Índice de Calor

Capítulo 11

Ryan

—Si fueras “Cyclops” de los X-Men, Ethan Sean tendría la cabeza y los brazos separados del cuerpo. —Dean se inclinó hacia mí haciendo el comentario.

—No es gracioso. —Masculle dándole un trago a la botella de cerveza.

Miré a las otras apiladas en la mesa, está era mi número cuatro.

—Para mí lo es. —Colocó un pie sobre la rodilla y me pasó el brazo por los hombros—. Ver cómo el primo de Camille le hace toques sugerentes a la inocente London mientras a ti se te espesan los ácidos estomacales es muy gracioso de ver.

—No seré cíclope, pero si insistes en molestarme te cortaré otra cosa de un puntapié. —Dean se rio por lo bajo.

—Nunca voy a entender por qué no están juntos. —Lo miré de soslayo no queriendo apartar la mirada de London y su “nuevo amigo”.

—¿A qué viene tu comentario? —De repente las ganas de fumar un cigarrillo fueron intensas; sin embargo, no lo hacía de la época de la universidad cuando me lo pasaba noches enteras estudiando.

—Ryan, somos adultos, no me hagas preguntas estúpidas. —Sacudí la cabeza—. Bueno, nosotros no somos estúpidos, por eso siempre hemos sabido que has estado colgado por London, y la pregunta que me hago y la extiendo a todo el grupo es: ¿por qué nunca lo blanqueaste con ella?

Observé a mi amiga mientras tragaba el líquido amargo que de a poco me estaba envalentonado.

Ella siempre fue hermosa, dulce e inocente a su manera, con sus ojos vivaces y sus sonrisas radiantes. Una que le estaba dando al primo de Camille con sinceridad, una que no me había dado a mí en mucho tiempo.

Ya no nos reíamos juntos como antes. No me regalaba esas sonrisas que iluminaban su rostro como antes. Ni siquiera parecía tan feliz cuando iba a trabajar.

—Se supone que uno debe respetar los límites de la amistad. —Le respondí sin mirarlo, ya sin ocultar lo que siempre supieron—. Ella nunca me ha dado a entender que quisiera algo más.

—¿Alguna vez le preguntaste? —Insistió.

Ambos mirábamos al mismo lugar.

Ethan Sean acariciaba el brazo desnudo de London y posicionaba su mano libre en su cintura cuando quería que se moviera a su ritmo con la música pop.

—No. —Admití con un suspiro.

—¿Ni siquiera cuándo estaba con Dave y te miraba a ti? —Giré la cabeza para mirar a Dean a los ojos.

—¿De qué hablas? —Gruñí—. Ella amaba a ese imbécil. Incluso se fue a vivir con él.

Dean me quitó la botella, bebió un largo trago y me la devolvió.

—Dave era de nuestro grupo en la universidad. Estuvo meses tras de London, lo único que decía era que mientras ella estuviera colgada por ti él jamás tendría una oportunidad. Ella solo tenía ojos para ti, hermano. —Lo miraba anonadado, parece que no hablaba de nosotros sino de otras personas—. No sé porque se terminó quedando con él, y menos porque se alejaron del grupo.

—¿Por qué nadie me habló de eso? —Levanté la voz, por suerte el volumen de la música opacaba mi enojo.

—¿Perdón? Eres el maldito hijo de Asher Hamilton y si no fuera porque ahora vemos al capitán en tu casa o en la cabaña no tendríamos ni puta idea. —Dean se reía burlándose de mí en cada palabra—. Te amo, hermano, eres uno de mis mejores amigos; sin embargo, eres un tipo muy cerrado; y entre tu, tu hermetismo y la autoestima de London que siempre está colgando de un hilo, ¿quién se atrevería a decir algo?

Parpadee confundido.

El alcohol haciendo que mi sangre se calentara e imágenes de nuestro pasado en la preparatoria y los primeros años de universidad venían a mi mente como diapositivas.

—¿Soy tan reservado? —¿Realmente era una persona así?

—No te das una idea, Ryan. De hecho, creo que somos tan amigos porque London te atrajo al grupo, si no no sería así. —Me apretó el hombro—. No me malinterpretes, eres un amigo de acero. Has estado a mi lado a través de la enfermedad de mi madre, acompañándonos en sus quimioterapias. Ayudaste a Camille a mudarse de casa cuando se independizó. Estuviste para Titus cada vez que se peleaba con su ex novia. Otra vez, hablo por mí, y por todos cuando digo que eres el mejor amigo que uno puede tener, por eso la pasamos mal cuando te vimos sufrir por London y volver a casa.

Apreté la mandíbula tan fuerte que me dolieron.

Tomé una inhalación profunda y volví a mirar a la pista de baile.

—No podía quedarme en New York y verla con él. —Admití—. Sentía que la estaba absorbiendo de alguna manera. Dave siempre fue un tipo con un ego y una altanería que no cuadraba con nuestro grupo.

Estudiábamos todos juntos y él de a poco se fue incluyendo hasta que lo sumamos.

—No es la misma que antes. —Aseguró.

—Lo sé, me di cuenta. Está insegura, susceptible y vulnerable. ¿No sé que hacer para recuperar la London de antes? —Lo miré mientras hablaba.

—Dale un lugar seguro, Ryan.

—Le he dado trabajo. Ella tuvo la idea de un proyecto que es muy bueno. —La volví a mirar con una angustia en el pecho que me aplastaba el corazón contra las vértebras—. Además..., esta más bella que nunca. —¿Por qué no puede aceptar que le diga que es perfecta?




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