Algunos llegan a su casa y se relajan dejando el trabajo atrás, yo llego y debo lidiar con mis hijos pequeños.
Ser padre separado no ha sido fácil, los últimos dos años han estado llenos de altibajos. Tener dinero y poder pagarle una niñera no te soluciona la vida, no cuando deseas ser un padre presente y, al mismo tiempo, debes ser madre.
Mi hijo Arian tenía apenas tres meses de vida cuando su madre lo abandonó y mi hija Nebula estaba por cumplir cuatro años. Desde entonces me ha tocado hacer ambos papeles y he disminuido el ritmo de trabajo para ser una figura presente en sus vidas. No fue fácil, sigue sin serlo, pero me esfuerzo para ser el padre que se merecen y no sientan la ausencia de una madre.
Ni bien entro en casa, escucho a la niñera pidiéndole a Nebula que se bañe, y mi hija dice que no, odia hacerlo y hay que trabajar mucho para lograr que lo haga. Mi hijo es el primero en verme, suelta sus animales de juguetes y corre hacia mí llamándome papá. Nebula sonríe y también corre hacia mí llegando antes que su hermano. Los abrazo a ambos.
—Tienes que bañarte, Nebu. —musito.
Ella resopla.
—Me bañé anoche y sigo limpia. Hoy jugué a las muñecas en la escuela, no corrí.
Levanto a mi pequeño y dejo un beso en su mejilla. No le gusta que lo bese, pero de sorpresa no se da cuenta.
—Jugar a las muñecas no fue lo único que hiciste.
Ella niega con la cabeza.
—No hice nada malo. Me porté más o menos bien.
Procuro no reír, le pido a Leonor que se lleve a Arian a la cocina mientras hablo con Nebula. La niñera acepta encantada. Arian resopla haciendo escándalos para quedarse conmigo y le pido que vaya con su niñera, prometiendo jugar con él.
Cuando nos quedamos solos, Nebu se aleja de mí, la sigo y la tomo en brazos para sentarla en mis piernas.
—¿Qué fue lo que pasó?
Ella suspira y baja la cabeza.
—El tonto de Luca tiró mi sándwich al piso, lo pisó y me llamó niña tonta. También le hizo lo mismo a mi amiga Manda.
—¿Y por eso lo golpeaste en…? Ahí.
Arruga el ceño.
—Sí, para que aprenda a no meterse con nosotras y sepa que somos niñas que saben defenderse. Esa zona duele a los niños.
—¿Y cómo sabes que esa zona duele?
—El hermano mayor de Manda nos los dijo. Dijo que si un niño nos molestaba, debíamos golpearlo ahí y que aprendería la lección. Funcionó… Hasta que la maestra apareció y me regañó.
Controlo el deseo de reír. Debo hablar con los padres de Manda para que hable con sus hijos, en especial con su hijo mayor de doce años para que evite aconsejar a las niñas.
—El niño actuó mal y debieron acusarlo con la maestra, no golpearlo.
—Manda no lo golpeó, yo lo hice—se señala a sí misma con orgullo—. Ella es cobarde.
—Bueno, eso estuvo mal, pues no debiste.
—Ese niño molesta siempre y la maestra no hace nada. Manda dice que es porque la maestra es amiga de su madre… ¿Puedes hacerte amiga de la maestra?
—¿Quieres que me haga amiga de la maestra?
—Sí, amiga, no novia. No quiero una madre.
—No me haré amiga de la maestra, sin embargo, hablaré con ella para que tome medidas con respecto al niño si es cierto que las molesta—asiente—. Aun así, estás castigada sin postre y sin televisión después de cenar, toda la semana.
—Papá, fue una buena causa.
—La violencia no tiene buena causa. Quiero que te disculpes.
Niega con la cabeza.
—No puedo hacerlo. Tú dices que no debemos mentir y si me disculpo estaría mintiendo porque no siento haberlo golpeado, aunque me haya costado el postre y la televisión.
Rasco la cabeza y bajo a Nebula.
—Bien, no lo hagas, no tienes que ser hipócrita. Si vuelves a golpear a alguien, será un mes castigada y tampoco podrás ir a casa de tus amigas a jugar.
Ella abre los ojos.
—¿Qué es hipoquita?
Río.
—Que finge o dice algo que no es verdad. Tú no debes ser así.
—La verdad siempre.
—Bien. Hora de ducharse.
—¿Y si no lo hago? Ya me sacaste el postre y la televisión.
—Por una semana, si no te duchas, serán dos y seguirá sumando.
Pone los ojos en blanco y sale corriendo para su baño. Leonor me deja a Arian y se va a ayudar a Nebula con el baño, pues si la deja sola no se baña o deja el baño de cabeza.
Me quito la chaqueta, la corbata y me siento en el suelo a jugar con mi hijo. Como dije, no puedo relajarme después del trabajo, pero me encanta ser padre.
Amo jugar con Arian y escucharlo hablar de forma atropellada. Nebula me da dolores de cabeza cuando hace de justiciera en la escuela o me responde como adulta. Aun así, amo a mis hijos y me gusta pasar tiempo con ellos.