Jessica Cooper
Finalmente el sábado había llegado, me sorprendía que tan rápido me había curado, pero algo que no me podía perder sería la presentación que daría “La intocable”, decidí sentarme en mi lugar usual, tan pronto llegué el bar tender me ofreció una bebida y e pedí un mojito, aquel sitio estaba igual de lleno como lo usual.
Joan no me había hablado en dos días, cosa que era muy extraña para mí, pero sabía que había llegado a trabajar hasta ayer en la sede, por qué el portero me lo notificó, me sorprendí al saber que él no me respondía los mensajes, pero quizás había dejado su celular descargado, ya que conociéndolo no lo había cargado. Le hablaría tan pronto saliese del club. Observé como un hombre de mediana edad con unas cuantas canas se me acercó a hablarme muy confianzudo mientras me extendía su mano.
—Soy Michael Smith, el dueño de “Inferus”—. Parecía ser este el jefe de Rivera, por lo que le correspondí el saludo mientras le escuchaba—. La he visto que no pudo dejar de venir desde la primera vez que vi a la joya de “Inferus”.
—Creo que ya me he convertido en una cliente regular—. Dije mientras me reía un poco para darle un poco de confianza al hombre—. Es una joya muy bella por cierto.
—Pero recuerda que las joyas solo son para ser admiradas, si las pones en las manos equivocadas pueden perder su valor ¿No lo crees?
El tono que había usado no me agradaba, lo sentía como una advertencia, pero solo lo vi como se levantaba del lugar y desaparecía entre la multitud de las personas que se mantenía expectante ante la presentación de Rivera que parecía comenzar, ya que las luces del lugar se apagaron y los reflectores apuntaron en un punto específico que era la entrada a la pista de baile. En esta ocasión traía un pequeño traje plateado, mientras bailaba sensualmente contra el tubo de baile con aquellos tacones tan altos que hacían que mi espalda doliese solo de pensar en usarlos, pero ella los usaba para bailar y hacer que sus movimientos fuesen más fluidos.
La gente gritaba eufórica mientras dejaban el dinero en la pista de baile en donde se encontraba Rivera bailando, pero ella simplemente bailaba como si estuviese por encima de todos, y no le prestaba atención a nadie, me sorprendía la capacidad que ella tenía para atraer a las masas y no era de menos, sus movimientos eran dignos para ella, mientras ella seguía bailando era como un momento en donde todo se quedaba en pausa, el mundo en su totalidad la aclamaba y mis ojos solo podían centrarse en ella.
Aunque la sensación duró poco, ya que la presentación de Rivera terminó con una gran ronda de aplausos, y personas que como yo la iban a ver cada sábado, tan pronto terminó su presentación se levantaron para irse de ver la presentación de “La intocable”, por mi parte me fui a colar a la parte de atrás en donde estaban todos los empleados del lugar esperando a que su turno comenzara o ya se iban a sus casas, mientras vi como Rivera estaba con su bata blanca mientras la veía limpiarse el sudor.
—Hola—. Vi como ella simplemente se sentaba mientras la veía con una gran sonrisa, pero un poco agitada por que recién acababa de salir.
—Hay un restaurant buenísimo que acaban de abrir en una plaza comercial a unas cuantas cuadras de aquí, si quieres podemos ir—. Le comenté mientras ella simplemente asentía y la veía sacar su ropa casual de una maleta—. Si quieres te puedo esperar y salir por la parte trasera.
—Está bien—. Ella simplemente me dijo y yo salí con emoción a la parte trasera en donde estaba mi carro y entré a el.
Incluso cuando salí escuché a las bailarinas hablar con sorpresa de mi presencia y aunque quería escuchar la respuesta de Rivera, no podía quedarme allí ya que parecería una mujer que estuviese esperando algo, cuando debería de estar en mi carro que fue a donde me dirigí a esperarla con el clima del vehículo encendido mientras ponía un poco de música y trataba de relajarme.
Estuve una canción y media esperando hasta que finalmente alguien le dio unos golpecitos a la ventana y al voltear era Rivera, por lo que abrí los seguros del auto y la dejé entrar, tan pronto ella cerró la puerta, arranqué el carro para poder llegar al lugar, incluso si ella no decía nada, el silencio de ambas estaba siendo ocupado por la música que no dejaba de sonar. Me concentré al manejar para que no pasara nada y logramos llegar con tranquilidad a la plaza mientras estacionaba el auto en aquel estacionamiento que era cuidado por guardias que trabajaban en el mismo establecimiento.
Nos bajamos y no fue hasta en ese momento que ví las ropas usuales que traía Rivera, era diferente a la ropa formal con la que solía verla de vez en cuando en la empresa, esta vez traía una camiseta roja igual que unos tenis del mismo color con unos pantalones de mezclilla, su pelo ondulado pero frondoso me sorprendía, y al caminar detrás de ella dejaba un camino de olor por donde pasaba, olía a su champú que combinado con aquel perfume que traía lo hacía volverse uno de los olores más deliciosos que alguna vez hubiese tenido la oportunidad de presenciar.
Al entrar nos hicieron pasar, pero pedí una de las zonas Vip que tenía el restaurante, ya que al ser nuevo y su inauguración había sido hace poco, la gente venía de curiosas para comer y el lugar se encontraba repleto, el hombre de la entrada lo entendió a la perfección y nos ofreció una de las mesas más retiradas del sitio, prácticamente no había nadie en esa parte del restaurante a excepción del personal del sitio. Le agradecí y le di una propina al hombre quien comenzó a movilizar con velocidad al personal para nos atendieran.