Veo a Katya empalidecer delante de mis ojos. No sé qué hace ella aquí y como es que está emparentada con Amelia.
Recuerdo la conversación con su marido. Es la hermana de Archer.
Demonios, decir que la ironía del destino era una completa perra, era el eufemismo del año. Nunca ni en mis sueños más locos se me pudiera haber ocurrido tal cosa. Shakespeare se hubiera sentido satisfecho con este giro de los acontecimientos.
Joder.
Ella quiere irse pero la detengo por el brazo, tiene que explicarme muchas cosas. —Katya detente, debemos hablar.
Sé que Lía debe estar preguntándose qué está ocurriendo pero si ni yo entiendo, menos le podría explicar.
—No hay nada de qué hablar, Axel. —Se quiere ir de nuevo pero sigo sin dejarla.
— ¿Crees que una carta es suficiente para explicarme por qué te fuiste? —es una pregunta que no necesita ser contestada por ella. —No, no es suficiente. Me sentí como un imbécil al buscarte. —sus ojos se llenan de lágrimas pero continuo. —Me pregunté ¿Qué hice mal para que te alejaras?
—Lo siento, Axel. —susurra y sale corriendo para dentro de la casa.
No iré tras de ella. Primero pues que no es una casa que no es la mía y segundo porque ella ya lo hizo por ambos. Igual que aquella noche.
Me vuelvo hacia Lía. Trataré de iluminarla entre todo este desastre. —No entiendes que pasa, ¿verdad?
Lo que me sorprende es que sonríe. —Entiendo mucho más. —la miro sin comprender. —Sospeché desde un principio que era Katya. —no creo eso. —Suena loco y todo, pero cuando me dijiste que la conociste en Haití y que estaba muy dañada, fue la primera que vino a mi mente, pensé que sería muy desquiciado. Sin embargo no me equivoqué.
Río con histeria. —Ella es tu cuñada. —afirmo. —No puede ser que de la mujer que me he enamorado, sea la hermana del hombre que se casó contigo. La ironía es una perra fría.
Se ríe y no le encuentro gracia a su risa. —Axel, todo pasa por un motivo. —medita por un segundo. —No obstante te recomiendo que huyas antes de que mi esposo se entere de todo. Sé qué te dará una paliza.
Pienso en lo que me dice y aunque no le tengo miedo a su esposito. No quiero pelear con nadie ahora. Estoy agotado tanto física como mentalmente. Esta situación con Kat es demoledora.
—Mañana vendré, esto no se quedará así. —digo mientras salgo de la casa.
La helada noche da de lleno con mi cara. Y no hace nada para aplacar mi rabia. Estoy molesto de maneras inimaginables.
La cuñada de Amelia.
Creo que quiero morir.
***
**Katya**
Escucho sonar tres veces la puerta de la habitación en donde siempre me quedo cuando vengo de visita a casa de mi hermano. Luego de un pase, se abre la misma y entra mi cuñada.
—Katya. —solamente dice pero yo ya estoy llorando como una idiota. — ¿Qué pasó con Axel?
Ella me pregunta por él y me pregunto cómo se conocen.
—Una larga historia. —ella suspira como si entendiera lo que siento.
—Eso generalmente ocurre cuando estas cerca de Axel. —ahora soy yo la que no entiendo. —Axel era mi mejor amigo.
¿Su mejor amigo?
—Espera. —los engranajes de mi cerebro empiezan a funcionar. —El amigo que te rompió el corazón. —asiente. —No puede ser.
—Ese mismo. Una larga historia también, sin embargo no es un mal hombre. Le tengo mucho cariño.
En serio que esto no puede ser más bizarro. —Jesús, esto parece de locos.
Ríe muy risueña. —Axel y yo llegamos a esa misma conclusión. —se sienta en la cama junto a mí. —Vino a visitarme para hablar y se lleva esta gran sorpresa.
Eso atrajo mi atención. — ¿Te habló de mí? —asintió de nuevo. —Seguro dijo que era una perra.
—Nada más lejos de eso. Pero no te diré que me dijo. Eso debe decírtelo él