«Años antes.
Asya negó con la cabeza mientras lloraba. Liam estaba ahí discutiendo con su madre acerca de que quería verla. Su padre negó con la cabeza mientras bajaba sus maletas e iba a la cochera. Ella debió verlo desde el inicio, Liam nunca se fijaría en ella y que todo se debía a la competencia que tenía con su hermano mayor Jedward.
Desde que eran unos niños, ellos dos siempre han buscado la manera de pelear por todo, al punto de que, en más de una ocasión, se dijeron que harían hasta lo imposible por casarse con la hermana del otro.
Es que Liam era atlético, las chicas en la escuela lo amaban y más aún que poseía sus dotes de ser un chico muy inteligente, pero ella nunca vio más allá de su entorno. Esos mensajes eran claros, él le fue infiel desde hace mucho tiempo, jugó con ella durante años al punto de que se sentía un cero a la izquierda en esos momentos.
— Tía, por favor, déjame hablar con ella —rogó Liam—. Ella no pudo haberse ido tan rápido, debieron pasarme por el lado cuando entré. Tengo que hablar con ella y explicarle todo…
— Liam, eres mi sobrino, te amo como si fueras mi hijo, pero Asya se fue sin ni siquiera tomar su ropa —Nicole no se movió de la puerta—. Me llamaron de camino hacia aquí para que tomara una muda de ropa y sus documentos… ella no se veía bien.
— Es por eso que tengo que verla, sé que no se ha ido y que me mientes —Liam intentó pasar, pero Kendri fue más rápido y se metió en medio—. Kendri…
— Mi hermana no está, ya te lo dijeron —su hermano estaba serio—. No sé qué demonios le hiciste, pero te sugiero que la dejes en paz. El juego que tenías con Jedward se acabó, Asya no es un juguete y de eso ya te lo había advertido.
— No jugué con ella, la amo, es mi alma gemela y todos lo saben…
— ¡Pues mi hermana no quiere verte! —le lanzó el anillo que le había dado—. Que te lo quedes, te lo iba a llevar a tu casa, sin embargo, ya que estás aquí, te lo puedes quedar.
— Ella no… en verdad —Asya vio cómo Liam se agachaba para tomar el anillo—. Por favor, déjenme verla.
— Vete, Liam —Nicole tomó el brazo de Kendri para que entrara—. Si mi hija quiere verte, pues te verá cuando ella quiera, no cuando tú fuiste el causante de su tristeza.
Su madre le cerró la puerta en la cara y ella dejó salir los sollozos. Se veía tan arrepentido, pero su corazón y mente estaban seguros de que lo haría otra vez. Liam parecía estar muy acostumbrado a pegarle los cachos con esa mujer y posiblemente con otra más.
Él tenía veintiuno y pronto iba a cumplir veintidós, hasta le había preparado algo especial para él.
— Hermanita —Kendri la abrazó—. No llores, te ves fatal.
— Es que no puedo evitarlo —abrazó a su hermano—. Me duele el corazón.
— Tranquila —Kendri le acarició la espalda—. El vínculo entre gemelos apesta más que nada.
— No lamento, hermanito —hizo un puchero—. Es que en verdad ese desgraciado jugó conmigo.
— Es hora de irnos —dijo Volkan, entrando a la sala—. Una vez que te instales en Estambul, te enviaré todo.
— ¿Y qué te dijo el tío Kiral? —se separó un poco de su hermano—. ¿Sabe…?
— Kiral te prestará una de sus casas allá —su padre la interrumpió—. Vámonos, pequeño tulipán.
— ¿Y si todavía no se ha ido?
— Ya se fue, a lo mejor se encuentra en la casa de sus padres o llamando a Kiral para que le ayude —Nicole se acercó a su hija—. Te amo, tulipán. Iremos a visitarte de vez en cuando para que no te sientas sola.
Les dio un abrazo a sus padres, y uno a su hermano. Aunque era un viaje precipitado, ya no quería quedarse a escuchar sus explicaciones».
Con el pasar de los años, las personas en muchas ocasiones cambian, pero la mujer que tenía en frente de él ya no era esa niña que reclamó como suya desde que estaba en el vientre de su madre. Asya no había crecido mucho o él fue quien creció más. Sin embargo, su corazón se apretó tanto que parecía querer darle un infarto en ese momento al ver a su pequeña mujer… hasta raro se escuchaba luego de lo que le hizo años atrás.
— Asya… —volvió a llamarla—. Es bueno verte.
— Liam —repitió ella—. ¿Cómo es que estás aquí? —ella dio unos pasos hacia atrás—. ¿Tú…?
— La niña cruzó la calle justamente cuando el semáforo cambió a rojo —respondió con la verdad—. Estaba un poco distraído y frené un poco tarde. Por suerte, no fue algo tan grave.
— Gracias, en ese caso, puedes irte, me haré cargo de todo —ella tragó en seco—. No te quitaremos más tiempo. Debes estar ocupado.
— Laisha ordenó a todo el personal que Liam sea la persona que pague por el hospital —dijo Nicole, metiéndose en la conversación—. Podemos…
— Puedo pagarlo, es mi culpa de todos modos y así se evitará la demanda que…
— No te demandaré, somos familia —soltó Asya, y eso fue un golpe bajo—. Vete tranquilo…
— Me quedaré, no tengo nada más que hacer de todos modos —se encogió de hombros—. Por favor, evitemos los inconvenientes —apuntó el asiento—. No nos hemos visto en años …
— No vayas por ahí, Liam… no lo hagas —Asya lo cortó con brusquedad—. Vete, me haré cargo de mi hija.
— ¿Cuántos años tiene…?
— Cariño, ¿necesitas algo? —preguntó Nicole, tomándola del brazo—. No has ido a ver a Laisha y sabes cómo se pone cuando no te ve cerca.
— Iré en un momento —Asya le sonrió a su madre—. Ve a hacerle compañía, tengo que hablar con Liam.
— De acuerdo, cualquier cosa me dices —Nicole le dio un beso en la mejilla antes de irse sin despedirse de él.
— Ella tiene tres años, si es lo que quieres saber —puso sus manos en jarras—. Es mi hija, no tuya.
— Es muy inteligente y por suerte se parece a ti —se acomodó en la silla—. Siéntate, puedes cansarte estando ahí de pie.