Jamás pensé en el Amor

Capítulo 1

Narra: Laira

Después de unas horas de viaje, llegamos a Argentina. Sí, Argentina. Estuve estudiando en el extranjero por unos años y ahora vuelvo a mi país natal.

Al estar dentro del aeropuerto, vi a lo lejos a mis padres, me esperaban con una gran sonrisa. Cuando voy hacia ellos, de la nada choqué con alguien destruyendo mi felicidad... o eso creí.

—¡Hey! Ten más cuidado —le dije enojada.

—¿Perdón? Vos tendrías que tener más cuidado y fijarte por dónde vas —contestó también enojado.

En ese momento nos vimos y quedamos sorprendidos (bueno al menos yo, no se él, pero su rostro dice confusión que otra cosa) teníamos un tanto de parecido, en especial las cejas gruesas y pestañas bien largas.
Se sintió que el tiempo se detuvo, sólo en ese instante existía él y yo.

Raro...

Justo llegan mis padres y se ponen adelante mío bloqueando mi visión de ese chico. Me ayudaron con las cosas al igual que a Blanca, me alejé de él, pero pensando: ¿no lo abré visto antes? A lo mejor me esté confundiendo.

—¿Cómo estás hija? Tanto tiempo —mi madre me da un abrazo, de esos abrazos fuertes que te dejan sin aire.

Ella siempre ha sido así. Le cuesta dejar a alguien que quiere mucho. Siempre ha tenido ese amor profundo: el amor materno.

—Bien, estoy... bien... sí contenta... de verlos...

—Cómo te extrañé hija espero que no nos volvamos a separar —miro a mi padre un momento pero desvío la mirada nuevamente.

Aunque mi padre no exprese mucho su cariño, sé que en el fondo de él está ese lado amoroso: su amor paternal.

—Ahh si... yo igual... —trato de poder volver a ver al chico pero cuando me alejo ya no estaba.

—¿Hija estás bien? —me habla mi madre volviendo llamar mi atención. 

—Si si, sólo que... nada no es importante. Me alegra también de poder volver a verlos —le sonrío algo forzada.

De vez en cuando miraba para atrás pero ya no se veían rastros de él. 

Nos fuimos todos del aeropuerto. Blanca iría a su casa, pero quedó en que nos veríamos en una hora en la plaza cerca de donde vivo. 

Mis padres y yo fuimos a casa para arreglar todo allá. Al llegar, no lo podía creer, todos mis recuerdos de niña volvieron, mis padres se acercaron y me abrazaron.

—Oh nuestra niña hermosa —quitaba las lágrimas que caían, que para mi gran suerte no paraba de llorar—. No te pongas así, ya está, estás aquí en casa, de vuelta y nada ni nadie nos va a separar —la voz de mi padre se escuchaba con un deje de rencor.

¿Por qué?

Es un sentimiento fuerte cuando amas mucho a las personas que más quieres y por un largo tiempo no los has podido ver o abrazar. Un vacío se instala en ti y es muy difícil reemplazarlo porque a lo mejor sí se pueda, pero no será la misma intensidad.  

Después de un rato dejé todo en mi habitación, me bañé y me cambié por algo un poco sencillo, una camisa morada y jeans negros con unas botas cortas; para luego dirigirme hacia donde me encontraría con mi amiga. 

Cuando iba bajando las escaleras, escuché hablar a mis padres.

—...si, tienes razón, ahora que lo recuerdo bien si es él.

¿Ese es papá?

—¿Pero qué hace aquí? Hace mucho nos lo encontramos y le advertimos, pero lo malo es que ella lo vió.

Y ella mi madre.

—No creo que lo recuerde, ha pasado mucho tiempo.

—Pero... estaba en el aeropuerto, y me parece que se iba de viaje... ¿De verdad habrá accedido a nuestra advertencia? o ¿qué? 

—No lo sé, pero no nos adelantemos ¿sí? No pasará nada, a parte ella no se acuerda y ni siquiera lo que en realidad...

Parada a mitad de camino escuchaba a mis padres hablar. Pero no entendía lo que decían. ¿Advertencia? ¿Viaje? ¿Recuerdos? ¿Él? ¿Quién? 

Preguntas pasaban por mi cabeza pero no me percaté de que ellos me estaban mirando...

¡Huy me descubrieron! 

—Laira, hija ¿qué haces ahí?—se escuchaba preocupada mi madre.

No sabía que responderle, mis palabras quedaron atascadas en mi garganta. Cuando reaccioné no se me ocurrió nada más ni nada menos que mentirles. 

—No... yo... ya me iba... los veo en la noche —digo sin mirarlos porque sino sería muy obvia.

—No llegues tan tarde —se escuchaba más relajado mi padre.

Bien. Al parecer se lo creyó. 

—Si, nos vemos —la salida parecía estar más lejos, me sentía atrapada, y al fin pude salir después de lo que me pareció una eternidad. 

¿Qué pasó allá adentro? Eso sí sonó bastante raro...



A los minutos llegué a la plaza.

—Por fin llegas, hace 30 minutos que te estoy esperando —me reprocha a penas me ve.

—Perdón sólo tuve un problemita y... bueno ya pasó.

—¿Bueno? ¿Pero todo está bien?, ¿te puedo ayudar en algo? —su expresión cambió en un momento. 

—Si todo está bien, no te preocupes.

Aunque siga recordando el momento. 

—Bueno, cualquier cosa contá conmigo —sonríe de lado.

Le sonrío tímida, y agradezco por su apoyo. Sé que puedo contar con ella.

—Muchas gracias, amiga.

—Bueno... ¿lista? ¡yo si lo estoy! —dijo emocionada.

Que cambios de humor.

Esperen. Alto el auto... ¿dijo lista?

—¿Lista?, ¿lista para qué? —pregunté confundida.

—rodó los ojos y me miró con cansancio—. ¿A caso no te dije que te ayudaría a buscar trabajo?

¿Y?

—¡Ah sí! Si.

—Bueno nos vamos ya —dijo aplaudiendo.

Me agarró del brazo y nos fuimos rápido al centro. Pasamos toda la mañana y no pudimos encontrar nada, conseguir trabajo es lo más difícil. Pero lo que le repetí a Blanca es que no se consigue de un segundo a otro... esto tarda.
Las dos estuvimos buscando y buscando alguna empresa en donde yo pudiera trabajar... pero cada vez se hacía más complicado. Todos con cupos llenos. 

—No te preocupes Laira encontraremos algo, no pierdas las esperanzas, algo se nos ocurrirá.

—Ajá, si vos lo dices —dije sin muchos ánimos y cansada de tanto caminar.

Sí. Soy consciente que no recibiré de inmediato un puesto de trabajo, esto no es fácil.

Estábamos en silencio, hasta que un momento Blanca pegó un salto y gritó "LO TENGO"
¿Esta mujer quiere que me dé un ataque o qué?

—¡¿Qué te pasa mujer!? ¡No grites así!

—Lo siento... —lo dice sonrojada y agitada—. Es que... es que tengo una idea maravillosa que te encantará. Acompañame y vas a ver.

Después de caminar unas cuadras más, paramos en la esquina. Miré hacia arriba y vi un edificio muy alto. La fachada era un poco apagado pero se podía ver a leguas que transmitía poder y respeto.

—Blanca ¿qué hacemos aquí? ¿Qué vas a hacer? ¿Qué es este lugar?

Ya me agarró el ataque de preguntas.

Ella me abrazó, me sonrió y me dijo: —Tranquila, no te llenes de preguntas, confía en mí y verás.

Luego me tranquilicé y la acompañé.

Entramos al lugar, miré cómo era todo, tan limpio y ordenado. En la entrada, después de las puertas, hay una alfombra de color azul marino que ocupaba todo el lugar, las paredes son un gris claro que hace que resalte mucho y algunos cuadros y jarrones con flores, un estilo muy elegante y serio en mi opinión, algo agradable. Las personas de ahí eran muy educadas (en eso no tengo problema) también son CALLADAS Y MUY SERIAS (en eso SÍ TENGO PROBLEMAS).

Soy lo contrario de estar seria y callada, un pequeño gran defecto desde chica.

Llegamos al último piso, estuvimos frente de unas puertas, al lado de esta había una fila de tres personas. En ese momento Blanca me habló con un tono muy bajo que casi ni la entendía. 

—Laira, lo que tienes que hacer es lo siguiente, tienes que responder con coherencia todo lo que te preguntarán allá adentro —señalando a la oficina—, que porqué esto y porqué lo otro. Tengo fe en tí amiga, lo vas a lograr. Yo iré abajo a presentar tu currículum, así te pueden llamar, ya vuelvo.

Claro, como si fuera tan fácil. 

Después de 10 minutos, me llamó una chica que pasara, miré hacia atrás pero no veía a Blanca. 

Entré y tomé asiento, tenía que esperar porque el jefe había salido. 

Ahora, ¿en qué momento salió?
¿Tan distraída estoy?

En frente mío habían muebles, muchos muchos muebles, me llamó la atención porque de un lado estaba los libros y de otros carpetas con una gran cantidad de papeles. Al observar tanto no me di cuenta de que ya había entrado el jefe y me estaba hablando, cuando miré, era una chica con unos pocos años más grande que yo. Alta, cabello marrón y ojos verdes, muy elegante, estaba vestida con un pantalón de vestir de seda negra y una camisa verde agua, sus zapatos de tacón del mismo color. (Creo que me equivoqué sería jefa)... me miró y volvió hablar:

—Hola, buenas tardes señorita, mi nombre es Sara Moore, y soy la jefa de esta empresa. Me gustaría saber quién es usted por favor.

—Hola, buenas tardes, mi nombre es Laira Stone y...

—¿Por qué está aquí señorita? —me interrumpe abrupta preguntándome seria.

—Porque quisiera trabajar en su empresa... —bien, espero no fallar en mi mentira—. Mire, acabo de recibirme hace poco y tengo muchas ganas de trabajar aquí... —mordí un poco mi labio para calmar mi nerviosismo—, me esforcé  mucho para poder entrar a trabajar aquí en esta "Maravillosa empresa".

Aunque la verdad no tenía ni idea de que era la empresa, sólo seguí a Blanca. Ahora... ¿qué es lo que estoy diciendo? Ya que, espero conseguir el trabajo nada más.

—Bueno... ehh... es una buena respuesta para empezar... —sólo quería convencer—. Le daré un cuestionario en donde tiene que contestar todo lo que dice, le doy 15 minutos. 

—Sí, no hay problema. 

Terminé antes de lo esperado. Luego de 7 minutos, dejé la hoja sobre su escritorio, me levanté y caminé lista para salir, pero cuando iba a abrir la puerta me llamó:

—Espere señorita. Estoy impresionada de cómo contestó todo el cuestionario —me miraba sorprendida. ¿Tan rápido leyó?—. Hace un momento me llegó su currículum y me dejó más impresionada aún. Quiero felicitarla. Señorita, tiene el trabajo —me extendió la mano y la acepté estrechándola.

Yo no puedo creer lo que acaba de decir.

Tiene el trabajo...

Le agradecí y me retiré.
Afuera estaba Blanca nerviosa hablando sola, cuando la llamé la abracé y le dije que ya tenía el trabajo.

Pregunté a qué hora tenía que empezar y aprovechando que tenía tiempo aún, me quedé mirando el lugar ya que a partir del día siguiente estaría trabajando aquí. 

Blanca se tenía que ir, así que tuve que "explorar" el lugar por mi cuenta. 
Al ver todo y a todos los que estaban trabajando, me emocioné tanto que ya quería empezar.
En ese momento no vi por dónde iba y me caí de rodillas, cuando reaccioné, vi muchísimos papeles tirados y había un joven levantando todo, lo ayudé, después le pedí disculpa, me estaba yendo y él justo me habló.

—Hey, no tienes que ser tan distraída, ten más cuidado para la próxima por favor.

Me sentí como una niña que la regañan por hacer alguna travesura, y lo único que le queda es pedir perdón.

—Perdón no quise hacer eso, no me di cuenta y... bueno... —no puedo evitar que mi voz suene algo entrecortada.

—Está bien, ya pasó igual —hizo silencio mirándome—. ¿Eres nueva verdad?, porque no te he visto antes.

—Si acabo de ingresar, en realidad mañana empiezo a trabajar.

—Bienvenida entonces, alguien más que entra a la familia.

En ese momento me sentí muy bien y desde que dijo eso ya me sentía como si desde siempre he estado aquí.

—¿Cómo te llamas? —pregunta algo interesado.

—Me llamo Laira, ¿vos?

—Carlos, un gusto conocerte. Disculpame me tengo que ir, nos vemos mañana —da media vuelta y se va.

—Un gusto para mí 
también, hasta mañana. 

Luego de todo lo que pasó, me fui alegre y nerviosa a mi casa. Tenía una gran noticia que contarles a mis padres.
Al llegar, no había nadie, cené sola y después fui a mi habitación. Cuando me acosté traté de dormir pero aún no lo podía creer. ¡Un sueño hecho realidad!

—Ahora todo cambiará... supongo... ¿cambiaré en algo? ¿mi vida cambiará? o ¿todo será igual? Son muchas preguntas, a partir de mañana las podré responder... —y al rato el sueño me venció.



Padres de Laira

Aprovechan que Laira se fue, para poder ir a verlo. Cuando llegan, los esperaba en la puerta con una gran sonrisa de satisfacción.

—Hola, adelante, pasen.

—Así que no te fuiste, ¿qué acaso no escuchaste nuestra advertencia? —él nos mira burlón.

—Claro que escuché, sólo que por casualidad la vi y me decidí a no irme, si ella está aquí puedo aprovechar ¿no? —sonrió más.

—¡No te acerques a ella! —contraatacó la madre de Laira.

—¿No? —dice con burla, pero su expresión cambia por una seria y alterada, los mira de golpe—. Tengo derecho, el trato se terminó. Debo recuperar lo que es mío.

—No nos interesa, sólo no te acerques a ella —dice él con tono de voz amenazante.

—¡Ajá! claro, ya veremos quién ríe último. Porque quien ríe último, ríe mejor. 

No supimos que decirle así que nos fuimos de ahí. 

—No puedo creerlo, ¿que tal si pasa algo y le cree? —sus ojos se llenan de lágrimas.

—No pasará nada, no lo voy a permitir, no si antes le decimos nosotros primero —toma su mano tratando de apoyarla. 

—¿Qué? Pero si dijiste que jamás hablarías de eso.

—Es eso o que ella se vaya y no nos hable más. ¿Quieres eso?

¿Perderla de nuevo? ¡No!

—Está bien —dice frustrada. 

Cuando llegan a casa, esta estaba en un gran silencio, al subir pasan por la habitación de Laira y ven que estaba durmiendo.
Está tan grande desde que la vieron por primera vez a los 8 años, se veía una niña dulce, tierna y tranquila.

El tiempo pasa... y rápido. 

—No quiero perderla, no dejes que él gane, por más que se haya terminado el trato, no quiero que se aleje de nosotros.

Él ve como su mujer llora, y la abraza, tratando de tranquilizarla.

—Vamos a descansar, el tiempo dirá todo, no te preocupes.

Para ellos el tiempo definiría su vida... sobre todo, el de ella, Laira.



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En el texto hay: amor, odio, dolor

Editado: 27.02.2020

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