Era miércoles, bendito seas, querido miércoles.
Me gustaba mucho el día miércoles, no era mi favorito pero me agradaba lo suficiente como para levantarme tranquila y no fastidiar a media población con mi mal humor y mi quejadera.
Mamá se había levantado al parecer bastante temprano. El desayuno en la mesa y el aroma que flotaba en el aire era un indicio.
—Huele rico. Me acerco a la mesa y como buena hambrienta que soy miro que platos tienen más. Papá come más que yo, así que no puedo escoger ese. Localizo rápidamente el mío.
—Siempre haces eso, tendré que pesar la comida antes de servirla por tu culpa. Se sienta en la mesa, sin mirar siquiera el plato.
—No es mi culpa ser más inteligente que Gabriel. Me siento y comienzo a comer. Me gustan mucho estos desayunos, grasita por aquí, grasita por allá. No es que tengan una tonelada de aceite o que me vayan a provocar una tapada de arterias. Es solo que comer cereal con leche y yogurt todos los días puede llegar a resultar tedioso.
Seguimos comiendo, la mesa se termina de ocupar por ramiro y Gabriel a quien se le pintan unas rayas en toda la cara y tiene el cabello como el campo de guerra de una manada de ratas. Tan bonito
—Creo que si me pongo a buscar en tu cabello encontraría un pedazo de pan. Mamá ríe y le pasa las manos por el cabello, como si ya no lo tuviera lo suficientemente despeinado.
—Pareces la criatura de una vaca con ese lamido de vaca que tienes en esa cabeza. Lo ignoro y me centro en comer. El único que no ha hablado es Ramiro, que fijo, fijo representa mi cara al levantarme los lunes.
Termino de comer, recojo todo para lavarlo e irme rápido. Digo adiós como quince veces, provocando que Gabriel tire un pedazo de pan que golpea muy cerca mi cara.
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La gente hoy no me parece tan ruidosa, no parecen como si se drogaran antes de venir, pero aún se les ve contentos. Camila me atropella apenas cruzo la entrada.
—¿Debo asustarme acaso?. Le pregunto mientras me acomodo el bolso que cae de un hombro. La miro mientras ella también se acomoda.
—Ridícula que eres. Se engancha de mi brazo mientras nos lleva a las clases. Su cabello largo y alaciado se mueve con armonía, tipo comercial de shampoo, que promete un brillo espectacular, con una modelo que tiene el cabello más preparado que un brisket.
—Hay gente nueva. Me mira y arruga las cejas— ¿Quien carajos se pone a ser el nuevo a mitad de año?
Habla mientras atravesamos las puertas y sigue hablando sin quedarse callada más de diez segundos. Nos separamos para sentarnos.
—Esa desgraciada se quiere quedar con el dinero de papá, cree que su cara de idiota y risa falsa me van a convencer. Comenta con rabia hacia la novia de su padre, una mujer que conoció hace unos pocos meses y que al parecer encontró en el padre de Camila lo que siempre quiso hallar en un hombre. Dinero. Perdón, amor.
—¿Tu papá es lo suficientemente idiota para creerse algo así? . Me mira como si fuera la pregunta más estúpida que le he podido hacer.— bueno, talvez no sea tan estúpido como para dejarla embarazada. Trato de alentarla al menos.
—Eso espero, de todas formas hay escaleras en casa. Nos reímos de la broma. O espero que sea broma.
—A todas estas, ¿que tal tus papás?
Me desinflo, el tema de mis papás, se ha convertido en algo muy confuso y frustrante. Intento darle alguna respuesta pero el sonido de unos pasos hace callar el ambiente.
Un profesor bastante simpático, hace su entrada. El resto solo nos callamos y esperamos que diga algo, solo que él parece más perdido que una suricata en pleno polo norte. Se ve bastante joven y por su aspecto parece todo un cerebrito.
—Ehh, soy Tadeo y seré su profesor. Me parece gracioso su forma de presentarse casi parece que se lanza a la presidencia <<soy Tadeo y quiero ser su presidente >> se sigue presentando y solo puedo seguir asociándolo con un candidato a la presidencia que presenta sus propuestas. Seré su guía, su apoyo en todo lo que necesiten y bla bla bla. Solo falta prometer un jacuzzi en cada salón.
Se nota que no quiere seguir hablando pero no sé que clase de estudiantes cree que están aquí, convictos, personas con problemas de disciplina o si venimos de grupos armados. se ha creado un testamento en donde solo falta mandar a llamar a un notario. Nunca en mi vida había visto algo así, suficiente tengo con soportar la habladera de Camila.
—Llevo escuchándolo como media hora y sigo sin saber que materia dará. Camila me habla susurrando, lo cual es ganarse la mirada de medio salón.
—Solo sé que se llama Tadeo. Y promete ser el hermano que nunca tuve. Suspira nostálgico, Andrés quien me hace recordar a las señoras que se acercan a decirte que la comida cada día va más cara. Comenta de la nadado, asustandome un poco. Lo golpeo en el brazo para que se quite y no llame la atención. Giro el rostro fingiendo prestar atención mientras explica unas cosas sobre los métodos de las notas.
—…… y espero que nos podamos llevar bien en los futuros meses. No lo creo