Asya estaba nerviosa en la mesa del comedor. Su tía Carmen le había pedido a Laisha que le fuera a llevar un poco de leche a Liam y que tenía que bajar lo antes posible para cenar. Tenía miedo de que su hija fuera a perderse en esa casa o que se dieran cuenta de qué en verdad les estuvo mintiendo durante todos esos años acerca de quién realmente ella era hija.
— Te noto nerviosa, Asya —dijo Damon, con calma, mientras tomaba su jugo—. ¿Está todo bien? ¿Te molesta que Laisha haya ido a buscar a Liam?
— No, no me molesta —susurró, incómoda—. Pueden estar seguros de qué ella está bien.
— Liam no le hará nada a Laisha, verás que la tratará bien —Carmen dejó un plato frente a ella—. Supongo que también le gusta el arroz con leche.
— Sí, es su comida favorita —murmuró, incómoda—. ¿Puedo ir a buscarlos?
— No —dijeron Damon y Carmen al mismo tiempo—. Ya bajarán.
— ¿Y por qué no puede ir a buscarlos? —preguntó Volkan—. Es bastante extraño que Laisha haya tenido que ir hasta la habitación de Liam para…
— Para lanzarme el vaso con leche encima y obligarme a bajarla en brazos porque ahora supuestamente está lisiada —dijo Liam, entrando al comedor—. Esta niña es el diablo.
— Aw, es que se parece a ti —bromeó, y sacó la silla que estaba al lado izquierdo de él—. Siéntate por allá, este angelito se sentará con el tío Damon.
— Pero si es mi silla…
— Ahora, Liam —Damon le habló con seriedad—. Respeta a tu padre y haz lo que te ordeno.
Asya vio a Liam dejar a Laisha en el asiento, la cual tenía una enorme sonrisa dibujando sus labios luego del pequeño espectáculo dado. Este se sentó en el asiento que antes le correspondía a ella, y quiso morirse al tenerlo tan cerca.
— Comamos, por favor —pidió Carmen, luego de dejar el plato lleno de arroz con leche delante de Laisha—. Espero que la cena sea de su agrado.
Todos asintieron y comenzaron a comer. Su hermano Kendri tenía una sonrisa burlona en los labios por la escena que se estaba formando. Ella, al lado del hombre que le rompió el corazón años atrás, no se veía del todo bien y mucho menos el hecho de que ella estuviera tan nerviosa de ver la relación que tenía Damon con su nieta.
— ¿Y quién es el padre de esta belleza? —preguntó Damon, dándole de cenar—. Es muy inteligente.
— Igual que mi abuelo Volkan —Laisha se encogió de hombros—. Él es dotado, tú no.
— Vaya, se acaba de romper mi corazón —Damon se llevó una mano al pecho, sintiéndose ofendido—. No me gustaría ni imaginar lo que puede ser el futuro.
— Quiero ser… —la pequeña se quedó en silencio—. ¿Cómo se le dice a la persona que defiende a los otros?
— ¿Abogado? —cuestionó sorprendido—. ¿Quieres ser abogada?
— O presidente, para desaparecer a todos los infieles como tu hijo desgraciado —apuntó a Liam, el cual se atoró con la comida—. Le hizo daño a mi mamá.
— Ya se disculpó por eso en el pasado…
— Bueno, una disculpa no arregla nada —Laisha se estiró para que le diera de comer—. Dame, ya dejemos de hablar.
Sus padres y tíos iniciaron una conversación y ella le dio una patada a su hermano por debajo de la mesa, ya que este no tenía planes de dejar de burlarse de su desgraciada cena, que estaba de mal en peor la estupidez de familia que tenía.
Una vez que terminó, se levantó de la mesa para llevar su plato a la cocina, y poder dejar salir el aire que tenía en los pulmones. Desde ahí, se podían ver las olas de mar, chocar contra algunas rocas altas y decidió dar un pequeño paseo nocturno en lo que su familia terminaba la cena.
Se abrazó a sí misma al sentir el frío aire que tanto extrañaba de ese lugar, y el que su familia decidiera construir su residencia en esa parte del país, le alegró mucho.
— Te puedes enfermar si sales de ese modo de la casa —dijo Liam detrás de ella.
— ¿Qué estás haciendo aquí? No debiste venir.
— Vi que saliste para acá, luego de cenar —le pasó una manta—. Ya que no te gusta mi toque, póntela.
— No es eso, es que…
— Asya, sé qué te hice mucho daño en el pasado —Liam siguió con la mano extendida hacia ella—. Por favor, ponte la manta, olvidemos ese momento horrible por el cual pasamos los dos y usa la manta.
— Gracias —la tomó tratando de no tocarlo—. ¿Y Laisha?
— Siendo el centro de atención de nuestros padres —respondió Liam, encogiéndose de hombros—. Supongo que ahora será la favorita de todos por aquí.
— Laisha tiene eso que logra que las personas se enamoren de ella, pero al final termina siendo una dictadora —sonrió un poco—. Vi que estás en la cima del mundo y que tus padres te apoyan.
— Sí —Liam caminó un poco hacia ella—. Digamos que mis padres tienen esa fe ciega de que en algún momento lo dejaré para tomarme en serio la carrera de educación física.
— No pensé que tomarías esa decisión de hacerla —se dio la vuelta para caminar por la playa—. Digamos que lo tuyo eran más las clases de boxeo que ir a tomar clases en la universidad.
— La terminé luego de que te fuiste —eso logró que ella detuviera el paso y se girara para verlo—. Lo lamento, sé que no tengo perdón por lo que hice desde qué…
— Desde que cumpliste dieciocho y te diste cuenta de que esperar cuatro años por mí no eran suficientes —negó con la cabeza—. No pidas perdón, tal vez fue lo mejor el haberme dado cuenta de qué ni siquiera me querías.
— Sí, te quería…
— Pero me veías más como una competencia en contra de mi hermano —lo encaró—. Fui una estúpida, Liam —sus ojos se cristalizaron—. ¿Qué hubiera pasado si yo no veía esos mensajes? ¿Seguirías siendo infiel?
— No lo sé…
Ella negó con la cabeza, dándose la vuelta. Era obvio que sería infiel, ella solo fue una estúpida niña que confió en él. Aunque se llevaban más de cuatro años y ni hablar de que Liam siempre competía con su hermano Jedward, al punto de qué este último estuvo de novia con la gemela de Liam, pero eso es otra historia.