El enemigo siempre ha estado dentro de ti, reflejándose en tu espejo.
La cena se había tornado bastante incómoda para Andrew, sintiendo la potente y acusadora mirada de la señora Williams sobre él, siendo perfectamente conciente del profundo desprecio que esta sentía hacia su persona, uno del que él no tenía el mínimo conocimiento de su orígen.
Escuchaba sus preguntas invasivas, e hirientes, haciendo referencia a su padre, a lo que era su niñez a lado de aquel hombre, al igual que a su relación con Belinda, sin olvidar comentar como todos hablaban de una boda que jamás existió, que jamás iba a suceder, quedando como una simple ilusión, una fantasía. Esas preguntas conseguían parte de su objetivo, pero no estaba dispuesto a darle esa satisfacción, comenzando a molestarse internamente, contestaba con calma, seguro de sus palabras, cosa que lograba enfurecerla. Después de haber mencionado al abogado Cervantes, Nicole no volvió a mencionar una palabra, perdida en sus pensamientos, su cabeza inundado de ellos. Tantas preguntas, tantas posibilidades, tantos laberintos, pocas respuestas, pocas salidas.
Fue una mala idea, lo supo desde el primer instante, pero ya se encontraba allí, sin vuelta a atrás. Pero aún así, mentalmente pedía a cualquier fuerza del universo que lo sacará de ese sitio cuánto antes. Sus súplicas parecieron ser escuchadas cuando su celular comenzó a sonar innumerables veces anunciando una llamada desesperada, al mirar la pantalla podía ver el nombre de su primo en ella, James.
— Ve contesta. — dijo el señor Williams. — parece ser urgente.
Asintió y sin poner objeción se puso de pie para contestar, alejándose de la mesa, mientras lo hacía, conforme sus pasos se iban, podía escuchar como el hombre discutía con su esposa pidiéndole que se comportará.
Ella accedió, por qué los mayores sabían que no era una visita del todo social, era una búsqueda de respuestas, un intento por descubrir un poco más allá cualquier cosas que los llevará hacia el abogado y esa persona a la que desprecian con todo lo que son, de la que jamás olvidarán su rostro.
Cuando se alejo lo suficiente del comedor para poder hablar, contesto.
— Andrew, ¿Puedes tomar un vuelo pronto? — se escuchó de inmediato al otro lado de la línea, la voz de su primo estaba rota, temblando en el aire tal como las ramas de los árboles en el viento, el nudo en su garganta cortaba sus palabras, escuchaba sus sollozos, su respiración rápida, agitada, sonaba desesperado, suplicante. — no sé a quién más llamar, te lo ruego, por favor.
Comenzó a preocuparse tras escucharlo, sabía que estaba llorando, estaba desesperado, a nada de tener uno más de sus ataques, puede que lo estuviera teniendo en ese mismo instante.
— Jim, necesito que te calmes. — intentaba hablar tranquilo en un intento de no aumentar su paranoia, cuando por dentro ahora era él quien comenzaba a sentir la desesperación de no saber que ocurre. — ¿Dónde estás? ¿Que sucedió?
— E-estoy solo en casa... Me encerré en mi habitación y... Está aquí... — el volumen en su voz disminuía, pero el terror y desesperación aumentaban. — me está mirando... Quiere lastimarme... Grita cosas... ¿L-lo escuchas?
No, no lo hacía, no podía escucharlo. Lo único que podía oír y sentir era el miedo del chico, el pánico que estaba sintiendo, la preocupación que sentía por él creció tras su pregunta, ¿Lo escuchas? En la habitación no podía oírse nada más que su rápida respiración y el viento soplando contra las ventanas.
— Jim, intenta respirar tranquilo. — ninguno de los dos hacia, aunque por razones distintas. — Tomaré el primer vuelo, estaré allí cuánto antes, ¿De acuerdo?
— ¡No te me acerques! — gritó dejando salir su llanto desgarrador. — ¡Alejate de mí!
La llamada finalizó. No sabía que hacer, lo llamo una y otra vez pero ya no eran contestadas. Escucho el enorme terror en su voz, la desesperación, el dolor. Era una llamada de emergencia, un pedido de auxilio.
Seguía intentando pero lo mandaba al buzón, dejo varios mensajes para después regresar a la mesa, listo para irse cuánto antes, no podía perder el tiempo. No tardaron mucho en saber que algo ocurría tras ver la expresión en su rostro.
— Le agradezco la invitación pero tengo que irme.
— ¿Está todo bien?
— No, es una emergencia, tengo que tomar un vuelo urgente a Nueva York. — giro a ver a Nicole quien parecía preocupada, confundida, con miles de preguntas que en ese instante no podía responder. — Nicole, no sé cuándo vaya a regresar, quiero que....
— ¿Por qué habría de darle explicaciones a ella? — pregunto la señora Williams, a la defensiva, como era su toque.
— Entiendo que no soy su persona favorita, en verdad espero que después podamos aclarar cualquier problema que tenga conmigo, pero le guste o no, Nicole sigue siendo mi asistente por lo tanto si salgo del país es de su incumbencia. — la mujer no dijo nada, quedándose sin palabras, esperando que su esposo le dijera algo, pero no fue así, por que sabía que él tenía la razón. Dirijo su vista hacia Nicole para continuar. — cancela todas mis citas, puedes tomarte la semana libre.
— Pero, son sus mejores clientes, ¿Que les digo?
— La verdad, que me surgió algo más importante.
Se despidió rápidamente para salir de allí directo a su auto. Nicole se quedó sin saber que hacer, que decir al respecto, sin tener la menor idea de lo que sea que estuviese ocurriendo. Comenzó a manejar directo a su casa para empacar un poco de ropa, durante todo el trayecto continuo llamando a su teléfono, pero en ningún momento fue contestado.
Cuando tenía lista una pequeña maleta salió directamente al aeropuerto, sin dudas, sin excusas. Sí había algo importante para él, era su familia, las personas que ama, y ahora uno de ellos lo necesita, va dispuesto a averiguar qué es lo que está ocurriendo en esa casa, en esa familia, que es lo que está sucediendo con James.