Después de asimilarlo gran parte de la noche se dio cuenta de que lo hizo, le confesó a Nicole lo que sentía por ella y ya no había vuelta atrás.
Sus sentimientos hacia ella eran y seguirán siendo reales, pero se pregunta si es que hizo lo correcto, no podía negar que aún tenía miedo, miedo de lo que podría pasar, de lo mucho que podría entregarle su corazón al punto de amarla como un loco, de no poder dejarla ir. Le aterra el hecho de saber que es algo que ya está ocurriendo.
Todos esos pensamientos se nublaron cuando apareció en su cabeza la imagen de todo aquel día. Cómo si se tratase de la película que tanto ansiaba ver.
Sus suaves manos tomando las suyas, sus ojos miel clavados en él, sus labios moviéndose en sincronía con los suyos, algo que parecía tan poco pero que para él significaba demasiado. Por qué fue precisamente ese roce que verifico todas sus sospechas y le garantizo lo que tanto había estado evitando, ella le gustaba, en verdad la quería.
Te quiero como a nadie, pero no sabes cómo me gustaría no hacerlo.
No puedes huir del destino, quizá no lo entiendan ahora, pero todo se revelará con el tiempo.
Mira su celular y son las 2:30 a.m, sigue sin poder dormir pensando en todo aquello, temiendo que al despertar se dé cuenta de que nada de esto hubiera pasado, que todo hubiera sido una mala broma de parte de su cabeza. Hubo un momento en que él cansancio por fin lo venció cayendo dormido, con la esperanza de que la mañana siguiente nada haya cambiado.
El sol entro a la habitación anunciado la mañana, por alguna razón sentía que tenía más energía de lo habitual, se sentía contento por alguna razón. Abrió las cortinas permitiéndole el paso a la luz del día, el sol se ocultaba detrás de pequeñas nubes pero aún así mantenía su calidez.
Recordó todo lo que ocurrió el día anterior acompañado de aquel temor que sentía, el de que todo hubiera sido producto de su imaginación, un simple sueño común y corriente.
Todos esos pensamientos se esfumaron al encender su celular y ver aquel mensaje.
Nicole: Buenos días:)
Las flores son hermosas, gracias por todo, tengo que irme, yo también te quiero<3 (enviado a las 6:40 a.m)
Involuntariamente una sonrisa se formó en su rostro, había sido real, y aunque temía las consecuencias futuras estaba dispuesto a afrontarlas, no la dejaría ir ahora que sabía que también la quería.
[...]
Miguel se encontraba en el club junto a Rubén y su esposa Julieta.
Dejando los negocios de lado eran buenos amigos, solían reunirse en aquel lugar para hablar y pasar un buen rato.
Era parte de su rutina. Miguel, Rubén, Julieta, Andrew y Belinda.
Pero todo eso cambió cuando ella simplemente desapareció de sus vidas sin decir nada al respecto, por más que intentaron mantener las cosas iguales para que Andrew no se viera más afectado de lo que ya se encontraba, no lo lograron.
Llego a un punto en el que ya no podía con la tensión de su recuerdo, del dolor que le causaba saber que habían pasado buenos momentos allí junto a sus amigos, que había sido ahí exactamente dónde les confesó que le pediría matrimonio, lo mucho que la amaba y la gran ilusión que le hacía. Eran los únicos que lo sabían, los únicos que eran conscientes de lo que sucedió, para los demás eran una pareja más que se separó, sin imaginarse el dolor que sentía detrás de aquello. Simplemente dejo de asistir inventando cualquier excusa, con el paso del tiempo estás desparecieron poco a poco, intercambiandolas por respuestas fueras, siendo totalmente directo diciendo no.
Pero esta vez había decidido a dejar todo aquello atrás, quería ver a sus amigos, compartirles lo bien que se sentía. Así como le interesaba saber cómo es que se encontraban ellos, hacía bastante que no tenían una plática fuera de lo profesional.
— ¿Sabes cómo está Andrew? — decía Rubén. — hace bastante que no sabemos de él, debe tener bastante trabajo.
— Sí hablé con él hace unos días, está bien. — en realidad el tampoco estaba seguro, pero sabía que era algo que solo le correspondía a él decir o no. — ha tenido bastante trabajo, ¿Intentaste llamarle?
— Lo hicimos, pero ahora necesitamos hacer una cita y agendar un día para ver a nuestro amigo. — decía Julieta, riendo para sí misma. — lo extrañamos por aquí.
— Debió afectarle mucho lo de Belinda, ya ha pasado bastante tiempos y le sigue doliendo, lo entendemos, yo no sé qué haría si te fueras de mi vida — decía Rubén dirigiéndole una mirada a su esposa para volver a Miguel. — pero aún tiene una vida y la está dejando ir, aún nos tiene a nosotros.
— Estoy seguro de que ha trabajado mucho para poder olvidar a Belinda, solo nos queda apoyarlo.
Andrew iba llegando al club y no pudo evitar escuchar aquella conversación, sabía que tenían razón, despues de lo que ocurrió había sacado a todos de su vida, para poder hundirse en su dolor y soledad sin que nadie lo fastidiara. Ahora se daba cuenta de lo tonto que había sido, le reconfortaba saber que aún tenía buenos amigos que se preocupaban por él.
Se había enfocado tanto en su tristeza que no se daba cuenta de que en realidad no estaba solo, que jamás lo estuvo, los tenía a ellos y con eso era suficiente, por qué sabía que no eran un simple grupo de amigos, ellos era una pequeña familia que siempre estaría para apoyarse entre sí.
Decidió acercarse sin mencionar nada de lo que había escuchado, no quería traer malos recuerdos, solo quería estar con sus amigos.
— ¿Puedo sentarme?
De pronto las miradas se dirigieron a él, lo último que esperaban era verlo ahí. Iba con ropa deportiva al igual que todos, lo que les hacía saber que no iba obligado por cuestiones laborales, sino por que quería hacerlo.
Ellos no dudaron en recibirlo con una sonrisa.
— Este lugar siempre será tuyo. — decía Miguel. — que bueno que estés aquí.
— Creo que necesitaba alejarme un poco del trabajo, yo... Yo extraño a mis amigos.