Intenta conquistarme

Capítulo 6: Sebastian

Fulmino con la mirada a la directora negándome a hablar con la maestra.

—Si no despide a esa maestra, sacaré a mi hija de esta escuela y me aseguraré de hablar con los otros padres.

—La hemos suspendido…

—No me alcanza. No quiero que mi hija tenga que volver a tenerla ni que ningún otro niño sufra abuso. ¿Vio el brazo de mi hija? Puedo llamar a la policía…

—Señor Baker, no hay necesidad de eso. Además, no hay pruebas.

—Despida a esa maestra si no quiere más problemas. Tuvo que intervenir la madre de otra alumna, una completa extraña, si no fuera por ella este “incidente” —enfatizo con comillas—, no hubiera sido informado. Puede que mi hija me hubiera dicho y lo habría tomado tan en serio—apoyo las manos sobre el escritorio—. Deje de temblar y hágase cargo como corresponde.

Me doy la vuelta, salgo de la dirección y Nebula se acerca con su mochila.

—¿Estás enojado, papá?

—Sí, pero no contigo—suspiro—. Vamos.

Toma mi mano.

—¿La maestra mala se va a ir?

—Lo hará o terminará presa. No se va a salir con la suya.

—La señora que me ayudó dijo que lo tenía en su teléfono.

Me detengo y miro a mi hija.

—¿Ella te dijo que grabó lo que pasó? —asiente—. ¿Sabes como se llama esa madre?

—Amy, creo. Dijo que sería mi testigo si lo necesitabas—mete la mano en el bolsillo de su mochila, saca un papel y me lo entrega—. Me dio su número.

Sonrío y lo agarro.

—Excelente. Si la directora no despide a esa maestra, yo me ocuparé de que se vaya.

—Está bien.

Guardo el número y sigo caminando con mi hija.

Y yo creía que tendría un día tranquilo luego de que Truman aceptara reunirse conmigo el viernes y que tengo la ayuda de la intrépida Amy Castell.

Debo recordar que no puedo sentirme atraído por ella. Es mi empleada y estoy atado a dos niños que deben ser mi prioridad.

No soy de los hombres que tienen aventuras y con dos niños es imposible, al menos si quiero ser un padre presente.

Nebula necesita atención y mi pequeño Arian está creciendo y quiero estar en los pasos que dé.

¿Una relación seria? Amy no parece del tipo de mujer que tiene relaciones serias y no sé si estoy listo para una.

Sacudo la cabeza y dejo de pensar en Amy, acomodo a Nebula en la silla para niños en mi vehículo, subo y busco el papel que me dio mi hija, decidido a llamar a la mujer que la ayudó para saber que escuchó y pedirle la grabación.

La maestra dice que Nebula le faltó el respeto y que le agarró el brazo sin ninguna intención de lastimarla, solo que ella forcejeó. Nebula dice que le dijo a la maestra que dejara su teléfono y prestara atención a los niños porque el niño que la había molestado a ella estaba molestando a otros.

Marco el número dándome cuenta de que la mujer también se llama Amy.

—Hola.

Esa voz…

—¿Amy?

—Sí, ella habla. ¿Quién habla? Si tuvimos sexo y te di el número de teléfono, fue un error porque no estoy interesada.

Arrugo el ceño.

—No, no tuvimos sexo. Llamo por mi hija, usted la salvó…

—Oh sí, la niña rubia. Espero esté bien y esa maestra víbora sea despedida. Estoy en contra del maltrato infantil.

—Ya lo creo. ¿Podría darme su versión de los hechos? Nebula mencionó que tiene un video.

Ella me cuenta lo que mi hija me dijo y promete enviar el video.

—¿Cómo debo llamarlo?

—Lo siento, soy Sebastian Baker—se hace silencio y se escucha el ruido de algo—. ¿Se encuentra bien?

—Vaya, las vueltas de la vida. No sabía que tiene una hija y que Nebula fuera su hija.

—¿Nos conocemos?

—Sí, soy una empleada, jefe. Amy Castell—ríe—. La que le consiguió los viñedos Garfield, bueno, la reunión. 

Y yo creía que nada podría sorprenderme.

—Vaya, qué casualidad. O sea que nuestros hijos están en la misma escuela.

—No, no tengo hijos. Fui a buscar a mi sobrina y le hice creer a la maestra que era madre para que realmente hiciera algo. Me rogó que no se lo contara a otras madres. Lo cierto es que no conozco a ninguna, solo a la madre de mi sobrina, y no sé si ella socializa con las otras madres.

Dibujo una sonrisa.

—Las vueltas de la vida.

—¿Estás hablando con mi testigo, papá? —cuestiona Nebula.

Me aparto un poco el teléfono.

—Sí, Nebu.

—Bueno, señor Novak, si necesita mi ayuda para algo relacionado con la cuestión de su hija, nada más debe avisar. Le enviaré el video, lo poco que grabé. Si quiere tomar un café o una copa para darme las gracias, la aceptaré con gusto.




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