Incluso si no me amas

5. Entrevista.

«Años antes.

 

Liam dejó salir el aire que tenía en los pulmones al darse cuenta luego de varias semanas que Asya en verdad se había largado del país esa misma noche. Hasta sus padres estaban de acuerdo con que ella se hubiera ido sin decirle nada.

— Tienes que ponerte de pie para que te des cuenta de que fuiste el único culpable de toda esta desgracia —le dijo su padre Damon, desde la puerta—. Apestas a miseria, Liam.

— Es mi culpa, ya lo dijiste —se puso una almohada en la cara—. Asya me odia, su familia no me quiere decir nada y el tío Kiral me mandó a la mierda, por qué ya alguien le dijo.

— A lo mejor te mereces esto, por ser tan puto —su padre le quitó la almohada—. Te dije muchas veces que no te metieras con esa chica, que es inocente de tu maldad, pero decidiste seguir con eso.

— Yo en verdad la amo…

— No, no la amas —Damon se sentó a su lado—. La usabas porque pensabas que Jedward hacía lo mismo con tu hermana —negó con pesar—. Eres mi hijo, mi retoño, pero cometes tantos errores que algunas veces me dan ganas de darte unos buenos golpes.

— Lo lamento, papá —Liam se sentó en la cama—. Amo a Asya, pero…

— No puedes controlar el pito —él se pasó una mano por el cabello—. Lo más seguro es que Kiral la haya ayudado a salir del país y es por eso que no te lo dirá —le puso un dedo en los labios—. Yo no puedo ayudarte en nada, porque todo esto te lo buscaste tú, nadie más.

— Iba a terminar mi relación con esa chica para seguir con Asya, hasta planes de casarnos teníamos luego de que yo terminara la universidad —suspiró cansado—. Ya no puedo, esto duele.

— Te enamoraste, cometiste errores y ahora tienes que vivir con eso —Damon le desarregló el cabello—. Déjala ser libre, se lo merece. Si no te responde las llamadas, es bueno para ti, es una lección de vida.

— Las lecciones de vida son horribles —volvió a caer en la cama—. La extraño tanto, ella era mi todo… ¿A quién llamaré en las mañanas?

— A la mujer con la cual te acostabas —Damon se encogió de hombros, poniéndose de pie—. Te lo mereces —arregló su traje—. Me iré, trata de poner en orden tu vida, date un baño y regresa al boxeo.

Liam suspiró cuando su padre salió, estaba perdido, porque hasta su buena suerte se le fue en cuestión de segundos por ese error que cometió. Ella era su mundo, su todo y la jodió tanto que no tenía idea de cómo iba a solucionar ese problema.

Miró hacía su mesita de noche en dónde se encontraba una foto de ellos, la tomó en las manos y recordó ese día… Era el cumpleaños número quince de Asya.

— Te extraño tanto —se llevó la fotografía al pecho—. Espero que algún día puedas perdonarme —sintió sus ojos arder—. Incluso si no me amas, voy a luchar por ti».

Liam entrecerró los ojos sin saber qué hacer en esos momentos. Su entrenador seguía buscando por todos lados a una persona que se hiciera cargo de él al momento de que sus peleas terminan. No encontró a nadie competente.

Asya ya tenía casi un mes desde que llegó de Estambul y su estadía allá parecía ser un misterio rotundo. No se había acercado mucho al engendro demoníaco que tenía como hija, ya que esa niña sacó todo lo bello de su madre, pero su molestia no tenía límites.

Decidió darle su espacio, después de lo que ocurrió en su casa, era mejor que Asya estuviera a solas. Observó sus manos, simplemente le sujetó la muñeca con delicadeza y ella se puso a la defensiva sin ni siquiera dirigirle la palabra.

— ¿En qué piensas? —le preguntó su entrenador, pasándole una botella de agua—. Se me está haciendo complicado encontrar a alguien que pueda ayudarnos con el tour —se sentó a su lado—. Todas están llenas y una que otras ya tienen compromisos —le pasó una lista—. Luego de entrenar, échale un ojo a estas. Son las que tienen a lo mucho tres años, pueden servir.

— No quiero a nadie que tenga menos de tres años de experiencia que tenga en esto —tiró a un lado todos los documentos—. No…

— Vi a alguien con tu apellido —lo cortó—. Imaginé que entre familiares sería bueno que te cuidaran la espalda, pero veo que me equivoqué.

— ¿Alguien con mi apellido? —volvió a tomar todos los documentos.

Para su buena suerte, estaba por orden de apellidos, y se sorprendió al ver a Asya ahí. Leyó detenidamente todo su expediente y sonrió de oreja a oreja al ver que estaba soltera y qué solo tenía una hija.

— Vaya, parece ser que te ha encantado ver a esa chica ahí —su entrenador le apuntó a la foto—. Ella es hermosa, no puedo creer que tenga una hija tan joven.

— Ni yo —respondió un poco ido—. Contrátala a ella —sacó su hoja—. Olvídate de las otras, busca la manera de que entre a nuestro…

— Espérate un momento —Julián, lo detuvo—. Apenas…

— ¿Cómo diste con esto? —fijó la vista nuevamente en los datos—. Es imposible que ella en poco tiempo esté metida en esto.

— Bueno, fui al hospital general del estado, me entregaron todos los expedientes con sus mejores fisioterapeutas y ella tiene buenas referencias —le señaló el nombre de Estambul—. Además, si quieres puedo llamar para verificar…

— No, está bien con eso —se encogió de hombros—. ¿Ella sabe que soy yo?

— No, aún no —Julián cruzó los brazos—. Primero quería hacerle una pequeña entrevista…

— Llámala y hazla lo antes posible —le entregó la hoja—. Quiero estar presente.

— Liam…

Es mi prima, tengo más de años sin verla y es increíble que se haya graduado en algo como esto —mintió en parte—. Asya no es la clase de persona que, si me ve, no dudará en negarse.

— ¿Qué le hiciste a esa chica?

Cosas de niños.

El entrenador asintió y él regresó a su entrenamiento. Si la tenía cerca, tal vez podía conseguir la información del porqué ella le temía tanto a que la tocara. Él nunca le habló durante su noviazgo, tampoco le levantó la mano o le dio alguna paliza si en algo no estaban de acuerdo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.