Estoy abriendo la puerta justo en el momento que una maraña de cabello color negro se posa en mi vista.
Katya
Al alzar la cara, sé que no le agrada que sea yo quien esté aquí, pero yo aprovecho estos pequeños placeres que me da la vida, para molestarla. Insisto en que ella se parece un gatito asustadizo.
—Buenos días. —masculla enojada.
Yo rio de su buen ánimo mañanero —nótese el sarcasmo. —Buen día, Kat.
— ¿Qué te dije de llamarme Kat? Lo odio. —me lanza dagas con su mirada, pero lo que me da es risa. Soy muy inmaduro para ya haber pasado de los treinta.
—Me caes bien, Kat. —rueda sus ojos grises. —El nombre se queda.
—No te soporto. —espeta. Y sé que en algún momento le caeré bien. O eso me digo.
—Créeme, ya lo has dicho. —y suelto una carcajada dejándola más furiosa de lo que estaba.
Aun no comprendo cual es mi interés en Katya, vale que me parece una mujer muy hermosa. En serio que lo es, pero no es eso lo que me llama más la atención. Es algo de ella que me hace sacar un instinto protector hacia ella. Justo como me pasaba con Amelia.
Cuando conocí a Amelia, la vi tan perdida y tan joven en esa universidad tan grande, que mi intuición me dijo que necesitaba mi ayuda. Lo que nunca conté es que me iba a enamorar de ella.
De nuevo pienso en Katya y en lo triste que se veía esa noche, ¿Qué pudo haberle ocurrido para que estuviera así? Tuvo que ser algo grande para que le pusiera la mirada tan desconsolada.
No he vuelto a hablar con ella, hasta el día de hoy. Habían pasado unos buenos tres días desde esa conversación, pero por más que intenté acercarme a ella, me fue imposible.
Cuando entró al consultorio, hay un caso de una mujer con anafilaxia* y como no hay ningún doctor disponible, tomo la potestad de atenderla.
Salgo de ahí y me dirijo al stand de enfermeras. Ahí se encuentra Clara, junto con algunas de las demás enfermeras. Incluyendo a Kat. Se por Clara, que a Katya le costó un poco trabajar al principio, pues es una pediatra, y por lo tanto a los pediatras no le dan tanto valor como a un cardiólogo o neurólogo. Entonces se ubicó entre el grupo de enfermeras y ahí es donde pudo encajar.
Soy un chismoso definitivamente.
—Clara, necesito a una enfermera. —exclamo y sonrío a la vez.
—Ahora no puedo porque estoy ayudando al doctor White— Veo a Katya mirar sus cutículas, como si su vida dependiera de ello. Sé que no me soporta y por eso mismo le señalo con los ojos a Clara hacia ella. —Katya. ¿Por qué no vas con Axel?
Vi como su mandíbula se desencajo. Quise reírme pero no podía ser tan evidente. — ¿Qué? —parecía que se hubiera comido un limón por la mueca que colocó.
Clara sonríe y sé que está sospechando algo. Lo que no entiende es que yo solo quiero ser su amigo. Nada más eso.
“Ja ¿A quién quieres engañar?” —vociferó mi conciencia.
Mandó esa voz a comer mierda y me centro de nuevo en lo que está pasando.
—Anda, que estos momentos confío más en ti, que en las otras enfermeras. — Continúa Clara al ver que las otras enfermeras me miraban. Estoy consciente que no soy un galán pero muchas mujeres me quedan viendo a menudo. Y Katya es inmune a ello.
Luego de eso Kat se ve visiblemente enojada pero asiente siguiéndome al cubículo donde está mi paciente. —Tiene una reacción alérgica por tomar un medicamento, colócale una ampolla de hidrocortisona. —asiente cuando le digo las cantidades y antes de irme, le hablo de nuevo. —Gracias, pequeña Kat.
—Vete al puto infierno, estúpido. —Aquí es cuando parece una niñita de tres años.
Me acerco a su rostro y ella instintivamente se echa hacia atrás. —Tranquila estás invitada. Es una invitación sin fecha de caducidad. —Me vuelvo a reír y la dejo antes de que pueda defenderse.
***
Tomo mi bandeja con comida y decido buscar en donde sentarme. A lo lejos veo un ceño fruncido y ya tengo mi respuesta. Antes de que pueda dar un paso, Clara se sienta junto a Katya y pude notar que su mueca desapareció ante la presencia de ella y se le formó una sonrisa.