Natalie Rivera
Era un viernes por la mañana, el día de hoy regresaba los trabajadores a la sede, por lo que decidí ir a trabajar, aunque no todas las cosas estaban desempacadas en el apartamento que me había comprado Jessica, era lo suficiente para estar cómoda para ir poco a poco sacando las cosas, mientras recordaba la sorpresa de mi hermano al llegar por primera vez al departamento.
Se había sorprendido tanto al punto de abrazarme emocionado mientras se ponía a brincar conmigo emocionado, me preguntó si esto era obra de la señorita Cooper, por lo que afirmé y él se quedó un poco serio, pero me dijo que él quería hablar seriamente con ella, así que quizás y llegaría a hacerme una visita al trabajo, cosa que no me molesta, decidí ir a la oficina de la jefa ya que ella me había dicho desde ayer que podía ir desde temprano a su oficina, pero al entrar al piso por medio del elevador escuché gritos entre ella y alguien más.
—¡No pienso aceptarlo! —. Por su tono alterado pude distinguir la voz de Joan, pero no podía entender por qué estaba tan molesto—. ¡Se está aprovechando!
—¡Claro que no! —. Le gritó ella, incluso estando detrás de las puertas de la oficina de Jessica podía escucharlos porque estaba en el mismo piso—. ¡Pensé que estarías feliz por mi Joan!
—¡No lo estoy! —. Le respondió él mientras los gritos parecían aumentar, pero seguía sin entender el motivo de su pelea—. ¡Estuve solo unos días fuera y me sales con esto! ¡Te va a dejar tal y como tu madre hizo con tu padre!
—¡No te atrevas hablar de mi madre! ¡Ella es muy diferente de mi madre! —. Ahora entendía por qué peleaban, era por mí, tenía la necesidad de entrar, pero no quería que las cosas entre ellos quedasen rotas, eran amigos de toda la vida.
—¡Pero yo no quiero eso para ti! —. Le dijo él mientras le escuchaba gritar pero hablo en su tono normal, por lo que me acerqué un poco más pero no me percaté que el pestillo no estaba puesto y que la puerta estaba sin atrancar.
Me dejé caer en la puerta, al caer estrepitosamente en el suelo abriendo las puertas pude ver que los dos dejaron de gritarse, Jessica corrió para levantarme mientras Joan solo suspiraba molesto y me miró a los ojos, era una mirada de odio puro, no entendía que tenía en contra mía, pero quizás ante sus ojos yo era una buscona quería mantenerse económicamente estable y ser una vividora a costas del dinero de Jessica, pero sabía que su enojo iba más allá de ese mero motivo, incluso con la madre de ella, no tuvo una reacción tan molesta con esa mujer.
—Además de una vividora, eres una fisgona—. Dijo él despectivamente mientras me miraba de arriba abajo, pero Jessica se metió delante mío y señaló a Joan como si lo amenazara.
—No le digas esas cosas, si no yo estaré molesta contigo y solo tú sabes cómo me pongo cuando estoy molesta.
—Y tú también sabes cómo me pongo yo cuando me molesto, por eso, no trabajaré mientras ella este aquí—. Dijo el mientras tiraba los papeles del escritorio de Jessica como si estuviese haciendo una especie de rabieta para después amenazar mordazmente—. Así que empieza a buscar mi remplazo si es que lo encuentras.
—Entonces toma tus cosas y vete—. Le dijo ella con seguridad mientras él abría los ojos mientras se deba cuenta de la situación que había ido muy lejos.
—Espera Jessica no hay necesidad de ponernos así—. Parecía que había pensado por fin las cosas y había cambiado de estrategia para poder hablar con ella mientras yo era una simple espectadora ya que no me quería ver más involucrada de lo que ya estaba —. Mejor hay que tranquilizarnos.
—No lo haré, siempre quieres hacer lo mismo, comenzar a enojarte de las cosas, gritarme y después fingir que nada pasa mientras me hablas tranquilamente—. Dijo ella muy molesta, era la segunda vez que la veía de esa forma, la primera había sido cuando su madre había llegado a esta misma oficina—. Tú mismo lo has dicho, buscaré un remplazo para tu puesto.
—No digas tonterías Jessica—. Dijo él tan tranquilamente pero al ver que la cara de Jessica se mantenía escéptica el comenzó a entrar en pánico—. Hemos sido amigos por tanto tiempo, tú sabes cuánto tiempo le he dedicado a esta empresa, lo sabes, todo este embrollo ha sido por esta buscona.
—Deja de decirle esas cosas Joan—. Ella seguía enojada mientas veía como tensaba su mandíbula y Joan se asustaba—. ¿Por qué es que tienes el descaro de decirle esas cosas teniéndola deferente y sabiendo todo lo que te platique recién?
—¡Por que tiene deudas con todo mundo! —. Gritó él mientras yo me quedaba sorprendida por lo que estaba por decir—. ¡Tiene deudas con muchísimos bancos para pagar prestaciones y se quiere quedar con tu dinero!
—Yo ya sabía eso—. Dijo Jessica mientras se relajaba un poco pero seguía viendo su ceño fruncido para que tanto yo como Joan quedáramos sorprendidos —. Toma tus cosas y sal de la empresa, o este problema se hará más grande y tú lo sabes.
Él tomó sus cosas que eran su celular y unas cuantas carpetas con posibles balances en los que estuvo trabajando las metió con enojo en un portafolio que estaba enfrente suya, lo observé meter todo con una furia o frustración que me asustó, pero él se fue sin decir una sola palabra, tan pronto él salió de la oficina azotando la puerta antes de llegar al elevador, mientras salía maldiciendo a diestra y siniestra.