La melancolía es un sentimiento que muchos hemos llegado a sentir, extrañando momentos del pasado a los que quisiéramos volver, instantes en los que de verdad te sentiste feliz, pleno, en total paz, pero los momentos se acaban terminando en simples recuerdos u olvidos.
Como quisiera poder devolver el tiempo y volver a esas época donde era tan feliz, tanto que ni siquiera lo sabía o quizá sí, solo no crei que eso fuera a terminar, creo que más de uno ha llegado a sentirse así.
Un ejemplo de eso es Andrew; un hombre de 30 años, el mejor abogado del país, inteligente, millonario, siendo dueño de un bufete de abogados y otras propiedades en distintas locaciones, con metas cumplidas y sueños alcanzados, con un anhelo frustrado, compartir su vida con la mujer que ama, tiene la vida por la que tanto se esforzó, tiene una vida asombrosa, ¿no? Entonces, ¿Cuál ha sido el problema? Bueno, todo esto se remonta a cuatro meses atrás, en los que era el hombre más feliz del mundo, o bueno, eso creía él
Era una noche de abril, una noche meramente hermosa, con una oscuridad penetrante y unas estrellas realmente reconfortantes, esta sería una noche especial, o eso pensaba, era su aniversario número tres con la persona dueña de sus sentimientos, de su corazón entero, su nombre me parece que era Belinda, una mujer muy atractiva, sin embargo lo que más amaba de ella era su personalidad, la conocía totalmente por eso estaba seguro de lo que haría, sin embargo no siempre conoces por completo a las personas.
Decidió llevarla a un restaurante hermoso, al que consideró digno de ella, donde daría el siguiente paso, dispuesto a conseguir su último anhelo, quizá el que más deseaba. La cena transcurría bastante bien, era un hombre maduro y sabía lo que quería, amor, un sentimiento del que estaba seguro, pero yo no. El momento había llegado, el momento de ser valiente e ir por su más grande deseo, convencido de que lo lograría, se puso de pie para después tomar su mano esperando que ella continuará su acción, no entendía lo que sucedía, solo esperaba que no fuera lo que tenía en mente.
— ¿Qué está pasando? — dijo riendo nerviosa.
[Qué no lo haga, que no lo haga] repetía una y otra vez en su cabeza, pero no funcionó, lo hizo, Andrew se arrodillo ante ella captando la atención de los demás clientes, todos prestaban total atención, estaba decidido de lo que quería, lo que haría.
— Hemos estado juntos por tres años, sé lo que ambos sentimos — vaya que no lo sabía — creo que ya es tiempo de hacer esto — sacó de su bolsillo un pequeño estuche al abrirlo se podía ver un anillo muy lindo en realidad.
— Andrew, por favor — decía Belinda en susurros.
— ¿Te quieres casar conmigo? — una sonrisa decoraba su rostro, la cual se desvaneció al ver la expresión de su amada.
El silencio inundó el lugar esperando a que ella diera una respuesta, la cual parecía que no llegaría y por su expresión, al hacerlo no sería una agradable, todos observaban con total atención, tomó sus manos y cerro la pequeña caja para después ayudarlo a levantarse, no quería que sucediera esto pero tendría que hacerlo, Andrew la miraba confundido, no entendía su reacción realmente creyó que estaría más que feliz de aceptar, ahora ni siquiera sabe que es lo que esta pensando, en momentos como este quisiera entrar en su cabeza y escuchar todas esas palabras sonando dentro de ella, para descifrar lo que podría decir.
— No puedo hacerlo Andrew, no puedo casarme contigo, lo lamento. — dijo sosteniendo sus manos.
— Belinda, pero......
— No sé que es lo que siento, no sé si te amo o si podré hacerlo, ahora me doy cuenta de que deje pasar mucho tiempo, no quiero lastimarte, lo mejor será que ya no nos veamos, no quería que esto sucediera, no estoy lista y no sé si lo estaré, yo..... Yo lo siento.
No fue capaz de articular una respuesta, era como si las palabras hubieran huido de su boca, ella solo tomó sus cosas y salió del restaurante dejándolo ahí con todas las miradas sobre él, las que pasaron de ser emoción a lastima por aquel pobre hombre, uno de los meseros que presencio todo se acercó a él para tratar de darle un poco de consuelo pero antes de que pudiera hacerlo pidió la cuenta, lo único que quería era salir de ese lugar y regresar a casa.
Pero no fue capaz de regresar a ella, lo más probable es que en ese preciso momento Belinda estubiera recogiendo sus cosas para irse, era lo más lógico que podía pensar, entró a un bar pero ni siquiera tenía humor para beber, estuvo un rato en esa barra mirando su trago fijamente como si este fuera a darle la respuesta a que hacer, pero por más que esperaba esta no parecía tener intenciones de llegar. Pasaron alrededor de dos horas cuando decidió que era momento de regresar, no fue capaz de tomar un solo trago con la esperanza de llegar a casa y ella lo estubiera esperando.
Pero al llegar a casa pudo darse cuenta de que las cosas no serían así, todo se encontraba en total silencio, no parecía haber señales de ella, subió a su habitación y lo único que encontró fue una nota sobre la cama, una que solo provocó las lágrimas que había estado reteniendo.
Andrew:
Lo mejor será que me vaya por un tiempo, y así tal vez aclarar mis sentimientos, aunque no sé si eso llegue a suceder, lamento no poderte dar la respuesta que deseabas y no poderte ayudar en ese sueño, uno que tal vez jamás fue parte de los míos, no me busques por favor, espero y puedas entenderme, adiós.
Belinda.
Esa sería la noche en la que empezaría lo que él llamaba su agujero, uno del que quería salir pero no encontraba la manera, se hallaba hundido en el sin una salida, tal vez era el momento de renunciar a su sueño, tal vez no era para él, pero es difícil hacerlo, han pasado cuatro meses y conservaba la esperanza de que Belinda cruzara por esa puerta dándose cuenta de que lo ama y que sí se quiere casar con él para formar una vida juntos, eso es demasiado ingenuo.