Natalie Rivera
Era un día normal como cualquier otro en la cuidad, me tomé mi café de siempre mientras entraba a mi cubículo usual para trabajar en la empresa Cooper, pude ver como se encontraba hablando con el líder del sector mientras este meneaba sus manos sudorosas por estar enfrente de la Jessica quién podía ser una líder intimidante, seguía prestando atención al trabajo mientras tecleaba a toda velocidad las cosas que tenía que hacer durante el día, para tener una orden de realización de mis tareas laborales, y no perder tanto tiempo y poder salir temprano de la empresa.
Me quedé escuchando música mientras mis compañeros de los cubículos igual se encontraban trabajando, pensé en la nueva coreografía solitaria que me tocaría presentar en el Club en unos tres días ya que apenas era miércoles, y la semana ya se encontraba casi a la mitad.
Las cosas en la colonia no estaban para nada bien, las peleas de pandilleros se hacían más frecuentes y escandalosas al pasar de los días, además que había mucho movimiento de gente dentro del barrio, y todo esto había comenzado desde la escapada del señor Paul Ajax, cuyo hijo no había regresado a trabajar, ya que se presumía que él lo hacía desde casa por órdenes de Jessica quién se veía un poco más agotada de lo normal por alguna razón y la mayoría de las personas pensaban que era por la ausencia de su mano derecha que se encargaba de muchas de las situaciones que ocurrían dentro de la sede.
También habían llegado ciertas personas a merodear la zona, parecían investigadores privados que rondaban por el barrio, me preocupaba que algo turbio estuviese sucediendo en mi hogar, pero debía tener cuidado, las malas lenguas decían muchas cosas que podían ser o no verdad, por lo que pronto se sabría la realidad.
Decidí salir un momento a la azotea ya que comencé a sentirme mareada con una de las fragancias que habían usado para limpiar en esa mañana y que llevaba demasiado tiempo inhalándola y sentía como paulatinamente me iba mareando. Al subir poco a poca las escaleras, escuchaba como alguien estaba hablando en la azotea en donde no solía haber nadie. Observé como el líder del sector hablaba con mucho cariño a su esposa por medio del celular, con un tono tan meloso que casi podía darle pena a alguien que lo estuviese escuchando.
Al dar un paso para acercarme a la azotea, mis pasadas hicieron que él guardase el celular apenado mientras se despedía y salía avergonzado del lugar, haciéndome suspirar mientras me recargaba en el barandal y miraba al cielo del sitio, quera un cielo grisáceo que me indicaba que pronto llovería, escuché como abrieron la pesada puerta de metal que me alertó y observé a Jessica quién entró con una gran sonrisa, ella traía algo en su mano, que al verlo con mayor detenimiento, era una pequeña caja de roles de canela caseros que provenían de una pequeña panadería que se encontraba a unas diez cuadras, me sorprendió verle con eso en la mano, ya que en alguna ocasión le había mencionado que quería probarles.
—¿Quieres? —. Me preguntó ella mientras la veía abrir la pequeña caja de cartón que al mover los pedazos de cartón se pudo sentir el olor a pan recién orneado con el toque característico de la canela—. He ido a comprar unos panes que le gustaría a Joan y te he traído esto.
—Gracias—. Fue todo lo que le pude decirle mientras tomaba uno de los roles y lo degustaba con la tranquilidad que merecía, pero decidí preguntarle a Jessica después de tragar el primer bocado para seguir comiendo —. ¿Cómo está Joan?
—Regresará la próxima semana a trabajar, realmente me hace un poco de falta ya que sin él aquí las cosas se sienten distintas y todas las pequeñeces las tengo que resolver yo directamente y por eso me he trasnochado estos días por su ausencia—. Ella hablaba mientras yo simplemente asentía si saber que decir ya que estaba encantada con los roles de canela que me había traído—. Pronto habrá ascensos de puestos, deberías de intentar postularte para alguno, un poco más de dinero siempre viene bien.
Ella simplemente se recargó en aquel limpio barandal mientras observaba el cielo que seguía grisáceo, vi como ella suspiró y simplemente cerró los ojos por un momento, pude observar las ojeras que adornaban su rostro que me indicaba que no había esto durmiendo bien en estos días tal y como ella lo había dicho, parecía que la falta de Joan en la empresa era muy evidente.
—Trataré de postularme a un puesto más alto—. Dije no tan segura, pero ella simplemente me dio unas palmaditas en la cabeza, su toque se sentía muy delicado por cálido al mismo tiempo—. Pero no prometo nada.
—Deberías de intentarlo, además los puestos altos que son los encargados de esos asuntos te vieron trabajar en aquella presentación que hiciste y se llevaron una buena imagen de ti—. Dijo ella mientras la veía cerrar la caja de rollos de canela que me comería mientras trabajase al rato—. ¿Qué opinas ir a un restaurante que está cerca de donde vivo? Lo acababan de inaugurar, pero las cosas que venden se ven buenas, para ir juntas, incluso si no te gusta podemos pedir algo cerca y comer en mi departamento ¿qué opinas?
—Podemos ir al nuevo restaurante que dices al terminar el trabajo, te esperaré en tu estacionamiento personal—. Le dije mientras tomaba la caja y me acercaba a ella. El vestido ceñido que tenía ese día lo sentía como un imán que me hacía acercarme a ella de forma peligrosa, ella simplemente se quedó parada y me acerqué para dejar un pequeño beso en la comisura derecha de sus labios y simplemente le guiñé el ojo para retirarme a mi cubículo—. Lo espero con ansias.