Natalie Rivera
Me encontraba haciendo y organizando los horarios de los empleados del sector administrativo, observé mi reloj en forma de gato, decía que era un martes marcando las dos de la tarde, pronto sería la hora de comer de la empresa, observé como me llego un email de la jefa quién me solicitaba en su oficina en el último piso del edificio, desde aquel beso que me había dado, me había dado miedo, sentía que ella estaba logrando lentamente su cometido y yo si me estaba dando cuenta, así que no la dejaría entrar tan fácilmente.
Pero esas palabras se esfumaron tan pronto la vi toda sonriente tan pronto entré a la oficina, por alguna razón no estaba Joan, cosa que me parecía extraña, ya que estaba todo el día metido en su escritorio de secretario y buscando a alguien que buscaba directamente la jefa.
Al entrar ella venía vestida con un traje a la medida que era blanco pero tenía líneas verticales de color negro con una camisa negra que traía por dentro que hacía que el traje se viese incluso más sofisticado, ella me hizo sentarme mientras me preguntaba por mi fin de semana, inclusive si la acababa de ver el sábado, le conté acerca del resto del fin de la semana mientras contaba sobre mi hermano quién me vendría a ver para que lo conociese.
Ella se acercó a mí y me dio un simple beso en la mejilla mientras la veía sonrojada, pero trataba de mantener la compostura, cosa que me daba mucha risa, pero me entraban unas ganas de molestarla, así que al sentarse, simplemente la seguí con la mirada mientras me alzaba y me colocaba a un lado de ella, me detuve a tocar el pequeño saco que tenía puesto, parecía de tela de muy alta calidad, podía ver que ella estaba nerviosa, pero no me intereso.
— ¿Por qué no te sientas mejor? —,. Dijo Jessica de forma atropellada mientras yo simplemente me dedicaba a verla pero ella desviaba su mirada a un lado.
— ¿Y si no quiero? —. Pregunté desafiante mientras ella no sabía cómo responderme pero se reía por los nervios y no sabía que decir.
Pero antes de que ella me respondiese, entró alguien abriendo las puertas de par en par, era una mujer que parecía grande, quizás en sus cincuentas, se veía acalorada en un espacio que estaba todo climatizado, quizás había llegado corriendo, pero no tenía ninguna identificación en su camisa para indicar que trabajaba aquí, pero al mirar a Jessica observé como su mandíbula estaba muy tensa y su ceño se frunció, pasó a enojarse en unos pocos segundos, ¿quién era esa mujer?
—Hija mía—. En ese momento sus palabras me hicieron darme cuenta de que se trataba de la madre de Jessica, pero por qué ella no la había mencionado, la mujer trató de abrazarla, pero ella simplemente la esquivó—. ¿Quién es esta mujer hija? ¿Acaso seguirás los mismos pasos de tu padre de tomar amantes en el trabajo? Pero por qué una mujer hija , ¿No sabes que eso está fuera del camino del señor?
Estaba tan sorprendida de la forma en que se dirigió a mi como una amante, y metía al señor Cooper en la conversación, pero pude ver lo tensa y molesta que estaba Jessica con la presencia de esa mujer quién estaba regañándola como una pequeña niña, trató de jalarme para sacarme de la oficina, pero antes de que pasaran antes de cinco segundo, Jessica quitó la mano de aquella mujer sobre la mía y la señaló para hablarle seriamente.
—Todavía tienes el descaro de decirme hija, yo no soy conocida de usted señora Blake—. Ella la seguía señalando mientras Jessica la miraba acusatoriamente—. Le prohíbo que hable de mi padre y también que se dirija a Rivera de esa forma, ella no es como usted.
—Ten mucho cuidado a donde te metas por qué yo soy tu madre, tú saliste de mí y tú eres por lo tanto mi hija—. La señora comenzó a hablar, mientras soltaba tales verdades que Jessica ni siquiera refutó.
—Le recomiendo que se vaya de forma pacífica de MI oficina—. Remarcó Jessica mientras ponía su mano en el teléfono de su escritorio—. O llamaré a seguridad para que la saquen del edificio.
—Por favor, hija, tú sabes que no te ofendería, simplemente necesito ayuda, tu padre ya no me quiere dar más dinero por que se volverá a casar—. Parecía ser que el señor Cooper no perdía el tiempo con tener una mujer en su vida, pero a Jessica parecía no importarle lo que decía esa mujer desdichada que tenía una mirada y comenzaba a llorar mientras se le quebraba la voz—. Necesito el dinero, prácticamente debo muchos meses de renta y me quieren dejar en la calle.
—Entonces consigue un trabajo, no pretendas ser una mantenida más—. La mujer dejó de llorar al ver que no obtendría nada de la mujer que tenía a mi lado que jamás la había visto tan molesta—. O quizás deberías irte a buscar a otro magnate , quizás engendrar otra hija y dejarla a su pobre suerte mientras vives nuevamente la vida que tenías, señora Kate.
—Eres una malagradecida, no debí tenerte—. Dijo la mujer despectivamente pero esas palabras no hicieron inmutar a Jessica quién levantó el teléfono y le ordenó a seguridad que subiese a su oficina y se llevara a la molesta mujer que había entrado a ella.
La mujer salió antes de que entrase seguridad, pero pude ver desde la entrada como estaba Joan con un poco de comida para llevar en sus manos mientras veía con los ojos muy abiertos a aquella mujer que simplemente le ignoró por ser el mejor amigo de su hija. Jessica simplemente se sentó de golpe en la silla asustándome mientras se frotaba fuertemente su sien y tanto yo como Joan estábamos expectantes por ver que era lo que ella estaba por decir.