John miraba a Metatrón y sujetaba la muñeca de Hércules.
—¿Podrías soltarlo por favor?
Metatrón inclinó su cabeza hacia John. Incluso Lucifer no podía creer que su hermano fuera tan cortés con John.
Con una leve sonrisa, John soltó la muñeca de Hércules, la cual estaba amoratada y sangrando.
—Si lo hubieras llegado a decir de otra forma, o me hubieras amenazado, habrías dejado de vivir en ese instante.
John se dirigió al campo de batalla tras esas palabras, dejando a todos con una gran impresión de como era.
Tras su partida, Metatrón miró a Lucifer.
—Hace mucho que no te veo, hermano.
—Yo esperaba no verte por el resto de la eternidad. ¿Vlad ha salido de su castillo?
Metatrón negó con la cabeza y miró la muñeca de Hércules que estaba siendo tratada por Afrodita.
—Encontramos a John en Francia, y si no llega a ser por Ra, medio país habría desaparecido en una explosión, puede que incluso la mitad del continente.
Hércules se tragó un trozo de ambrosía y esperó que su muñeca se recuperará. Tras unos minutos, los moratones desaparecieron, pero las heridas y huesos rotos seguían igual.
—Sir Metatrón, la ambrosía no funciona.
No solo Metatrón se acercó, también Thor y Lucifer miraron con asombro que la herida de Hércules seguía igual.
—Lucifer, es hora de que expliques quién es John realmente. Ese hombre no es ordinario para tener una réplica exacta de Muramasa y poder matar a la Bestia de Gévaudan tan fácilmente, ¿quién es?
Metatrón preguntó lo que quería preguntar después de once meses. Pero la respuesta que ansiaba tanto no se la podía dar Lucifer.
—No lo sé. Solo sé que no recuerda nada, que su velocidad de regeneración es algo que nunca he visto, que las heridas que hace no sanan, y que Omega lo conoce. Quizá si le preguntas a Papá te responda... a no, olvidaba que ese imbécil nunca responde a nada.
Una mujer se acercó a Hércules sin que nadie se diera cuenta y lo miró con detenimiento. Tras unos segundos sonrió y cogió tierra del suelo. Tras su aparición, en el lugar que antes se oían solo quejas y el ruido de la batalla, se empezó a escuchar el canto de los pájaros.
—La tierra sana todas sus heridas, y la propia tierra puede sanar a los que viven en ella.
Lucifer y los demás se dieron cuenta de la aparición de la mujer en cuanto recitó sus palabras y echó la tierra en la herida de Hércules, cosa que hizo que gritara de dolor.
—¿Como te atreves a echar tierra en la herida de uno de los héroes más grandes?
Thor cogió su martillo y amenazó a la mujer, pero ella solo sonrió.
—Que mi pequeño John no vea que me amenazas.
Por cada palabra que salía de la boca de la mujer, el dolor de todos los que tenían heridas se mitigaba.
Lucifer la miró como si la hubiera visto en algún sitio, como si la conociera de antes.
—¿Te he visto en algún sitio antes?
—Puede que sí... o puede que no. ¿No te acuerdas de mí, Luci?
Lucifer recordó la figura borrosa detrás de John, pero esa figura difería mucho de la mujer frente a él.
—Supongo que todavía es muy pronto.
Con una sonrisa, la mujer caminó hacia cada herido y de la misma forma que hizo con Hércules, echó tierra en el cuerpo de cada herido. Cuando terminó miró a todos con una sonrisa y se fue.
—¿Quién eres?
Uriel, que tenía el brazo izquierdo y su torso vendados, le preguntó a la mujer antes de que desapareciera.
—Soy Guilea, y tú eres Uriel. Un nombre es solo eso, una manera de definir a alguien, es la forma en la que actúa como se descubre quien es alguien.
Tras escuchar su nombre, Uriel quedó en trance unos segundos.
Metatrón y Lucifer miraron a Uriel, ya que sabían que su don para ver el futuro se había activado repentinamente. Cuando Uriel despertó de su trance, se levantó del suelo y, con dolor, intentó seguir a Guilea al campo de batalla antes de ser detenido por Thor y Metatrón.
—Tu arrojo por la batalla es digno de un guerrero, Uriel, pero debes descansar.
Thor lo alabó, pero Uriel se negaba a descansar, incluso comenzó a forcejear con Thor y Metatrón.
—¡No podemos perderla de vista! ¡Ella es distinta!
—Calma, hermano, cuéntanos, ¿qué has visto?
Uriel miró a Guilea en la entrada de la barraca, antes de que le sonriera antes de desvanecerse en el aire sin que nadie, a excepción de él, se diera cuenta de ello.
—Ella... es distinta...
En ese momento, Afrodita llamó a los demás.
—Metatrón, Luci, venid... la herida de Hércules...
En efecto, la herida de Hércules estaba absorbiendo la tierra que había arrojado Guilea y se estaba sanando mucho más rápido. En un minuto, toda la muñeca de Hércules estaba sanada, incluso sus huesos se volvieron más fuertes.
Después de media hora, todos los heridos habían vuelto a la batalla con más vigor y fuerza, dejando en la barraca a Lucifer, Metatrón, Uriel y Thor.
Afrodita se fue a otra barraca para ayudar a los heridos, y Hércules fue al campo de batalla.
—Hermano, cuéntanos, ¿qué has visto?
Uriel asintió y miró a Lucifer.
—Antes tengo que asegurarme, ¿Lucifer, de verdad que nunca has visto a esa mujer?
—Diría que no, pero siento como si la conociera de algo.
—¿Y vosotros?
Thor miró su martillo y resopló.
—Ella no sería una digna valquiria, se escuda en otro hombre.
Metatrón, pensativo, no entendía como era posible que una mujer con poderes curativos tan grandes nunca hubiera sido encontrada antes.
—¿Y si no es que estuviera escudándose? ¿Y si estuviera advirtiendo de que nadie debe tocarla?
Uriel respondió con una pregunta a Thor.
—¿Qué pasaría si Thor la hubiera llegado a golpear?
Uriel cerró los ojos unos segundos y los volvió a abrir.
—Moriría.
Metatrón no entendió esa simple palabra, por lo que Uriel explicó lo que vio.
—Si Thor hubiera llegado a golpear a Guilea, Thor dejaría de existir.
Con una mirada, todos sabían que no debían seguir preguntando.
—Lo que observé en la visión, no es algo que haya visto alguna vez. No observé el futuro o el pasado, sino el presente, la mujer que hemos visto es sólo un recipiente. Cuando ella me dijo su nombre, pude ver a la misma mujer pero de alguna manera era distinta... especial.
Sin que se dieran cuenta, Guilea volvió a aparecer en la entrada de la barraca, sonriendo.
—John siempre ha dicho que soy bella, pero no creo que llegue al punto de que un ángel pierda la cabeza diciendo que soy especial.
Thor la miró con desdén, mientras que Metatrón y Lucifer la miraban con muchas preguntas en sus mentes.
—Estoy dispuesta a responder una pregunta, solo una. A cambio me gustaría que hagáis un par de cosas por mí.
Thor cogió su martillo y lo dejó caer frente a ella.
—Si Mjöllnir te acepta, haré por ti lo que sea.
Guilea sonrió y se agachó para agarrar el mango del martillo.
Thor no creía que esa mujer pudiera levantarlo, ya que eso significaría que era apta para regir en el Valhalla, y a diferencia de él, ella era humana. Pero para sorpresa de todos, Guilea levantó el martillo sin esfuerzo.
—Debes cuidarlo más. Dice que eres muy bruto y no le dejas descansar.
Guilea seguía sonriendo mientras dejaba caer en la mano de Thor su martillo. Uriel, que no necesitaba ninguna prueba, fue el primero en ofrecerse.
—¿Qué necesitas?
—Lo primero y más urgente es hacer que Drácula salga de su escondite para que John acabe con él.
—¿Por qué John debe acabar con él?
Ante la pregunta de Lucifer, Guilea le sonrió.
—¿Debo considerarlo como la respuesta que queréis?
Entonces, tanto Lucifer como Metatrón se dieron cuenta de que no podían preguntar cualquier cosa, sino algo específico que asegurara la supervivencia de todo el mundo.
—Éso es fácil, un pequeño asedio con valquirias en pegasos y todos los dioses que quedan, ese Conde saldrá por las malas o las muy malas. ¿Qué más?
Guilea se quedó pensativa por un momento, antes de responder, sonrió hacia Metatrón y Lucifer.
—Creo recordar que Drácula tiene un diario con sus investigaciones, quiero que desaparezca.
Tras escuchar las dos peticiones de Guilea, Thor mantuvo en sus manos su martillo y se dirigió al campo de batalla.
—Ahora los tres hermanos están juntos. ¿Qué queréis saber?
—¿Cuánto puedes responder?
Metatrón le preguntó, ya que quería saber cual era el límite de la sabiduría que poseía Guilea.
—Bueno... es difícil explicarlo... pero podría decirse que sé mucho... puede que demasiado...
Sus palabras llevaban un tono melancólico, casi como si se arrepintiera.
—¿Podríamos escoger la respuesta después?
Uriel preguntó antes de que Lucifer o Metatrón preguntaran algo.
—Claro. No tengo problemas con eso, siempre que sea antes de 40 horas.
Al confirmar que no le importaba, Uriel se dirigió al campo de batalla.
—¿Uriel...?
Lucifer intentó preguntar a donde iba, pero antes de que pudiera, Uriel le respondió.
—Todos están luchando, yo no voy a quedarme aquí para encontrar respuestas que puedo conseguir después. ¿Venís a romper huesos o no?
Metatrón y Lucifer se miraron. No confiaban el uno en el otro, por lo que miraron a Guilea.
—Solo responderé la pregunta que ambos queráis y estéis de acuerdo mutuo. Además, mi pequeño John necesita ayuda.
Guilea desapareció en el aire y John aterrizó en el suelo frente a los tres.
—Odio las cosas que vuelan...
John se levantó con sus dos brazos rotos y lleno de cortes por todo su cuerpo. Tras recolocar sus huesos, dio un salto hacia un esqueleto negro con forma de águila en el cielo.
Una vez que John se fue tras su atacante, Guilea volvió a aparecer. Antes de que Lucifer pudiera decir algo, Guilea lo contuvo.
—John no debe verme, esa es la única regla. Si no me encuentra, puedo ayudar a los heridos y, en casos extremos, luchar.
Metatrón asintió, y con un movimiento de su mano, apareció un ángel con cuatro alas.
—Guarda las espaldas de ese hombre, evita que llegue a ver a esta mujer.
Con su dedo, apuntó a John en el cielo, el cual intentaba arrancar las alas del esqueleto negro en forma de águila.
—Solucionado el problema, gracias Metatrón. Ahora tenemos que hacer que Drácula salga, sí o sí.
—Thor dijo antes de hacer una fuerza de asedio.
Guilea pensó en las palabras de Lucifer. Si bien era cierto que el martillo de Thor era muy poderoso, también cabía la posibilidad de que no pudiera abrir las puertas del castillo de Vlad o incluso hacerlo salir.
—¿Y si no atacamos con una fuerza, sino con tres?
La propuesta de Guilea hizo que Metatrón tuviera una idea.