Natalie Rivera
Me encontraba en ese momento en una de las gradas de un campo de Beisbol, jugarían Red Sox contra los Dogers en ese momento estábamos esperando a que el partido comenzara, se encontraba con mi hermano que veía todo muy emocionado mientras Jessica veía todo con un poco de confusión mientras la veía leyendo su celular para instruirse un poco de la historia de los equipos, cosa que me hizo reír.
Había logrado obtener los boletos para un partido de la final, me sorprendía como los había conseguido, al igual que le había regalado una camiseta del equipo favorito de mi hermanito, Red Sox mientras el gritaba de la emoción a tal punto que me daba miedo que quedase afónico, pero sabía que se la estaba pasando increíble, recordé todas esas veces que él me dijo que tan pronto pagaríamos las deudas, él me invitaría una salida a un partido de béisbol que tanto veíamos por televisión.
La vi con aquella gorra del equipo favorito de Rogelio mientras trataba de taparse del sol que nos daba desde las gradas, la veía murmurar cosas, mientras se movía la camisa viendo como gotitas de sudor caían por su camisa. Ella tomó mi mano y besó el dorso mientras mi hermano estaba distraído gritándole a los jugadores que entraban para saludarse como solían hacerlo al inicio del partido.
—¿Quieren unas sodas? —. Me preguntó ella mientras se levantaba de su asiento con su celular, mi hermano no le hizo caso, pero sabía que querría una bebida para refrescar su garganta.
—Trae una para cada quién—. LE dije mientras ella solo asentía, pero se acercó rápidamente para robarme un beso mientras me sostenía de la cintura y después al irse me guiño el ojo para ir por las bebidas.
Mi hermano regresó a sentarse por que las personas que estaban detrás nuestra comenzaron a exclamar que mejor mi hermano se sentara que ya iba a comenzar el partido y él les hizo caso a aquellos hombres que parecían de la tercera edad, comenzó a voltear a todos lados como si buscase algo, y se me quedó viendo como si yo tuviese la capacidad de saber que era lo que quería, así que él halo al ver que no recibiría respuesta alguna.
—¿Dónde está Jessica? —. Preguntó Rogelio mientras yo le explicaba que había ido por bebidas—. Así que todo ya está pagado verdad, me alegra mucho que nos haya traído hasta aquí con todo y7 también que me regalara esta camiseta, así que poco a poco se está ganando mi confianza, pensé que sería como la típica empresaria seria y con cara de amargada.
—Tienes que darle las gracias por la camiseta—. Le dije mientras él solo asentía—. Es cierto, ella da esa imagen de empresaria, pero en realidad es muy dulce.
—Puede que ella sea dulce, pero ¿sabes lo dulce que es ya no tener deudas sobre tu cuello y estar disfrutando un partido de beisbol? —. Me preguntó el en broma mientras yo me reía por las caras que hacía—. Terminando estos meses, regresaré a estudiar con la conciencia tranquila de que tú ya no estarás en “Inferus”.
—Ya he hablado con Michael, él incluso si no estuvo de acuerdo, ha aceptado mi renuncia como corresponde—. Le respondí a mi hermano quién suspiró aliviado, a que él también estaba consciente del mal ambiente laboral que había en el sitio—. Fui con Jessica quién me dio apoyo emocional, ya que si hubiese ido sola, lo más probable es que no hubiese podido hacerlo.
—¿Y qué harás ahora? —. Me preguntó él mientras se recargaba en los asientos mientras veíamos cómodamente las jugadas de los beisbolistas.
—Seguiré escalando en la empresa de Cooper y relajarme por primera vez en muchos años—. Le dije mientras recordaba aquel alivio de ver mi cuenta bancaria por primera vez sin números rojos—. Quizás irme de viaje, o simplemente pasar todo el día acostada sin hacer absolutamente nada.
—Todos suenan como buenos planes a futuro—. Me dijo él mientr5as seguíamos viendo el partido.
Estuvimos al menos unos cuantos minutos solo los dos mientras celebrábamos las jugadas que realizaba nuestro equipo favorito en su entrada, para que al cabo de unos minutos llegase Jessica quién traía una pequeña charola con nuestras tres bebidas y un poco de frituras que había conseguido a las afueras del campo en donde vendían todas esas cosas, mi hermano tomé unos cuantos sorbos de la bebida mientras la dejaba cerca de sus pies.
Jessica incluso si no comprendía mucho, si veía que los dos celebrábamos ella aplaudía un poco con una sonrisa de lado, situación que me hizo reír, pero ella no lo notaba por lo alto del bullicio que había por ser la final de las grandes ligas, me sorprendía mucho el esfuerzo que ella había puesto para preparar todo, ya que solo nos había dicho que iríamos a los ángeles a recoger unas cosas y que ambos fuéramos con ella.
Mi hermano había estado molesto estos días ya que quería ver el partido desde casa, pero él accedió venir, ya que no había venido a Los Ángeles y era un viaje gratis, así que se tragó sus enojos y decidió acompañarnos, y la emoción de mi hermano creció tan pronto abrió el regalo que ella le había preparado, una camiseta con una talla que yo le había dicho, ya que ella había preguntado, me imaginaba que le regalaría una camiseta, pero jamás que nos invitaría a venir al partido final de la liga, que en cuanto llegamos, mi hermano la abrazó muy contento por la oportunidad de venir.
Recordé que sentí la misma euforia cuando ella pagó las deudas que llegaban tantos años agobiándome, recuerdo haber abrazado llorando a Jessica quién solo me abrazó mientras me daba unas leves palmaditas mientras me decía que ya todo estaba resuelto, no sabía que alguien tan bueno como ella podía existir, sabía también que Joan y ella se habían reconciliado, pero él seguía siendo un poco distante conmigo y algunas veces me daba miedo su mirada, pero sabía que mientras yo no le causara problemas, él no me los causaría a mí.