosos de intervenir en los asuntos de Nova Roma, pero ahora las cosas han cambiado. Los encerraron y no los dejan salir. Hay libres como turistas que están en riesgo. Tenemos que actuar".

La sala de reuniones del gobierno de Nova Tenochtitlan estaba llena de tensión. Los miembros del gobierno se sentaban alrededor de una mesa larga, discutiendo la crisis en Nova Roma.

El tlatoani, Axal, estaba sentado al frente de la mesa, con una expresión de preocupación en su rostro. A su lado estaba Alejandro, el investigador criminal que había descubierto oscuros secretos de Nova Roma.

"Tenemos que hacer algo", dijo Axal. "La situación en Nova Roma es insostenible. Tenemos que evitar una guerra, pero también tenemos que proteger a los libres".

Los miembros del gobierno comenzaron a discutir entre sí. Algunos estaban a favor de enviar una delegación a Nova Roma para intentar negociar con Magno. Otros creían que era mejor mantenerse al margen y evitar involucrarse en la crisis.

"No podemos simplemente sentarnos y esperar", dijo Alejandro. "Magno es un dictador brutal. No se detendrá ante nada para eliminar a los libres".

"Pero si enviamos una delegación, corremos el riesgo de desencadenar una guerra", dijo uno de los miembros del gobierno.

"Es un riesgo que tenemos que correr", dijo Alejandro. "Si no hacemos nada, Nova Roma caerá en manos de Magno, y eso sería un desastre para ambos reinos".

La discusión continuó durante horas. Finalmente, Axal hizo un gesto para que se calmaran.

"He tomado una decisión", dijo. "Enviaremos una delegación a Nova Roma. Estará compuesta por Alejandro, y delegados especiales.

Los miembros del gobierno se miraron entre sí, sorprendidos.

"Pero, tlatoani", dijo uno de ellos. "Alejandro es un investigador criminal, no un diplomático".

"Alejandro conoce Nova Roma mejor que nadie", dijo Axal. "Es la mejor persona para esta misión".

Alejandro salió de la reunión del gobierno de Nova Tenochtitlan con una sensación de urgencia. Tenía que encontrar a Daina, Francisco y D.D. Hex lo antes posible para explicarles la situación.

Alejandro encontró a sus amigos en un bar de Nova Tenochtitlan. Estaban sentados en una mesa, hablando en voz baja.




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