**Katya**
Al llegar a mi casa, no sé cómo sentirme. Apenas llego a la puerta, me derrumbo a llorar. Sé que no hice nada de lo que pudiese arrepentirme con Axel, pero al haber pasado cuatro horas en su casa, todavía hace que me sienta como si estuviese traicionando a Christopher.
Y la canción.
La canción fue lo que me afecto, aunque traté de esconderlo, me fue imposible pues me puse a llorar. Soy tan estúpida. Pero al escuchar la letra, sentía que me la estaba dedicando. Como si cada una de las palabras que salían de su boca, fuesen especialmente para mí.
Por Dios ¿en qué me he metido?
Todavía no sé qué hacer, trato de alejarme de él, pero no puedo. Me gusta sentirme así con él. Que me hace sentir con vida.
Tomo mi ordenador y coloco un video de cuando Christopher y yo éramos niños. Desde siempre estuvimos juntos, aun no me acostumbro ni una pizca a su ausencia, pero al estar con Axel, siento que puedo avanzar. Y me siento culpable, porque tengo miedo de olvidarlo.
No sé en qué momento me quedo dormida pero en mi mente unos ojos avellanas me persiguen en mis sueños.
***
Es la celebración de Elizabeth y yo como tía emocionada me fui desde temprano a la casa de Amelia, la pobre está estresada y tiene a mi hermano al borde de los nervios. Mi amiga es perfeccionista, pero en estos momentos no sé qué tiene. Llora por nada.
Eso está extraño.
—Amelia ¿Qué ocurre? —ella se limpia las lágrimas.
—Descuida amiga, solo el estrés. —ella comienza a ordenar las casa— moviendo sillas y otras cosas— mientras que lo ayudo en todo, pero al verla Matías casi le da un soponcio.
— ¿Amelia que haces? —le quita la silla que tiene en las manos.
De nuevo sus ojos se bañan en lágrimas. —No me regañes. No estoy haciendo nada malo.
Él la mira con una reprimenda tierna. —Amor, no te estoy regañado. Solo te digo que en tu estado no puedes hacer eso. Es por tu bien. —Mierda, ¿escuché bien?
¿Amelia está embarazada?
Ella lo jala de la oreja, por lo que puedo ver, muy molesta. —Te dije que no dijeras nada todavía. Me traicionaste. —ella lo mira entre lágrimas y enojo. Pobre Matías. Pero le pasa por entrometido. Seguro que ella le pidió discreción pero en su protección, soltó la lengua.
—Amor…—Amelia se va a la cocina dejándolo con la palabra en la boca, sí que está molesta. — ¿La cagué? ¿Cierto? —suspira.
Asiento. —Si, estúpido. La cagaste. ¿No podías aguantarte? Es que la entiendo. Hasta yo quisiera guardar el secreto. Pero no, tú vas a la primera. Ve a ver si aprendes como ser prudente.
De nuevo suspira. —Veré como lo resuelvo, pero no digas nada, por favor. Ya lo hice yo y viste como reaccionó. —pide, con razón estaba de los nervios.
—Tranquilo, mediocre. No diré nada. Pero cuídate de no embarrarla de nuevo.
—Trataré. Gracias Gabriela. —se va a la cocina, me imagino que a pedir disculpas.
Ellie está con mi mamá mientras que la madre de Amelia está buscando con su esposo el pastel. Todo está casi listo, pero si Amelia normal es minuciosa en todo lo que hace, embarazada es el perfeccionismo extremo.
Al rato escucho la puerta sonar y me dirijo hacia ella, a lo mejor son los abuelos de Ellie. Al abrir la puerta me encuentro con Axel.
Mi corazón se desboca al verlo. Está muy guapo el día de hoy. Tiene una camisa de vestir color blanca arremangada en sus brazos con unos vaqueros resaltan su atlético cuerpo. Se ven tan comestible. ¿Qué estoy pensando? Él y yo no podemos estar.
—Hola Axel ¿Qué haces tan temprano aquí? —pregunto aun asombrada tratando de acompasar los latidos de mi corazón.
—Hola, Kat. —ya me he acostumbrado que me llamé así. Que cuando no lo hace es raro. —Llegué temprano porque me acordé que tengo una amiga muy perfeccionista. Demasiado diría yo. Pensé que podía ayudar.
Hasta sabe cómo es mi amiga. —Pues siéntate porque te diré algo. —sé que le prometí a Matías no hacerlo pero sospecho que Amelia va a llorar en otro momento y él no sabrá que hacer. Si hasta mi hermano que es su esposo está pasando estrés, no quiero imaginar un tercero. —Jura que no dirás nada.