**Axel**
Despierto en medio de la noche y por culpa del mismo sueño. Ese en donde pierdo a Katya.
Tomo un vaso de agua y a pesar de que no tenga camiseta puesta, estoy sudando como si pasase por los mil infiernos. De paso el aire acondicionado está encendido.
Recuerdo el sueño, y ya no puedo seguir así. No he dormido muy bien que digamos, de hecho, mis ciclos de sueños son menos de cuatro horas y luego me despierto con las pesadillas, impidiéndome conciliar el sueño de nuevo.
Y como siempre me pregunto ¿Qué ha de estar haciendo ella?
No sé, espero de verdad que sea feliz, que su vida sea próspera y que deje su pasado atrás, lo merece. Aunque me haya roto el corazón, la sigo amando y deseo lo mejor para ella. Estoy siendo un masoquista.
Y hoy fue la gota que derramó la copa.
Fui a un bar y había una mujer que se me insinuó. Dije que tenía que experimentar, probar otros labios, otra piel, mas no pude. No pude darle un beso, porque mi mente se bañó en el recuerdo de cuando hice mía a Katya.
Ya yo no sé qué hacer para olvidarla.
Tomo mi computador y comienzo a leer de nuevos descubrimientos científicos. Eso me mantiene la mente despejada y no me recuerda a ella. Es lo mejor.
Cuando es hora de empezar mi rutina, me cambio para ir a correr. Eso aligerará aún más mi mente.
Termino de correr cinco kilómetros y regreso para bañarme y vestirme para ir al hospital. Tengo dos cirugías hoy y una reunión con el jefe de Neurología. Pongo una cafetera y me tomo el café mientras veo las noticias, no hay nada interesante y decido irme al hospital terminado mi “desayuno” un café y unas galletas. En el hospital como.
Llego a la oficina y me doy una vuelta visitando a mis pacientes. Revise a mis gemelos y están mejor que nunca, sus padres están muy felices y para mí no hay mayor pago que eso.
Luego de que mi recorrido ya está hecho, me voy directo a la oficina de mi jefe. No quiero saber que encargo me hará, la última vez fue entrenar un residente. Aunque eso tiene mucho tiempo, no me gustó mucho la experiencia. Soy muy exigente y el chico pidió cambio de hospital por la presión que sentía. Cobarde. Si es eso lo que me pide, creo que me molestaré.
Toco la puerta y luego de un pase, paso. —Ryel, buenos días.
—Buenos días. Vine para que me hablara del favor.
Asiente. —Es un asunto que creo que no te agradará, pero creo que no hay más adecuado que tú.
Me preocupo, este discurso ya lo he escuchado.
— ¿Quieres que entrene a un residente? —Veo que arruga la cara, asintiendo. — ¿estás consciente de que no soy la mata de la paciencia? No quiero tener en mi consciencia que alguien renunció por mi culpa.
—Lo sé, Axel. Pero esa persona está recomendada por dos colegas míos. De hecho hace años se formó en este hospital. Vamos, amigo mío. ¿Dónde queda la bondad? Además es una chica, saca ese lado noble que tienes.
¿Qué bondad ni que nada? ¿Nobleza? Nobleza mi abuela.
Otra tarea más. Aunque a lo mejor me abre la mente y hace que me decida por la educación. —Está bien, Robert. Pero espero que le adviertas que no me ando con jueguitos. Sabes cómo trabajo, veinticuatro, siete. Que a la hora que estoy aquí, debe estarlo, no me interesa su vida, y que no apele a mi buena voluntad. Estoy haciendo esto como un favor, pero más nada. Díselo por favor, para ahorrarme el momento de “emoción”
Suelto todo y la cara de Robert me inquieta. —Mejor díselo en persona, está detrás de ti.
Me giro y veo que la puerta se acaba de abrir, mostrándome a alguien que nunca pensé estuviera aquí.
Katya
Sabía que la vería de nuevo en casa de Amelia, aunque no quita que me sorprenda.
El aire sale de mis pulmones, no puedo creerla ver aquí al frente de mí. Su cara está sonrojada por el reconocimiento. Su cabello negro está recogido en una coleta, pero noto que tiene reflejos color dorado. También me percato que su cara está más fresca y ha tomado peso, su cuerpo está hermoso. Ahora usa lentes de pasta negra dando un cambio total a su rostro. Está preciosa.