Inferus

Capítulo 3

Jessica Cooper

El reloj de la pared de mi oficina me decía que ya eran las dos de la tarde, pronto llegaría Joan a la sede para platicarme de sus vacaciones o más bien viaje de trabajo, pero que para él siempre eran vacaciones, sabía que estaría fácilmente parloteando sobre eso por al menos unos cuarenta minutos por lo que decidí apurarme a firmar los documentos que me restaban antes de la Junta que tendría a las tres de la tarde para ver al nuevo personal de la zona de administración de la empresa de productos Naturales de quienes recién me había hecho socia.

Estaba escribiendo en mi computadora anotando las notas ya que mi secretario se encontraba de regreso y su ausencia si me afectaba en el tema de revisar las cosas que tenía que hacer, no quería admitirlo, pero él era muy competente en lo que hacía, además que era un hombre muy afable y sociable por lo que tenía múltiples amistades dentro de la empresa con los altos cargos de la sede, y muchas veces me informaba de los temas de problemas que se quedaban hasta los líderes de piso y que realmente no llegaban a mis oídos de no ser por Joan quién me notificaba de básicamente todo lo que pasaba.

Iba separando los documentos vistos y firmados con los que no estaban bien redactados y los rechazados. Un método que me servía para que rectificaran los documentos u que supieran el porqué estaban rechazados, realmente estaba entretenida revisando la documentación y riéndome de los fatídicos errores que tenían algunos de los trabajadores y no fue hasta que la puerta de mi oficina fue abierta, por lo que levanté la vista, ya que era un sonido distinto al teclear en la computadora o el lapicero deslizándose en las hojas pidiendo una redacción mejor o simplemente firmando los documentos.

Al levantar mi rostro pude ver a mi buen amigo Joan quien se recargó en el marco de la puerta mientras me venía con una gran sonrisa, me sorprendió el verlo tan sonriente, posiblemente algo bueno había pasado, tan pronto entró me vio con la pila usual de documentos y tomó la agenda que solía usar de mi escritorio mientras le daba una leída y comenzaba a reírse con una carcajada tan sutil como una alarma de incendios.

Pero la alarma de mi celular sonó indicándome que estaba a 5 minutos de la reunión de las 3 de la tarde, y él también sabía eso, por lo que le expliqué que sería para la reunión y simplemente entramos a la sala de juntas, me dispuse a ver a cada uno de los nuevos empleadores, cuando en ese momento se coló a mi aquella mirada seria de una bella Morena que yo sabía que conocía, que sorpresas traía la vida.

Ella fijó su mirada a Joan mientras él estaba buscando unas cosas en los papeles de la sala, posiblemente eran protocolos para explicarles como trabajar, pero yo no podía quitar la mirada de aquella morena cuya piel brillaba como el sol de la mañana, me sorprendió mucho verla allí pero tenía que ser profesional, por lo que hablé con ellos mientras la mayoría de ellos simplemente asentían pero ella no me miraba directamente así que lo dejé pasar.

Simplemente que al hablar me gustaba dejar la mirada en algunos por unos pocos segundos para que cada uno sintiese el contacto de mis palabras al mirarlos, pero la chica parecía mirar detrás de mí, recurso que incluso yo hago cuando deseo ignorar a alguien pero que parezca que le estoy prestando atención.

Observé la pequeña identificación con su apellido que llevaba en la parte superior de su pecho del lado izquierdo, que decía. “Rivera”, al menos ya sabía su apellido, ya que había una política dentro de la empresa, que los nuevos tenían que llevar esa identificación al menos un mes para que la gente se familiarizara con su apellido y no estar preguntando constantemente el apellido de los demás ni que te pregunten.

—Bueno, si alguno tiene algo que decirme puede decirme a mi primero—. Joan sonreía mientras explicaba—. Soy el secretario de la señora Jessica Cooper, y soy su mano derecha, por si llega a existir algún problema me lo pueden decir a mi para ver la forma de solucionarse más rápido.

La junta seguía como si nada, pero Rivera simplemente estaba frotando sus manos. ¿Acaso estaba nerviosa? Simplemente rasqué mi ceja en señal de hartazgo que fue entendida a la perfección por Joan quien decidió apurarse a no parlotear tanto como lo estaba haciendo.

Joan fue una persona importante en mi vida, sin él mi infancia hubiese sido más solitaria de lo que fue, desde pequeños nos conocemos, ya que mi padre en comparación mía era un hombre que tenía por regla que donde existía un negocio también había una amistad. El padre de Joan, el señor Ajax, tenía una empresa que en aquel tiempo era muy buena y como ambos éramos niños pequeños, se les hizo fácil a nuestros padres juntarnos para que llegáramos a ser amigos, cosa que no había cambiado después de muchos, e incluso después de que la empresa del señor Ajax quebrara por evasión de impuestos.

Mi padre acogió a Joan y fue básicamente un padrino para él, la educación que él recibió fue la misma que la mía, pero fue por decisión de él entrar como mi secretario, ya que decía que incluso si era muy buena para los negocios, ser ordenada no era mi fuerte como el de él, por esa ambos hacíamos un muy buen equipo. Me puse a revisar unos papeles que tendría que ver terminando la reunión y por ellos simplemente Joan se apresuró a decir:

—¿Queda alguna duda? —. Preguntó Joan mientras me veía con ganas de irme, y al ver que nadie respondió siguió hablando—. Si no hay ninguna duda, pueden regresar a sus lugares de trabajo para que comiencen a familiarizarse con el sector, muchas gracias por ser parte de este nuevo proyecto.




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