"Lo he leído, pienso, lo imagino;
existió el amor en otro tiempo"
Será sin valor mi testimonio.
Ojos curiosos miraban lo ocurrido. Un sentimiento enorme crecía en éstos y era todo lo contrario a felicidad. ¿Que acaba de ocurrir allá afuera? Está iniciando lo que será la mejor parte de sus vidas, o no. Ambos lo comienzan a sentir, ambos saben lo que está ocurriendo, ambos saben que lo querían, uno de ellos está dispuesto a arriesgarlo todo por descubrir que es lo que siente, incluso su corazón, mientras que el otro tiene miedo, dispuesto a ignorar sus nuevos sentimientos, tratando de mantener completas las piezas del rompecabezas en que se ha convertido su corazón.
La historia apenas comienza, los sentimientos se avecinan, luchando por salir a la luz, dos almas que comienzan a unirse en silencio, pero una de ellas se ha dado cuenta tras su cautela, no quiere que ocurra, no quiere que suceda, pero tal vez no pueda evitarlo.
Aún después de cruzar por esa puerta había una linda sonrisa en su rostro, llena de una emoción que no lograba comprender.
— Creí que habías ido a trabajar. — dijo su madre trayendola a la realidad.
— ¿Qué? Sí, de allá vengo.
— No me mientas Nicole. ¿Quién era el muchachito que te trajo? — no parecía para nada contenta. Podía saberlo en su voz, en su mirada.
— ¿Muchachito? Creo que te confundiste mamá, es mi jefe.
— ¿Como ese niño va a ser tu jefe? No te atrevas a mentirme, claro ahora entiendo, pusiste de excusa el trabajo para irte a ver con tu novio.
No entendía que era lo que estaba sucediendo, se encontraba confundida y comenzaba a molestarse por las insinuaciones de su madre. Mientras que la mujer se se encontraba cada vez más molesta, desde que su hermano murio su madre ha tratado acercarse a su hija sin éxito, tratando de sobreprotegerla, no soportaría perder a otro hijo, aunque a veces pareciera olvidar que la tiene. El dolor tiende a cegar a las personas, sin percatarse del daño que pueden causar. Sin darse cuenta en lugar de acercarse se alejaba cada vez más, encerrandose en su dolor cuando no era la única que lo estaba sintiendo, la única que lo vivía apartir de ese momento, quería a su hija cerca, pero se encargaba de apartarla.
— Creo que te estás confundiendo, para empezar no es ningún niño, te lo dije; es mi jefe, estábamos trabajando y se ofreció a traerme es todo.
— ¿Sí así fuera que tiene que estarte trayendo? Qué diria tu hermano si te viera al ver como su pequeña hermana se larga con quién sabe quien, ¿Crees que no los vi? ¿Cómo te tomo de la mano, como te despediste de él? Qué decepción. No me imagino como se pondría si estuviera aquí. ¡Ten un poco de respeto a su memoria, a lo que quería!
Sabía lo importante que era su hermano para ella, lo mucho que le importaba que él estuviera cerca, que se sintiera orgulloso de ella como lo estaba de él. Sin siquiera quererlo con palabras tan simples la había lastimado, tocando una herida que aún no lograba sanar, un golpe le habría dolido menos que aquella oración. No sé dió cuenta de que la había lastimado hasta que una lágrima bajo por su mejilla, la cual seco casi de inmediato intentando mantener la postura, solo ver eso la hizo reaccionar, no quería lastimarlo, jamás quiso hacerlo, pero así fue, la lastimo.
— Nicole.... Hija.... — intento acercarse a ella pero solo se apartó.
— Él habría confiado en lo que te dije — las lágrimas amenazaban con salir, pero negaba a dejarlas — al menos él creía en mí.
No dijo nada más y subió a su habitación, ignorando a aquella mujer que la llamaba desde la planta baja. No quería herirla, pero su propio dolor no la dejaba ver claro. La familia Williams estaba rota desde hace bastante tiempo, en un pequeño hilo que se desplomaría fácilmente. No fue consciente de lo que dijo hasta que vio lo que había causado, lágrimas en su pequeña hija, la única que le quedaba. Se encerró en su cuarto y solo allí pudo romperse nuevamente, las lágrimas comenzaron a caer, lo que hace un momento era total emocion para ella se había convertido en todo lo contrario. Era falso, todo lo que dijo su madre era falso, su hermano la amaba, confiaba en ella, sabía que no hacía nada malo, que jamás lo haría. En esos momentos solo quisiera verlo, si le concedieran un deseo sería poder abrazarlo, poder tenerlo de vuelta, que volvieran a ser esa familia que tanto amaba.
— Quisiera que estuvieras aquí..... Contarte todo.... Que supieras lo que estoy sintiendo.... Y me ayudarás a saber que es.... — decía entre lágrimas — te extraño tanto....
Su madre escuchaba a través de la puerta, queriendo solucionar todo, pero sin atreverse a hacerlo, queriendo saber que era aquello que su hija sentía, temiendo la posible respuesta que ella creía, ha pasado el tiempo y la casa de los Williams parece no poder librarse del dolor, no ha podido irse, las heridas no han sanado. Las grietas de lo que alguna vez fue una familia feliz siguen creciendo, la separación no ha terminado, y tal vez no lo haga de la mejor manera.
Seco sus lágrimas, no estaba dispuesta a seguirlas derramando, le dolía, sí. Lo recordaba. Lo quería. No iba a olvidarlo, ni a él ni a su objetivo. Pero sabe que es momento de dejarlo ir, si quiere cumplir la promesa que se hizo a si misma deberá hacerlo.
“Te extraño, pero dejaré de llorar por ti... Necesito hacerlo si quiero encontrar y hundir a quien te hizo esto, y lo haré, es una promesa”
Dejar ir a alguien que amas es difícil, pero no será la única vez que deberás hacerlo. Se hundía tanto en el dolor que no se daba cuenta de las cosas que desperdicio por estar triste. Pero ya no más, no volvería a llorar por una partida. Es una promesa que más tarde podría romperse.
Andrew: mañana trabajo en casa. No lo olvides. (enviado a las 6:30 p.m)