«Años antes.
Liam se colocó la ropa cómo se debía, luego de eso, se puso un poco del perfume que guardaba en su casillero y lo cerró. Iba a tener una excelente noche con su novia, la cual lo estaba esperando en el auto. Cuando Asya estaba cerca de él, le daba buena suerte y, a decir verdad, ella era demasiado hermosa…
— Liam —Rose entró al vestidor—. Tenemos que hablar.
— Nosotros no tenemos nada de que hablar, Rose —respondió dándose la vuelta—. Ya quedamos con qué…
— Ya ha pasado más de un año, esa chica tiene que saberlo —ella se acercó a él—. Somos pareja y hoy todos comenzaron a decir cosas a mis espaldas…
— Te dije que una relación de muchos años no se rompe de la noche a la mañana —le habló con seriedad—. Asya es mi novia, la quiero…
— Si la quisieras, no te hubieras acostado conmigo todas esas veces —Rose acercó sus labios a los de él—. Dijiste que la ibas a terminar para estar conmigo. Soy la persona que debe estar a tu lado en todo momento ahora que estás escalando.
— Asya es mi novia desde que éramos niños —no la separó—. No la voy a terminar sin una explicación —habló despacio—. Necesito algo de tiempo, solo eso te estoy pidiendo. No se terminará el mundo porque decida seguir con ella un poco más.
— Entonces, responde mis putos mensajes y me debes varias noches juntos —ella le rodeó el cuello con ambos brazos—. Me necesitas a mí, a una verdadera mujer a tu lado. No a una niña puberta que no puede hacerte feliz.
— Lo que sea —se quitó las manos—. Espera mi llamada y deja de estar enviándome mensajes. No me gusta.
— No te vayas sin darme un beso —ella hizo un puchero—. Vamos. Déjame probarte, amor.
Liam pasó un trago en seco, aun así, no opuso resistencia en darle el beso que tanto quería. Rose le atraía dé sobremanera, al punto de qué había tenido sexo con ella desde hace un año, sin embargo, no fue con ella que perdió su virginidad, puesto que su mentalidad sexual estaba desde antes y no podía esperar a que Asya cumpliera la mayoría de edad para tener sexo por primera vez.
Se separó de ella cuando recordó al fin que Asya lo estaba esperando en el estacionamiento. Sin importarle los llamados de Rose, decidió que debía pasar la noche con su novia, la única que en verdad hacía que su corazón latiera… sin embargo, Asya no estaba ahí.
— No, no, no —susurró tomando su celular, encontrándose con los mensajes que Rose le enviaba—. ¡Mierda! —pateó el auto—. Asya, no, no —se pasó una mano por el cabello, mientras entraba al auto, y tiró las cosas que estaban regadas en el asiento trasero—. Vamos, toma el teléfono.
No tuvo respuesta, todo parecía indicar que ella lo había bloqueado. Condujo como un loco por la ciudad, incluso llamó a los guardias de la entrada para que le abrieran la entrada en cuanto llegara a al residencial de su familia. Rose lo estaba llamando, y si no fuera mujer, ya la habría matado personalmente.
Bajó del auto, y caminó con pasos decididos hasta la casa de sus tíos, los mismos que eran los padres de Asya. Tocó la puerta como si fuera un loco, hasta que su tía Nicole le abrió la puerta y le mostró una mirada de odio.
— Necesito hablar con Asya…
— Ella no está —respondió con sequedad—. Volkan la acaba de llevar al aeropuerto».
Liam escuchaba a su entrenador hablarle sobre que pronto iba a llegar a un punto enorme de su carrera, que era una estrella en ascenso y que, si seguía de ese modo, llegaría a la final el próximo año. Miró sus manos que estaban envueltas en una venda, puesto que él minutos antes estuvo en una pelea.
Estaba nervioso, no lo iba a negar, sin embargo, desde hace más de seis años, que sentía apagado y sin vida. Desde que cometió el error que le cambió la vida por completo, por algo tan estúpido, perdió a alguien que era sumamente importante en su vida. Hasta pena sentía por sí mismo al verse en esa situación, porque muy en el fondo se dio cuenta de qué había perdido a la mujer que realmente amaba.
En cuanto su entrenador se quedó en silencio, él dejó salir el aire que tenía en los pulmones.
— ¿Me estás escuchando? —preguntó su entrenador—. Te digo que tenemos que contratar a una fisioterapeuta ahora que estás al mando…
— No quiero a nadie tocándome más de lo debido… —Liam miró al hombre—. Me siento cansado ahora y la verdad es que prefiero quedarme en mi casa a solas.
— La voy a contratar, hasta un hombre si quieres… —bromeó el hombre—. A ver si cambias de pensar, aunque sea un poco. Pareces una virgen.
— Que sea una mujer que no cruces límites conmigo y la vas a entrevistar —le apuntó con el dedo—. Si es una mujer de esas locas, te mataré.
— Descuida, solo bromeo —le dio un pequeño golpe en el brazo—. Tengo algunas candidatas, tomaré la mejor de todas.
Asintió hacia su entrenador y nuevamente dejó que siguiera con su trabajo. Desde que Asya se marchó esa noche, se dio por vencido consigo mismo, al punto de que prefirió irse lejos de la propiedad de su familia e independizarse lo mejor que podía.
— Rose trató de comunicarse contigo —dijo su entrenador—. Que debes cumplir con no sé qué cosa.
— Hace muchos años que esa mujer y yo cortamos lazos —farfulló entre dientes—. Que no me joda más la existencia con sus pendejadas.
— Bueno, la prensa sigue diciendo que son pareja, solo que ustedes han querido mantener su relación en privado —le pasó el iPad—. La verdad es que no sé en qué líos es que ustedes dos andan metidos, pero trata de resolverlos lo antes posible.
— Esos líos son los mismos en los cuales esa relación terminó…
— No hay nada que decir, solo quiero llegar a mi casa…
El hombre asintió y el conductor entró a la calle donde quedaba su edificio. A decir verdad, solo quería descansar, pero todo se fue a la mierda cuando vio a su padre entrando a su Penthouse como si fuera el dueño.