Incluso si no me amas

6. Compras.

ela? —Laisha le preguntó, subiendo los pies con cuidado—. Aún sigo lisiada.

— No estás lisiada —pellizcó sus mejillas—. Voy a trabajar ahora, también estudiaré, por lo que casi no nos vamos a ver como antes.

— Solo cuídate, ¿sí? —su hija juntó sus manitas—. No quiero verte como antes, vinimos aquí porque querías escapar. Ahora quiero que no llores más.

— Eres mi hija, mi pequeña confidente —sonrió con amargura—. Quedamos que sería nuestro secreto. El que pudiera ayudarme a solucionar ese error que cometí —su voz se apagó—. No le digas a tu padre que eres su hija, ¿de acuerdo?

— No se lo diré todavía, él merece sufrir un poquito por ser un infiel —levantó el mentón—. Merece sufrir y le sacaré mucho dinero.

— Recuerda a tu abuelo Damon, es el mejor abogado y puede meter a mamá en prisión —se apuntó a sí misma—. Tengo miedo de qué te quiten de mi lado.

— Le pediremos al tío Kiral que se haga cargo de todo —la pequeña se puso una mano en el pecho—. El tío Kiral siempre podrá lograr muchas cosas y si es necesario, logrará hacer y yo me quedaré con su dinero.

— Kiral es un hombre que sabe mucho y ayuda a la familia, aunque primero nos maldice —rio un poco—. A mi hermano, le ayudó con sus riñones cuando era un niño y se casó con la tía Nina.

— Ella es muy bonita, parece una muñeca y Hope también.

Era cierto, entendía las razones por las cuales su tío Kiral y sus hijos protegían bastante a Nina y Hope, eran demasiado hermosas y llamaban mucho la atención… hasta de su hermano Kendri.

Se quedó con ella durante el resto de la mañana, hasta que recordó que debía salir a comprar algunas cosas de la universidad, puesto que ya algunos profesores pusieron prácticas para los primeros días y los materiales los dejó abandonados en Estambul.

— ¿No es mejor que uses la tarjeta que tienes? —le preguntó Kendri, mientras la llevaba hacia el centro comercial—. Papá…

— No, no quiero utilizar mis cuentas por ahora —respondió un poco nerviosa—. Dejé todas mis cuentas allá y literalmente ando indocumentada en el país.

— ¿Le dirás a papá tus razones por las cuales regresaste? —se detuvo en un semáforo—. Viniste de manera ilegal.

— Vine con documentos falsificados que me consiguió tía Grace allá en Londres… bueno, uno de los tantos que entre todos pudieron hacerme y a mi hija —miró hacia la ventana—. Si fuera por mí, nunca hubiera regresado a este país. Estaría lejos.

— Solo mantente lejos de las cámaras, porque tengo entendido que vas a seguir estudiando y Laisha es una bomba de tiempo —miró al pequeño demonio—. Hiciste bien en venir.

— ¿Cómo te enteraste?

— Sé cosas y más porque paso tiempo con el tío Kiral —Kendri le restó importancia al asunto—. Sé qué en cualquier momento vas a tener que enfrentar lo que sea que hayas dejado en Estambul, pero ten por seguro de qué cuentas conmigo.

— Fui una idiota —hizo un puchero, como si quisiera llorar—. Solo sirvo para cometer errores, no puedo siquiera pensar en otra cosa que huir con mi hija.

— Ya no quiero huir, me gusta estar aquí —dijo Laisha, con los brazos cruzados—. Ya no podemos seguir así, mamá. Me duelen los pies.

— Ya no pasará otra vez —le sonrió a su hija, y le guiñó un ojo—. Ya estamos con la familia, aquí la seguridad es mejor.

— Liam descubrirá todo con el paso del tiempo, esa niña puede ser muy parecida a ti, pero es su copia andante a la hora de mandar —le recordó—. Te amo, hermana, eres mi todo, pero todo esto tiene un límite.

— Lo sé, sé que es mi culpa, no obstante es que no puedo evitarlo —se enderezó en su asiento—. Imaginé que podía iniciar mi vida otra vez con otra persona; sin embargo, terminé peor.

— Lo siento, mamá —Laisha volvió a meterse en la conversación—. Es mi culpa.

— No, no fue tu culpa y nunca lo será.

Con la mirada de reproche que le dio su hermano, ella sabía que en cualquier momento su pasado le daría un fuerte golpe, pero ya estaba preparada para eso, no iba a dejar todo atrás, solo tenía que evitar salir en los eventos familiares y listo.

— Las pasaré a buscar en unas horas —les informó Kendri—. Llámame cualquier cosa, por favor, y recuerda que el centro comercial está rodeado.

— Sí, muchas gracias —le dio un beso a su hermano en la mejilla antes de bajar del auto con su hija.

Comprar los materiales sería pan comido, así que sería fácil.

Sacó su celular y revisó la página de su nueva universidad, la cual le costó una fortuna a su padre el poder ingresarla ahí, ya que esa gente literalmente quería cerrarle las puertas por ser una estudiante extranjera. Sin embargo, su apellido tenía un enorme peso, así que fue fácil.

— ¿Compraremos cosas para mí, mami? —preguntó Laisha, mientras cojeaba un poco—. Creo que debimos traer la silla. Me duele el pie todavía.

— Súbete a mí…

— Yo puedo llevarla —dijo Liam, cargando a Laisha antes de que ella pudiera decir algo—. Hola…

— ¿Qué estás haciendo aquí? —jadeó asustada—. Liam…

— Solo vine porque quería comprar algunas cosas —él acomodó a la pequeña en sus brazos—. Las vi llegar y me pareció oportuno el poder verlas ahora y acompañarlas.

— Liam, por favor… —ella sonó asustada—. Puedo llevarme a mi hija —iba a desmayarse—. Laisha…

— No, mami —Laisha se acomodó en los brazos de su padre—. El asesino de niños nos llevará por todo el centro comercial y pagará por todos los gastos de nosotras. Es lo que debe hacer una persona que casi mata a una niña inocente como yo.

— De inocente ni el nombre tienes —Liam le indicó con la mirada que caminaran—. ¿Qué van a comprar?

— Mis cosas de la escuela, algunas cosas de la universidad de mi mamá y también de su nuevo trabajo —Laisha le explicó—. Ya nos vamos a mudar lejos de la casa de los abuelos.

— ¿Se van a mudar?

— Sí, pero tengo que esperar un par de meses todavía para eso —Asya mantuvo su distancia de él—. Es complicado todo, pero se debe más a mi situación económica. Regresé sin nada y ahora debo ser una mantenida.




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