Los ecos de la batalla resonaban en la jungla mientras el grupo avanzaba hacia el Coliseo de los Laureles. La densidad del follaje disminuía a medida que se acercaban a una claro en la jungla. Era un área que Valeria conocía bien, un punto donde las fuerzas de Magno eran menos opresivas.
El sol se filtraba a través de las hojas del árbol, creando un patrón de luz y sombra en el suelo. El viento soplaba suavemente entre los árboles, creando un sonido susurrante. En la sombra de la arboleda, un grupo de rebeldes se escondía, esperando a los disidentes.
Valeria, señaló hacia el árbol. Diciéndole a los demás "Aquí es donde nos encontraremos con ellos", dijo, su voz apenas un susurro.
Los rebeldes se ocultaron entre las sombras del follaje, ansiosos y nerviosos por encontrarse con los disidentes. Habían escuchado historias sobre los disidentes, y sabían que eran personas que habían sido perseguidas y torturadas por el régimen controlado.
Pronto, figuras emergieron de la maleza. Eran hombres y mujeres vestidos con harapos, sus rostros marcados por la desconfianza y el temor.
Valeria avanzó para encontrarse con ellos. "Somos los disidentes", dijo un hombre de aspecto cansado, su voz llena de desesperanza. "Nos cansamos de servir a Magno y sus locuras. Estamos dispuestos a ayudarlos en su lucha".
Valeria intercambió miradas con el grupo antes de asentir. "Necesitamos información y apoyo para llegar al Coliseo sin ser detectados. ¿Pueden ayudarnos?"
El líder de los disidentes asintió. "Sí, podemos ayudarlos", dijo. "Conozco las rutas menos patrulladas de la jungla, y puedo proporcionarles suministros y artefactos improvisados para ayudarlos en su infiltración".
Valeria se sintió aliviada. Sabía que necesitaban la ayuda de los disidentes para llegar al Coliseo.
El grupo asintió, consciente de que cada paso los acercaba más a su objetivo. Las sombras de la jungla ocultaban sus movimientos mientras avanzaban con cautela, utilizando la información proporcionada por los disidentes para evitar patrullas enemigas y trampas cuidadosamente colocadas.
A medida que se sumergían más profundamente en la jungla, las historias de traición y rebelión resonaban en sus oídos. Los disidentes compartieron sus razones para abandonar la causa de Magno, revelando la creciente insatisfacción y descontento dentro de las filas de los controlados. La semilla de la resistencia se había plantado incluso entre aquellos que alguna vez sirvieron lealmente al tirano.
El grupo también se encontró con antiguos esclavos liberados, cuyas historias eran testamentos vivientes de la brutalidad de Magno. Sus cuerpos llevaban cicatrices de torturas pasadas, pero sus ojos brillaban con una chispa de esperanza al unirse a la lucha.
Los dos grupos hablaron durante horas, intercambiando información y planes. Al final de la reunión, Valeria y los rebeldes se sentían más seguros de su capacidad para llegar al Coliseo y derrocar al régimen controlado.
Los disidentes, aunque desconfiados, compartieron mapas detallados de las rutas menos patrulladas y secretos ocultos de la jungla. Además, proporcionaron suministros esenciales y algunos artefactos improvisados para ayudar en la infiltración.
Los mapas eran detallados y precisos, mostrando las rutas más seguras y las trampas potenciales. Los secretos ocultos eran información valiosa que podría ayudar a los rebeldes a evitar las patrullas del régimen controlado.
Los suministros esenciales incluían comida, agua, armas y equipo médico. Los artefactos improvisados eran dispositivos creados por los disidentes para ayudar a los rebeldes a infiltrarse en el Coliseo. Estos artefactos incluían máscaras de gas, dispositivos de camuflaje y herramientas para abrir cerraduras.
A medida que avanzaban, las facciones disidentes compartieron historias sobre las atrocidades de Magno. Las historias eran desgarradoras y llenas de horror. Los disidentes describieron cómo Magno había torturado y asesinado a sus amigos y familiares. Las historias inflamaron la indignación del grupo, reforzando su determinación de derrocar al dictador.
Los rebeldes estaban indignados por las atrocidades de Magno. Estaban decididos a acabar con el régimen controlado y traer la justicia a los oprimidos.
Las rutas alternativas proporcionadas permitieron sortear las defensas más fuertes de los generales de Magno. Nilo, con su conocimiento de la flora y fauna locales, también se benefició de la experiencia de los disidentes, identificando peligros potenciales y rutas seguras.
Valeria se volvió hacia el grupo con una expresión grave. "No se equivoquen", advirtió. "Incluso con esta alianza, el camino será peligroso. Pero ahora tenemos una oportunidad real de llegar al Coliseo sin ser interceptados".
Valeria sabía que el camino sería peligroso, pero estaba decidida a seguir adelante. Estaba convencida de que, con la ayuda de los disidentes, tenían una oportunidad real de llegar al Coliseo y derrocar al régimen controlado.
Finalmente, después de días de travesía, el grupo emergió de la jungla y vislumbró a lo lejos el imponente Coliseo de los Laureles. La estructura majestuosa se elevaba como una sombra amenazadora, pero la determinación del grupo no flaqueó.
Valeria se acercó al grupo con determinación en sus ojos. "Hemos llegado. Ahora, más que nunca, necesitamos la colaboración de todos. La batalla por la libertad está a punto de comenzar".