Influencia

Cena de negocios.

Muchos empresarios optan por hacer citas de negocios a la hora de la comida o la cena. Y es que son especialmente convenientes cuando se trata de conversar de temas específicos o cuando el objetivo es ganarse la confianza de un cliente potencial. Estas suelen ser muy importantes, mucho mas si eres el mismísimo Andrew en persona, quien siempre procura cuidar el mínimo detalle para mantener controlada la situación, si un cliente le conviene perfecto, si no, dejara de perder el tiempo y rechazara la oferta.

Un nuevo día, un cielo azul y soleado, pájaros cantando y un terrible dolor de cabeza, esa estaba siendo la mañana de Andrew. Son las siete de la mañana en punto, abrió sus ojos lentamente, deseando que del otro lado de la cama se encontrara Belinda, dormida entre esas sabanas de seda, han pasado cuatro meses y aun duele darse cuenta de que ella ya no está ahí, que quizá no lo estará de nuevo.

Con el animo por los suelos se puso de pie, pisando ese frio suelo totalmente descalzo, un posible resfriado ya ni siquiera le preocupaba, es increíble lo fuerte que nos pueden golpear las cosa, al punto de que le pierdes el sentido a otras, la soledad te hace mas fuerte o te vuelve loco,  tú decides cual tomar, él quiere ser fuerte, siempre lo ha sido y esta vez no será la excepción, pero eso no se lleva el dolor, el sufrimiento que está viviendo su corazón, uno que está al borde del colapso.

Se metió a la ducha, aunque no tuviera ni un poco de ganas había quedado con Miguel la noche anterior de que hablarían en el club, mas valía que fuera importante, hace semanas que no ponía un pie ahí, prefería dedicar más tiempo al trabajo, al menos eso le ayudaba a distraer su mente. Se vistió con ropa deportiva, no iría por mucho tiempo, como todas las mañanas se paró frente a ese gran espejo que decoraba su hermosa habitación, mirando su reflejo, nada es igual, todo ha cambiado, eso es más que evidente.

Como se había hecho costumbre cada vez que veía a sus amigos, puso su mejor sonrisa y salió de su casa directo al club, pero demonios, como duele sonreír, ese pequeño gesto solo le recuerda otro minuto en el que ella no está, en el dolor que eso le causa, no puede describir el dolor que siente, el silencio de su adiós se robó sus palabras, se robo su felicidad, se ha robado su esencia. No quiere que lo destruya, pero lo está haciendo poco a poco, solo espera poder sanar su corazón. Sin ganas subió a su auto, a decir verdad, solo iba por cuestiones laborales divertirse ya no está en su agenda.

Llego en transcurso de veinte minutos, la distancia jamás fue inconveniente, sino la constante falta de humor, al entrar en aquel sitio las miradas y sonrisas de todos iban hacia él, especialmente la de algunas mujeres, no era secreto que es un hombre realmente apuesto, ahora que todos se habían enterado que estaba soltero más de una trataba de acercarse a él, era una de las razones por las que había dejado de asistir, no soportaba el hecho de ser hostigado, no habría sido sorpresa que en un momento de fastidio total dijera algo que no debería, aunque eso ya no importaba.  

Miraba a  su alrededor en busca de Miguel, mientras lo hacia se percato de que el club se veía bastante bien, igual o mejor que antes, había mucho más áreas verdes que le sentaban de maravilla, había un hermoso rosal que jamás había notado, parecía ser un sitio agradable, en otras circunstancias habría estado encantado de encontrarse en ese lugar, lastima que ese momento no seria hoy, a pesar de que todo se veía fantástico ansiaba la hora de irse, aun tenia bastante trabajo por hacer, por ejemplo en el que no se pudo concentrar la noche anterior.

A lo lejos pudo reconocer a Miguel, este no se había percatado de su presencia así que para no perder más tiempo decidió acercarse a el, mientras caminaba algunas de las mujeres mencionadas anteriormente iban directo a el para saludarlo, el simplemente contestaba con una sonrisa totalmente forzada. Llego a la mesa donde se encontraba Miguel y se sentó frente a él, la cara de fastidio en su rostro era de esperarse.

─ Qué bueno que viniste, te hacia falta salir y divertirte un poco. ─ decía Miguel con una sonrisa.

─ me pediste que viniera por TRABAJO ─ hacia énfasis en la palabra trabajo, su rostro era neutro pero el fastidio era evidente. ─ así que adelante, te escucho.

Miguel es su mejor amigo, la persona que siempre ha estado a su lado, quien mas lo ha apoyado alrededor de su vida y carrera, estuvo ahí cuando llego Belinda, así como también estuvo cuando se fue, el ha sido testigo de lo mucho que la amaba, de como le dio todo  de si, así como también está siendo testigo del sufrimiento que le ha dejado, de como se llevo su felicidad, le duele ver a su amigo así, solo quiere que despeje su mente y se olvide de ella, que vuelva a abrir su corazón a nuevas oportunidades, que vuelva a ser feliz, a lado de alguien mas o solo, pero sin el recuerdo de aquella mujer que incluso con su partida lo sigue hiriendo enormemente. No era lo mas sano pero el trabajo le era de muy buena ayuda al principio, ahora se ha vuelto algo así como una obsesión, solo queda seguirlo apoyando.

─ Esta bien, hable con Rubén, sabes que es un muy buen cliente e inversionista, pero no estaría mal saber un poco más acerca de él, para saber si le conviene a la empresa, necesito cerrar un buen trato y tener un contrato impecable que nos beneficie a ambos, y eres el mejor abogado que conozco, no quisiera molestarte, pero en verdad necesito tu ayuda, podría ser un gran aporte en mi compañía.

─ De acuerdo, puedo encargarme de eso, agenda una cena de negocios esta noche, esa firma es tuya de eso me encargo yo, no te preocupes.

─ Quiero ayudarte un poco, podría conseguirte un buen asistente, se que tienes bastante trabajo últimamente, un poco de ayuda no estaría mal.

─ Te lo agradezco, pero ya Matías se encargo de eso, mi nueva asistente se llama Nicole, es joven pero no parece ser tonta, espero no equivocarme al haberla contratado.




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