Vlad dejó en la mesa su diario y con los ojos inyectados en sangre, sonrió mientras se dirigía a la puerta.
Cuando la cerró, casi al instante, en el espejo apareció Vlad al lado de Sara. Ella lo miró con los ojos tintados en blanco y siguió hablando.
<Detrás suya está... detrás suya está...>
—¿Quién está detrás de John?
Al escuchar la pregunta de Vlad, Sara se giró y miró el lugar al que le daba la espalda. Después de un breve momento, volvió a dirigir su mirada a Vlad y continuó diciendo lo mismo.
<Detrás suya está... detrás suya está...>
—¿Puede ser que lo que estás viendo es una mujer con un vestido blanco?
Sara se quedó en silencio por un momento antes de que comenzara a temblar, poco a poco, las lágrimas cubrieron su rostro.
<Sí... ella es... es... peligrosa...>
Al contrario de lo que Vlad esperaba, Sara no le dio a conocer su nombre, sino que era peligrosa. Vlad suspiró y agarró a Sara por el cuello mientras que ella decía lo mismo una y otra vez, "peligrosa".
—Así no me sirves de mucho, así que devoraré tu alma.
Vlad apretó su agarre y, poco a poco, Sara dejó de hablar y su cuerpo y ropa se incineraban en llamas negras. Cuando finalmente Vlad cerró su mano en un puño, la figura de Sara no existía, en su lugar había una llama negra que ardía vivamente, al ver esa llama, Vlad se sorprendió.
—Así que una parca no tiene cuerpo físico, sino que es un alma en su totalidad. Fascinante, ¿cómo lo harán en el infierno para lograrlo? ¿Y cómo logran modelar el alma para que tenga forma?
Tras perderse en sus deseos de conocimiento, Vlad absorbió la llama negra a través de su boca. Los primeros segundos le pareció que estaba tragando magma y tanto su boca como su garganta le ardían con dolor, pero después de unos minutos su sistema nervioso dejó de funcionar, provocando que no sintiera ningún tipo de dolor mientras se tragaba el alma de Sara.
Cuando Vlad tragaba almas mortales no sentía nada y nunca tuvo la oportunidad de devorar el alma de una parca, pero ahora notó la diferencia entre ambas. Devorar almas mortales les permitía a los prófugos del infierno evolucionar, en el nivel 1 desarrollaban un cuerpo físico y en el nivel 2 conseguían una longevidad de varios milenios. En cada nivel necesitaban algo específico, pero las almas de nivel 2 nunca llegaron al nivel 3 porque necesitaban algo casi imposible de conseguir, el alma de una parca, pero cada vez que un alma llegaba al nivel 2 era encerrado en el purgatorio.
Esto era lo que descubrió Vlad a lo largo de los años y apuntó en su diario, incluso hizo un listado de las posibles habilidades que obtendría un alma en el proceso. Aunque antes de que pudiera comprobar sus investigaciones, Miguel y su séquito de serafines lo encerraron en el purgatorio.
Aunque ahora entendía como nunca antes había aparecido ningún alma de nivel 3, el dolor causado por devorar el alma de una parca no era físico, sino que destruía el alma lentamente. Por lo que cada vez que un prófugo obtuviera el alma de una parca para llegar al nivel 3, el prófugo era destruido en el proceso.
A diferencia de los otros prófugos, Vlad tenía su habilidad de inmortalidad, la cual le otorgaba un cuerpo físico incapaz de morir y un alma que no podría ser destruida, aunque el dolor aún persistía, creía que sería suficiente para llegar al nivel 3.
Mientras Vlad luchaba con el dolor para mantenerse consciente, Omega apareció detrás de él.
—Creo que ya casi estás en el siguiente rango, ¿o era nivel? No recuerdo el término exacto, las desventajas de viajar entre universos.
Al escuchar la voz de Omega, Vlad se giró y lo miró. En su rostro se podía ver el dolor que soportaba.
—¿Q-Qué haces... a-aquí... Omega?
—Se me olvidó darte un regalo.
Omega puso su mano en su rostro y el agujero negro desapareció, dejando que Vlad viera el rostro verdadero de Omega. Antes de que pudiera reaccionar, Omega agarró a Vlad por el cuello.
—Otorgarte el poder de la aniquilación.
Los ojos de Vlad se tornaron completamente negros mientras que se formaban grietas, de las que salía luz blanca, por todo su rostro y piel.
—Ahora sí que me despido.
Vlad cayó al suelo mientras que Omega desaparecía en el aire.
Habían pasado dos meses desde que John se desmayó. En ese tiempo había sido tratado por Metatrón y Afrodita continuamente, aunque no logró despertar, incluso le dieron gajos de manzana dorada y ambrosía.
Mientras, los otros dioses intentaron averiguar el paradero de Omega, pero tampoco lograron encontrarlo. Ni siquiera pudieron rastrear la ubicación de su alma.
En la iglesia abandonada, Afrodita continuamente acariciaba la frente de John, esperando que despertara y Metatrón, arrodillado frente a la capilla, rezaba a su Padre para que obrara un milagro.
Metatrón se levantó y fue al lado de John y Afrodita.
—Démosle un poco de ambrosía de nuevo.
Afrodita asintió y abrió la boca de John lentamente. Metatrón molió la ambrosía con sus dedos y la juntó con agua antes de verterlo en la boca de John.
Mientras esperaban la reacción de John, la puerta de la iglesia se abrió con un crujido y ambos miraron. Para su sorpresa era Thor, pero éste estaba lleno de sangre y heridas.
—Meta... trón... hay... problemas.
Cuando Thor terminó de hablar, su cuerpo se estrelló en el suelo.
Ninguno de ellos entendía porqué John no despertaba, o como Thor terminó en ese estado, pero todo estaba ligado a lo que soñaba John.
John despertó y se levantó del suelo poco a poco. Al desperezarse notó que todo su cuerpo le dolía, especialmente su espalda, pero cuando vio que había dormido en el suelo lo entendió.
Al mirar a su alrededor solo vio polvo y telarañas en todos los bancos a excepción de los dos en la primera fila. Cuando se giró le llamó la atención la capilla, la cual estaba rota, y la estatua de Cristo en la cruz cubierta de hollín por lo que supuso que la intentaron quemar.
John hizo crujir los huesos de sus manos y sonrió, había captado un ruido detrás suya.
—Estoy un poco oxidado, pero puedo dar guerra todavía.
Sin recibir una respuesta, se impulsó con un salto hacia atrás y golpeó con su codo a la persona que lo vigilaba. Al notar en sus pies el suelo, se giró y con su puño fue a golpear. Sin embargo, para su sorpresa era una mujer completamente normal, ¿entonces qué había golpeado?
Al mirar al suelo vio un cráneo negro, en los orificios de sus ojos había dos puntos rojos que lo miraban fijamente. Cuando John miró los ojos del cráneo, un escalofrío recorrió su espalda.
—No me gusta que me vigilen.
Al decir esas palabras, los iris de John se volvieron rojizos, algo que hizo que el cráneo se resquebrajara en pedazos y se convirtiera en polvo. Poco después miró a la mujer, horrorizada tanto por el cráneo como por John.
—Hola, soy John.
La mujer no contestó, sino que volvió por donde había aparecido corriendo.
John suspiró y dejó que la mujer se fuera primero antes de irse el también por la entrada de la iglesia. Al salir al exterior se encontró con un cielo completamente rojo, le recordaba al paisaje del infierno a excepción del sol, que poco a poco se estaba tiñendo de negro.
Miró a todos lados pero sólo veía cordilleras y montañas, por lo que no sabía muy bien donde estaba, incluso no conseguía ver a la mujer que huyó de él.
—Supongo que no hay más remedio.
John llevó su mano a su boca y mordió sus dedos hasta que logró arrancárselos. Un torrente de sangre fluyó desde su mano cayendo al suelo, aunque sus dedos intentaban regenerarse se los volvía a arrancar con el mismo proceso.
Cuando vio que había suficiente sangre en el suelo arrojó los dedos que se había arrancado, un total de quince falanges cayeron en el charco sangriento.
—Vejestorio, ¿me escuchas?
El charco comenzó a burbujear y sus dedos se disolvieron, poco a poco, el sanguinolento charco se tornó negruzco y apareció la imagen de Lucifer.
—¡¿Dónde coño te habías metido?!
John suspiró y se rascó la cabeza.
—No lo sé, por eso acabo de hacer una llamada rápida. Anda viejo, dime donde estoy.
—John, llevas desaparecido once meses y...
Antes de que Lucifer pudiera continuar, se escuchó un rugido, tanto en el infierno como donde se encontraba John.
—De momento busca un refugio, iré ahora donde estas.
Sin decir una palabra, John solo levantó el pulgar, desde que escuchó el rugido dejó de mirar a Lucifer y solo se concentró en su alrededor, algo le decía que era extremadamente peligroso quedarse fuera de la iglesia mucho tiempo.
—Viejo, ten cuidado.
John le advirtió a Lucifer antes de volver al interior de la iglesia.
Incluso Lucifer se quedó atónito al escuchar su advertencia, no podía creer que John le dijera que tuviese cuidado, eso mostraba que incluso él con su velocidad de regeneración estaba en una guardia absoluta.
Al volver a entrar en la iglesia, John se cercioró de que no hubiera otros seres como la calavera flotante, aunque después de un par de horas no encontró nada, sus nervios crecían.
—Ese viejo tarda en llegar...
John levantó un banco con una mano y miró a la vidriera de la pared izquierda.
—Debería ser uno... pero por el sonido diría que dos.
Se preparó para lanzar el banco tensando su brazo y haciendo peso en sus pies. En el momento que la vidriera se rompió, Lucifer, con un par de alas blancas, miró a John y gritó.
—¡Lánzalo!
Siguiendo su orden, John lanzó el banco. En el momento siguiente, una calavera negra, igual que la que destruyó, apareció antes de romperse en pedazos al impactar el banco.
—¡Vejestorio, me debes explicaciones, y bastantes!