Jessica Cooper
La cena laboral era el día de hoy, la mayoría se veía mucho más arreglada de lo normal, cosa que me sorprendía mucho, era una cena donde habíamos tenido que rentar un restaurante entero para que los empleados se sintiesen más tranquilos. Era uno de mis restaurantes preferidos, “Craft” era un sitio muy ameno de comida de muy buena calidad, había ido a comer con Joan en numerosas ocasiones, y casi siempre era el sitio que escogíamos para eventos laborales como este.
Las mesas se habían juntado según los sectores, aunque se veía gente de más en algunas de las mesas indicándome las amistades que existían dentro de la misma empresa, por mi parte me encontraba tomando una copa de vino mientras comía con los jefes de cada sector y también se encontraba Rivera comiendo con nosotros debido a que ella fue invitada para festejar la nueva unión de los socios de aquella microempresa.
Ella se veía muy bien con esa sonrisa aperlada, ella se veía fantástica ese día, llevaba puesto un vestido rosa mexicano que aunque llegaba al piso, tenía una abertura del lado izquierdo, veía incluso más sonrientes a esos líderes que se encontraban en la misma mesa que yo, pero al ver a Joan, él parecía estar más interesado por lo que estaba pasando en otra de las mesas, quizás algo le había pasado, pero no era momento de preguntarle con toda la gente que se encontraba en la mesa.
—Jefa tiene que presentarme con la señorita Rivera que solo me dice señor—. Dijo Wilson mientras acomodaba su grisáceo cabello hacia atrás tratando de mostrarse galán y tirando miradas a Rivera quién las ignoraba.
—El distraído de tu lado—. Le dije a Rivera quién me escuchó de inmediato mientras me sonreía—. Es el señor Robert, líder del sector internacional, con él puedes ir si tienes que entregar algo que tenga que ir a alguna sede fuera del país, es un poco distraído pero muy bueno en resolver asuntos—. Señalé al de su izquierda el cual era Wilson—. Él es Wilson, el pertenece al sector de Logística, él está desde antes que yo estuviese en el puesto, él solía trabajar codo a codo con mi padre quien me comentó de su actitud pizpereta e incluso egocéntrica.
Eso hizo que todos comenzaran a reírse mientras el señor Wilson negaba mientras se reía con un ligero enrojecimiento en sus mejillas indicándome que se había avergonzado, seguía presentándoles a todos los líderes de los diferentes sectores que tenía la sede, desde el sector publicitario hasta el sector financiero de la empresa, ella simplemente estaba asintiendo a todo y riéndose, parecía ser una persona que sabía llevarse en un ambiente social, cosa que me agradaba.
Me sentía avergonzada por ir ese día tan bien arreglada pensando que la vería, traía un vestido de noche, ya que la cena laboral la hora de entrada era a partir de las nueve, pero el día anterior incluso sabiendo que ella se presentaría en “Inferus”, no fueron razón suficiente para no ir, parecía que me había dado gripa desde temprano el día sábado, por lo que no salí de mi casa en todo el día y Joan se quedó a cuidarme durante todo el día, e incluso si él no quería venir a la reunión y que no habría ningún problema decidí venir, ya que no sabía cuando tendría el pretexto de hablar tan libremente con ella en un ambiente laborar, incluso si me sentía un poco mareada con la medicación que había tomado.
Me estaba sintiendo un poco mareada por lo que decidí levantarme un momento mientras me excusaba de ir un momento al balcón a tomar aire limpio, ya que los líderes estaban fumando en la mesa, el olor del cigarro no era un verdadero problema, la cuestión es que me estaba comenzando a sentir mareada y no quería perder la conciencia frente a toda la empresa.
Al llegar al balcón de aquella tercera planta donde nos encontrábamos metidos la mayoría de los empleados de la sede, que me incluía, aunque fuese la jefa, seguía siendo parte del imperio cuyas bases construyó mi padre. Recargarme un momento mientras sentía el aire mover mi cabello mientras me refrescaba con aquella brisa nocturna que era acompañada por los ruidos nocturnos de la cuidad, incluso si la zona era un poco tranquilase podía sentir la tranquilidad.
Observé desde la distancia como una madre cargaba a un bebé por la calle mientras lo abrazaba y protegía por la delicadeza que el pequeño irradiaba, recordé a mi madre, habían pasado tantos años que no hablaba con ella, nunca fue una madre normal, era una mujer mucho más joven que mi padre, que había logrado engatusarlo durante los años en que la empresa despegó por primera vez, fue su esposa a los pocos meses hasta que se embarazó de mí, yo era el recordatorio constante de lo único que había hecho durante toda su vida, cosa que jamás lo dejó pasar ni un solo día.
Ella prefería estar en absolutamente todos lados menos en casa, de quién recuerdo haber sentido ese cariño materno, provino de una de empleadas que mi padre había contratado debido a que mi madre no quiso saber nada de mi desde que había cumplido los seis años, ni ella ni mi padre fueron quienes me acompañaron en las nuevas etapas, siempre eran los choferes que mi padre contrataba quienes me llevaban.
El estar sola siempre fue algo usual en mi vida, era muy extraño el día en que había alguien más en mi habitación, normalmente era mi madre para regañarme hasta el cansancio y tirar todas las cosas que había en mi habitación que después las recogerían las empleadas del hogar, pero el constante gritoneo y acciones que realizó mi madre, jamás las llegué a comprender incluso si el tiempo pasaba, ella jamás me había visto como su hija, para ella fui un seguro con el señor Cooper hasta que él decidió divorciarse de ella y no darle ni un centavo. Y así como el dinero que ella tuvo hasta ese momento, ella desapareció y nunca más volví a saber de ella.