Incluso si no me amas

9. Infiel de porquería.

«Años antes.

El primer golpe llegó, seguido de otro y la dura realidad fue quién lo derribó. Largos meses habían pasado desde que se marchó y él quedó como el hombre infiel delante de todos. Jedward casi toma un vuelo para darle unas patadas y olvidarse por completo de que eran familia. Kendri, el gemelo de Asya, lo detesta al punto de que casi les dice a sus padres que lo cambiaran de universidad.

Él se quedó solo, no quería ver a nadie y sus peleas ya no tenían el mismo impacto de antes. Hasta su entrenador decidió renunciar a él al verlo de ese modo.

— Hijo —su madre Carmen entró a la habitación con una bandeja de comida—. ¿Estás bien?

— Sí, mamá —se limpió las mejillas—. ¿Han podido saber algo de Asya?

— No, ya tu padre te ha comentado que es difícil saber en dónde tu tío Kiral se la llevó —su madre lo miró con pena—. Hasta tu tía Grace te maldice por infiel.

— Yo no quería, mamá. No sé qué me pasó…

— Pasó lo que tenía que pasar, amor —ella le habló con ternura—. Son jóvenes, tienes veintidós años recién cumplidos, ella dieciocho, es un claro ejemplo de qué se dejaron llevar.

— Ella confió en mí, en que le sería fiel por siempre —apoyó la cabeza en las piernas de su madre—. Me siento mal.

— Es porque te enamoraste y le fallaste a la persona que más quieres —Carmen paseó sus dedos por el cabello de su hijo—. Es algo normal, pequeño. Ahora, si en verdad la quieres, tienes que remediarlo a como dé lugar. Asya es una chica muy dulce, igual que su madre.

— Pero es vengativa y sé que no me va a perdonar nunca —quería llorar—. Mamá, la rompí.

— Sí, la rompiste —ella le pellizcó las mejillas—. Te lo mereces, este es tu karma por infiel. Al menos, ella decidió romper contigo, dejarte las cosas en claro, tienes que respetar eso.

— Pero es que me duele que ella me haya dejado…

— A ella le dolió más el hecho de saber que el hombre que amaba le fue infiel desde que él cumplió dieciocho —le dio unos golpes en la boca—. Ninguna mujer con dedos en la frente le perdonaría una infidelidad a un hombre por mucho amor que le tenga.

— Ay, mamá, no me ayudas… —intentó levantarse, pero su madre lo regresó al mismo punto—. Me siento un poco lastimado ahora.

— Liam… —su madre lo llamó—. Cuando tenías sexo con esas mujeres… ¿En algún momento pensaste en ella?

Se quedó en silencio, tenía la respuesta a esa pregunta, pero temía que su madre le siguiera diciendo que la persona que hizo mal fue él. Porque, en verdad, es toda su culpa el lío que se armó.

— Quería tener experiencia para cuando ella quisiera tener sexo conmigo por primera vez —confesó—. Me dejé llevar, perdí ante la tentación… la primera vez quise llorar, porque me di cuenta de qué si ella se enteraba de lo que hice, pues me iba a odiar… Luego siguieron las otras y las mujeres iban y venían.

— La rompiste —su madre le habló con calma—. Dale tiempo de que sane, necesita estar sola, y lamentablemente, hazte a la idea de que ella jamás va a perdonarte por lo que hiciste.

— Lo sé —se acomodó mejor en las piernas de su madre—. Este es el karma que realmente me merezco por idiota. Sufrir por haber herido a la única mujer que en verdad me quería».

Liam movió el hombro como si eso fuera a ayudar a que el dolor se fuera, pero eso era algo imposible. Cada día que pasaba, el dolor en su hombro era aún peor que el anterior y no sabía qué más hacer para quitarlo.

Debió dejar que Asya fuera a darle esa terapia, así se le quitaría el aburrimiento. Julián le dijo que ella ya se encontraba al tanto de que serían unas semanas complicadas, puesto que cuando iniciara su ciclo en la universidad, Liam tenía que acostumbrarse a las largas horas sin verla en el día.

Hasta risa le daba el hecho de que ella no imaginaba que él era su cliente y que, por el contrato que firmó, tenía que verle la cara por muchos años.

— Esa sonrisa estúpida me dice que conseguiste algo bueno —Damon le pasó una botella de agua—. Debieron darte un golpe más fuerte por imbécil —le dio un golpe en la cabeza—. Si te duele el hombre, ¿por qué diablos no le dijiste a Asya que viniera?

— Ella no estaba del todo bien —abrió la botella, y miró el ring, en dónde ya había personas limpiándolo luego de la pelea—. Quiero saber qué fue lo que pasó realmente en Estambul, pero el tío Kiral no quiere decirme.

— Kiral es un hueso duro de penetrar y más cuando se tratan de los secretos de la familia —chasqueó la lengua—. Tienes que tener un poco de paciencia con él, no te lo dirá a menos que te lo ganes.

— Han pasado muchos años de eso y quiero saber si ese engendro del diablo es mi hija…

— ¿Tienes miedo de que el mundo se entere de que ella era tu novia y que le fuiste infiel? — Soy tu hijo, quiéreme un poco al menos —puso los ojos en blanco—. A decir verdad, ella me dijo que Laisha tiene tres años y es posible que me haya dicho la verdad. Que pudo haberse caso y qué por esa razón está huyendo…

— ¿Huyendo? —eso pareció llamar la atención de su padre—. ¿Qué tanto está huyendo?

— Desde su llegada he intentado tocarla, pero se asusta y Laisha siempre le pide perdón —respondió algo pensativo—. Su hija se echa la culpa de algo que me tiene realmente preocupado y si el tío Kiral no te ha dicho, es por algo.

— No me he dado cuenta de eso —susurró Damon, fijando la vista en el mismo lugar que su hijo—. Si ella sufrió de abuso, no lo dirá, por el hecho de que sus padres tampoco lo saben —lo miró—. Su llegada fue algo repentina, y Volkan no estaría tan tranquilo si supiera que su hija fue víctima de abuso.

— Tienes un punto —se levantó de su asiento—. Vamos, tengo hambre.

— El hombro debe ser revisado, Liam, vamos al hospital primero y luego a casa.




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