Inestable

Capítulo II

Para ser sincera no detestaba ir a estudiar, detestaba la gente que iba, porque si ellos iban me los tenia que topar y la verdad es que la gente puede ser muy fastidiosa. Deseaba con mis fuerzas tener una abuelita perdida y millonaria que le aburrieran sus millones y buscara a su adorada nieta pobre para heredarla. A decir verdad mi hermana puede que tenga razón en algo: pienso muchas estupideces y malgasto mucho mi tiempo .

Entro por las viejas y gastadas puertas donde mi familia a decidido deshacerse de mí por las próximas siete horas. Mis pasos silenciosos aunque con bastante pereza recorren los pasillos, veo algunos compañeros con buena cara y me pregunto si es que alguno se droga a estas horas para sobrellevar el hecho de que hoy sea lunes. Escucho risas y un resbalón casi logra llevarme al suelo. Me recupero rápidamente y agacho la mirada para buscar lo que casi me lleva al suelo. Un BILLETE, repito un BILLETE. Yo, el ser con la suerte más desviada se acaba de encontrar un billete lo suficientemente grande para sentirme por un momento la elegida del señor. Lo agarro disimuladamente por si aparece un dueño sospechoso a reclamar. Bendito seas lunes.

 

—  Si viste que el profesor traía un rasguño. Los susurros no tan susurros de Camila me espabilan mientras retomo los pasos hacia el comedor.

—     Ya te he dicho que no estas susurrando. Hasta el vigilante podría escucharte. Exagero un poco pero ya estoy hasta lo que sigue de cansada de repetirle que cuando estas en plan chismoso debes por lo menos susurrar pero sus susurros son muy escandalosos.

—     Da igual. Resta importancia mientras mueve las manos de forma exagerada intentando explicar algo que no tiene nada que ver con el movimiento que hace con las manos. — tiene un rasguño nivel animal en todo el cuello. no parece algo muy “ de placer”. La miro mientras como una de las galletas  que le robé a mi hermana ayer.

— ¿Y eso qué tiene que ver con nosotras que no entiendo?. Pregunto mientras ella roba una de las cinco galletas que quedaban.

—     Estas anti chisme hoy. Y te aseguro que no soy la única que se dio cuenta .

—     Creo que eres la única qu….

Un golpe en la mesa provocado por el morral más sucio e insalubre que he visto en mi vida interrumpe la conversación.

—   ¿Alguien ha visto el chupón del profesor?  Casi lo abducen. Camila me mira.

— ¿Lo ves? No soy la única observadora. Los miro a los dos. Quisiera corregirla porque usar el término observadora no es apropiado para ninguno de los dos. Camila y Andrés eran las personas más chismosas  que había podido encontrar en mi vida.

—Yo escuché que lo han pillado con la profesora de matemáticas. Habla emocionado mientras se sienta de forma brusca en una de las sillas. Saca de su bolso un paquete de papitas que están a la mitad. Sino estoy mal, esas papitas son las mismas que le vi sacar  el viernes. Hago una mueca.

— De ti no aceptaría ni un vaso con agua. Le digo mientras tomo de mi botella de agua. El me mira mientras mastica una esas papitas que deben estar más viejas y rancias que el pedazo de pan que siempre me encuentro al fondo de la nevera.

—     No te daría agua de todas maneras. Lo veo esculcar en la gran bolsa. Porque sí, el muy hambriento no compra de las pequeñas pero lo hace con la intención de que le dicen posiblemente hasta el mes. Tacaño.

Un día de estos encontraras un ratón ahí . Le señalo la bolsa mientras Camila pegada al celular ríe. Andrés nos mira ofendido.

—No eres graciosa. El rato que queda nos la pasamos burlando de algunos y sopesando cada teoría acerca de los rumores del profesor.

 



#8667 en Otros
#14389 en Novela romántica

En el texto hay: pasado, triste, amor celos

Editado: 05.05.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.