Índice de Calor

Capítulo 4

Ryan

—Llegué a mi casa del trabajo y me encontré a Meryl, con las valijas en la puerta y el semblante estoico. —Mi nuevo paciente me relató lo que había pasado el fin de semana anterior—. Es inexplicable, la noche anterior tuvimos intimidad, incluso antes de dormir planeamos un viaje a Vancouver para visitar a su hermana.

—¿Le preguntó por qué se iba? —El Sr. Marshall negó pasándose la mano por el cabello.

—Estoy acostumbrado a que me dejen. —Se rio abrazando uno de los almohadones que tenía en el diván—. ¿Cuántos años tiene usted, Sr. Hamilton?

—Veintitrés. —Antes de que pudiera decir algo referido a mi joven edad, lo interrumpí—. La edad no hace la experiencia, sino lo que uno ha vivido. Una actriz de cine de diez años puede haber viajado más que una mujer ama de casa de sesenta. Si quiere en otro momento, profundizaremos acerca de ello. —El hombre se asombró por mi forma de desviarlo del tema—. Ahora lo que me interesa saber es por qué dice que está acostumbrado a que lo dejen. ¿Ocurrió antes?

El hombre que apenas estaba rozando los treinta años inhaló profundamente antes de hablar.

—Cuando mi madre estaba embarazada de mí, mi nombre era Isabella. —Apretó los labios y los movió juntos hacia la izquierda antes de continuar hablando—. Mis fotos de recién nacido son de una niña. Conjuntos de algodón rosa. Gorro de abrigo rosa. De hecho, mi cuarto estaba decorado con osos cariñosos, con arcoíris en sus abdómenes y en esas tonalidades. —Cerró el puño y se lo llevó a la boca—. Mi madre me llamó Isabella hasta que mi padre la mandó a terapia. Mi nombre es John; sin embargo, ella no podía llamarme así. Entonces en lugar de ir a terapia… se fue de casa y me dejó con mi padre, todo pasó antes de comenzar el primer grado.

—¿Tu padre te envió a terapia, John? —Asintió—. Tu madre no supo cómo amarte, John, no podemos culparla por ello. Muchas veces se anhela algo tanto que cuando se tiene la oportunidad de tenerlo, no sabemos cómo lidiar con ello. Tu madre esperaba una niña, y no supo cómo manejar ser madre de un niño. —Repetía su nombre adrede. Nuestro nombre nos da la identidad, nos presenta ante el mundo. Es nuestra carta de presentación—. Tú eres una persona independiente, y vienes aquí porque no quieres que te vuelvan a dejar, ¿me equivoco?

—Algo así, en realidad… he venido aquí para sentir algo cuando se van. —No me gustaba tomar notas mientras estaban hablando, prefería oír lo que venían a contar y luego hacer un breve resumen con las principales cuestiones de mis pacientes—. Nunca me afectan, de hecho hasta casi lo espero, pero esta vez… —Sus ojos se llenaron de lágrimas. Le serví un vaso de agua y se lo dejé en la mesa de café a su lado—. Ella se llevó a Bodoque.

—¿Bodoque? —El hombre asintió y una sola lágrima le cayó por el borde de la comisura de su ojo.

—Nuestro gato. —Una lágrima acompañó a la otra primera y de a poco fueron un millón.

Me recordó a mi madre hace dos días. Ella estuvo todo el día así, nadie la pudo calmar, incluso hasta mi tía June vino a acompañarla y no pudo consolarla.

Me llevé a mis hermanas al club de los “White Sharks” a patinar para que no la vean así. Hope prometió no decirle a Helen lo que había pasado, al otro día tranquilo le dije que Bronco era muy viejito y había llegado su hora de ir al arcoíris.

En mi profesión hablar con la verdad era lo principal, pero mi hermana era muy pequeña para contarle algo tan fuerte como un accidente de tránsito. Hope tampoco sabía qué mamá había dejado la puerta abierta.

Cómo me dijo papá cuando me contó la historia de su gato que se había ahogado en la piscina, a veces las mentiras piadosas se dicen para que el otro no sufra demasiado.

—Entonces, ¿de tu separación con Meryl lo único que te afectó fue que se haya llevado el gato? —Mi pregunta no lo tomó desprevenido, ya que asintió sin ningún sentimiento de culpa.

—¿La amaba? —Presentía la respuesta.

—Nop. —Inclinó la cabeza a un lado angustiado.

—¿Por qué crees que no te permites tener sentimientos hacia tu pareja? —Esperé una respuesta que no llegó—. ¿O crees, mejor dicho, sientes que es debido al abandono de tu madre?

—Nunca me lo replantee. —Respondió evasivo.

—Tal vez temes involucrarte afectivamente porque comienzas una relación suponiendo que en algún momento tu pareja se va a ir. —Asintió aún en silencio—. Entiendo que no puedes llegar a disfrutar de la relación porque estás todo el tiempo pensando en que en cualquier momento va a suceder. ¿Me equivoco?

—Exactamente como usted lo dice, señor Hamilton. —Se cruzó de brazos—. Comienzo a salir con una persona, pero sinceramente no lo doy todo de mí porque sé que en cualquier momento me va a abandonar y me va a dejar con el corazón roto. —Me quedé en silencio para que pueda continuar sin interrupciones—. Cuando mi primera novia Sandy me dejó… —Inhaló por la nariz profundamente—. Yo sufrí tanto o más…, creo que más… porque cuando se fue mi madre era muy pequeño.

—¿No lo recuerdas?

—Como si lo hubiese bloqueado. —Aseguró—. No puedo recordar su rostro, sabe. Quiero decir, sí he visto sus fotos, pero no puedo recordar el rostro de mi madre que no sea a través de una imagen. Sé que su color de ojos eran oscuros, pero no puedo recordar su mirada.




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