El callejón estaba cubierto por un tinte rojo negruzco, mientras que las paredes tenían indicios de que habían sido golpeadas con un objeto contundente, formando grietas en ella.
Sara se acercó a la pared y tocó una de las grietas con su mano desnuda. Comprobando la profundidad con sus dedos, también sintió que era un corte liso y casi perfecto. Después se arrodilló y tocó el tinte rojo antes de llevarse uno de sus dedos a su boca.
—Sangre.
Cuando se levantó, unas luces la iluminaron por su espalda.
—Manos arriba y dese la vuelta.
Sara levantó sus manos y se giró poco a poco, al ser el objetivo de las linternas no pudo evitar cerrar los ojos levemente. Detrás de los hombres que la apuntaban con las linternas pudo ver que había unas luces azules intermitentes.
—Policías... genial...
Sara suspiró y dejó que uno de los policías le pusiera las esposas antes de encerrarla en la parte trasera del vehículo. Al pasar media hora, más policías aparecieron y acordonaron el callejón antes de que los dos hombres que la detuvieron se la llevaran al cuartel.
Sara estaba sentada frente a una mesa blanca con sus manos esposadas. En la pared frente a ella había un espejo y una cámara de vigilancia en la esquina superior izquierda. Los policías detrás del espejo anotaron su comportamiento y cómo iba vestida.
Sara llevaba unos deportes llenos de barro y sangre, con unos pantalones negros raídos y una camiseta de mangas cortas negra. Sus ojos castaños miraban fijamente el espejo, aunque a los policías no les importó, ya que ellos se fijaron en la piel morena de Sara que tenía varias manchas de sangre seca.
Tras unos minutos, la puerta de la derecha se abrió y entraron dos policías que se sentaron frente a Sara.
—¿Cuál es su nombre?
El policía de mayor edad preguntó mientras sacaba un cuaderno y un bolígrafo del bolsillo de su camisa.
—Es de mala educación preguntar el nombre de una persona que no conoces sin decir el tuyo primero.
El policía sonrió antes de escribir en su cuaderno un par de líneas y volver a mirar a Sara.
—Me llamo Thomson, tengo 57 años y soy del departamento criminal.
Sara dejó de mirar al espejo y miró a Thomson.
—Soy Sara, tengo 26 años y estoy por aquí de paso.
El otro policía comenzó a hablar mientras Thomson seguía escribiendo.
—Yo soy Kevin, vamos a hacerle unas preguntas que tiene que responder, una vez que lo haga estará bajo vigilancia.
Sara asintió con la cabeza y miró a Kevin.
—¿Qué hacía en el callejón?
—Buscaba algo que perdí.
Kevin miró a Thomson, el cuál le dijo que continuara con un gesto de mano.
—¿Qué estabas buscando?
Sara cerró los ojos mientras alzaba sus hombros y contestaba.
—No lo sé.
—Pero si estabas buscando algo que perdiste, ¿cómo no puedes saberlo?
Sara abrió los ojos y miró fijamente a Kevin.
—Eso podría decirlo también, ¿cómo es posible que el callejón tuviera sangre, pero que no hubiera ningún cuerpo?
Thomson levantó la mirada de su cuaderno y miró a Sara.
—¿Cómo sabes eso?
Sara sonrió y contestó.
—Tengo mis propios métodos.
Kevin dejó de sonreír y se levantó de la silla mientras se inclinaba hacia Sara.
—Te podríamos denunciar por obstrucción a la justicia si no hablas.
Sara miró a Kevin con indiferencia.
—Entonces, ¿queréis la verdad?
—Eso es lo único que queremos. Si nos ayuda en el caso la pondremos bajo protección de testigos.
Thomson se apresuró a contestar.
—Eso no serviría de nada.
Kevin se sentó de nuevo mientras Thomson levantaba su pulgar.
—¿Por qué dice eso?
Sara miró a Thomson y habló.
—En el callejón todo estaba cubierto de sangre, sin embargo no había ningún cuerpo. También estaban las grietas en las paredes, pero si uno toca las grietas se dará cuenta de que son cortes lisos y...
—Sin rodeos.
Kevin la interrumpió.
—Un alma del infierno.
Thomson y Kevin miraron a Sara sin comprenderla.
—¿Qué?
—Lo explicaré para que podáis entenderlo. Cuando un alma que está siendo torturada en el infierno se escapa, consigue una habilidad que le permite adquirir el cuerpo de otra persona viva. En ese momento el alma de la persona viva es devorada por el alma que se ha escapado, y una vez que ocurre eso, el alma se ve obligada a seguir consumiendo almas hasta que regrese al infierno, muera, o pase otra cosa...
Thomson y Kevin se quedaron mirando a Sara por unos momentos, antes de que ambos se levantaran.
—Kevin llama a un psicólogo.
Tras la orden, Kevin se fue. Antes de que Thomson pudiera salir por la puerta, Sara le habló.
—Si fuera usted tendría cuidado, esa alma debe tener algo con lo que puede cortar hormigón limpiamente, si la usa contra un humano no quiero ni imaginarme el resultado.
Thomson la miró por un momento antes de cerrar la puerta y llamarla "loca".
Thomson estaba detrás del espejo de la sala de interrogatorios.
—¿Habéis encontrado algo de esta chica?
Uno de los policías negó con la cabeza mientras contestaba.
—No tiene identificación, ni nacionalidad, ni apellidos. La he buscado por todas partes pero no aparece.
Thomson se frotó los ojos y se sentó.
—¿Y su muestra de ADN o su huella dactilar?
El policía cogió unos documentos y se los dio a Thomson con algo de temor.
—Esto es lo que hemos encontrado.
Thomson leyó el documento. Cuando terminó de leerlo, miró la sala de interrogatorios vacía. Sara había desaparecido.
—Dad la alarma, esa chica no debe andar lejos, también id a buscar a Kevin y decidle que prepare un equipo de asalto.
Los policías avisaron por radio a todos los coches patrulla, después de eso se fueron. Thomson dejó en la mesa el documento con la información de Sara mientras la leía una vez más.
«Sara desapareció a la edad de 26 años hace 10 meses. Cuando desapareció, varios civiles informaron de haberla visto en lugares dónde se encontraron cadáveres. Sin embargo, se cree que los civiles poseen alguna enfermedad mental, ya que decían que era acompañada por un "demonio". A día de hoy, sigue desaparecida. Sus rasgos faciales y medidas son...»