Padres de Laira:
—¿Qué has hecho? Supuestamente no dejarías que se vaya, no ibas a dejar que él ganara. Ahora lo has demostrado. ¿No has visto su sonrisa triunfante? —cerró la puerta fuerte una vez que ella salió, y siguió a su esposo a la sala.
—Hice lo que tenía que hacer.
—La dejaste ir. Ajá. ¿Y nosotros qué ganamos? No, mejor ¿qué ganas con lo que hiciste?
—Era necesario y listo. Sí ganamos en algo.
—¿En qué? —entrecierra los ojos mirándolo acusador.
—En que él ya no será una molestia —dice algo obvio.
—Claro sí, hecharla de la casa, encontraste la mejor solución. No ves que se ha ido con él, ¿que vamos a decirle cuando venga a reclamar algo Laira? —su respiración se agita negando varias veces.
—Te recuerdo que ella...
—¡Si, lo sé. Pero fue lo único que me ayudó a salir adelante! —estaba a punto de llorar.
No quería verla en ese estado otra vez.
—¡Ya basta!, no te voy a escuchar. Debes de una vez superar eso —la señala mirándola furioso.
—No sabes bien entonces que es sentir ese vacío de madre. Que te den esa noticia horrible y fue por algo que tanto has esperado —no aguantó y sus lágrimas cayeron.
Empezó a reflexionar lo que hizo. Pero lo único que le decía su consciencia era la verdad, ella no era su hija, así que tenía que dejarla ir...
Narra Laira:
Me fui. Soy libre de ellos después de tantos años.
Pero lo que me dolió de ellos es que al salir me dieron la espalda.
—¿A dónde irás?
Buena pregunta.
—No lo sé, no tengo a dónde ir...
Y es cierto, apenas tengo un trabajo. No tengo como vivir bien todavía.
—Te quedarás conmigo, en mi casa —lo miro de golpe.
—Chiste.
—Lo estoy diciendo enserio.
—No, no quiero molestar.
—Te quedarás conmigo y punto.
—¿No tengo otra opción? —sacude la cabeza negando.
—Está bien, gracias —me dedica una gran y sincera sonrisa.
—Es todo un placer para mí... —agarra mi mano y le sonrío también.
Después de unos minutos llegamos a la casa de Felipe. No era tan lejos así que fue rápido el camino.
La casa es muy bonita y grande, un blanco suave que le da un toque moderno y sofisticado. Tiene un mini jardín de distintas flores que estaban secas, algunas plantas marchitas. Esto me da a entender que no cuida bien este lugar.
Una vez que entramos, pude observar bien como es por dentro. Las paredes de un color beige, el piso de madera, algunos cuadros —de los que mucho no les presté atención— la verdad que es muy bonita la casa y grande. Felipe me dirige al segundo piso y la primer puerta a la derecha, me indica que entre, me parecía raro porque se veía que no la habían usado hace mucho tiempo, pero se mantenía limpia, pero fue otra cosa por la que tampoco le di importancia.
Dejé las valijas debajo de la cama y sólo me quedaba ordenar.
—De verdad te vuelvo a repetir, gracias. Muy pronto me encontraré un departamento y dejaré de ser una molestia —le dije un poco apenada.
—Ya te dije que a mí no me molestas y si quieres irte, está bien lo entenderé, y de nada. Bueno te dejo para que puedas dormir, es muy tarde así que descansa.
—Bien, descansa.
Una vez que se fue Felipe, no tardó en llegar mi hermosa consciencia a regañarme o a felicitarme, ni yo me entendía.
Laira, ¿qué acaba de pasar?
—Intento comprender lo que pasó y ahora mis dudas son más grandes aún, ¿cómo es que mis padres conocían a Felipe? ¿será por el cual, que estaban hablando de el esa vez que los escuché?
Esperemos que estemos hablando de la misma persona.
<Si es él>
<Hace mucho nos lo encontramos y le advertimos, pero lo malo es que ella lo vió>
<No creo que lo recuerde ,ha pasado mucho tiempo>
<Estaba en el aeropuerto, y me parece que se iba de viaje... ¿De verdad habrá accedido a nuestra advertencia?>
<No lo sé, no pasará nada, a parte ella no se acuerda y ni siquiera lo que enrealidad...>
A ver a ver, no sé si darte la razón o ganaré yo...
—Estoy pensando en lo mismo.... me parece que...
Unos ruidos se escuchaban en la puerta.
—¿Está todo bien?
Ahora si que no sabía que hacer de seguro que me escuchó hablar sola, debe pensar que estoy loca... aunque en parte es cierto, yo hablando con mi consciencia, que ironía ¿no?
Fui a abrir la puerta y ahí estaba, su mirada de preocupación, hacía que mi rostro se pusiera rojo de vergüenza.
—Sí, si estoy bien... sólo... sólo que no... puedo dormir nada más.
En parte es cierto, con todo lo sucedido hace que me duela la cabeza de tanto pensar en los hechos y el sueño se me fue.
—Te entiendo yo tampoco —lo dice algo agobiado pero ansioso como hace rato.
Me miró un rato en silencio y me ofreció la mano. No tardé en tomarla y que el me dirigiera hacia la sala.
—¿Quieres hablar? Te veo más tranquila ahora.
—Sí. La verdad... —nos sentamos en el mismo sillón, y suspiro antes de comenzar hablar—. Te pido disculpas por la actitud de mis padres no sé qué pasó, es lo que me repito una y otra vez. Sé que sonará mal pero... por fin tengo libertad —sonrío al recordar—, por fin puedo empezar hacer yo misma. Esto me ha dado la oportunidad de tener un nuevo comienzo.
—¿Por qué libertad? ¿Qué es lo que estuvo pasando contigo y tus padres?
Me quedé sin palabras. Está bien, entré en confianza con él pero a veces hay que poner un freno, no para frenarlo de golpe si no, para que vaya más despacio.
—Perdón pero yo... no puedo... —me remuevo un poco.
—Está bien no te preocupes, igual ya pasó. Cambiando de tema, no hemos cenado así que vamos por algo.
—¿A esta hora? —miro el reloj que pende de la pared del lado derecho, arriba de algunos adornos—. Son las 02:52am