Jamas volvere a cuidarte

Jamas volvere a cuidarte

Mi corazón late tan fuerte que estoy segura de que puede escucharme, aparecerá de un momento a otro. La puerta está cerrada, pero sé que no hay candado capaz de contener su furia. Brinco inconsciente mientras cubro mi boca sofocando un grito, cuando el horrible jarrón de la abuela se rompe en mil pedazos en la sala ¿Qué otra cosa podría ocasionar tal escandalo? La oscuridad es absoluta, pero sé que está ahí, buscándome, donde mi aguda vista no alcanza, puedo sentirlo. Cierro los ojos con fuerza, con la esperanza de que, al no verla pase de largo sin reparar en mi presencia, me hago un ovillo deseando con todas mis fuerzas desaparecer.

Entonces lo escucho, ese solitario grito que desgarra el silencio un piso abajo. En la cocina, estoy segura. Mis agarrotados músculos protestan con la esperanza de que rectifique y regrese a la seguridad de mi escondite, pero no puedo quedarme aquí. Gateo apresurada a la puerta donde mis temblorosos y frágiles dedos luchan contra la complicada cerradura mermando mis oportunidades de escapar, de buscar ayuda para detenerla, de encontrar la manera de rescatarlo y salir de aquí juntos.

Bajo las escaleras ignorando las agujas que atraviesan mis piernas, he recorrido este camino tantas veces que sé que escalones debo evitar, lo último que quiero es que un rechinido indiscreto me delate.

Entonces lo veo. Bajo el tenue rayo de luna, rodeado de ese líquido oscuro que mi mente se niega a reconocer como sangre. Es tarde, lo sé, ajena a la voz en mi cabeza que me dicta que corra, que salga de aquí ahora que puedo, avanzo hacia él hasta arrodillarme a su lado.

- Vete – susurra mi hermano mayor. Niego incapaz de articular palabras ¿Por qué él? Prometiste que nos iríamos juntos dicen mis ojos – te veré afuera, vete ya – agrega con urgencia incorporándose.

Todo pasa en cámara lenta y al mismo tiempo soy incapaz de hacer algo más que gritar con todas mis fuerzas. No necesito voltear para saber que me ha atrapado el monstruo, tampoco necesito un espejo para saber que el horror en sus ojos es un reflejo de los míos. Escucho como se troza uno a uno mi rizado cabello mientras me arrastra por el suelo.

Juan se lanza sobre mi dejándome sin aire, habla y habla, pero no logro escucharlo, solo ese silbido que amenaza con sonar por siempre en mi cabeza hasta hacerla estallar. Me jala levantándome, intenta sacarme, pero el camisón mojado se enreda entre mis piernas haciéndome caer.

Chillo cuando sus garras se clavan en mis piernas desnudas, más por saber que me ha atrapado de nuevo que por dolor. Algo cruje dentro de mí, pero soy incapaz de definir qué se ha roto. Jalan y jalan, ninguno está dispuesto a ceder, hasta que mis manos sudadas estropean todo. Desesperada intento tomar de nuevo a mi hermano, pero es tarde, sus dedos se alejan a una velocidad increíble. Busco algo a lo que aferrarme. Arrastro la mesa un par de metros hasta chocar en el marco de la puerta. El vestido se enrosca alrededor de mi cuerpo, envolviéndome en un capullo pintado de azufre y carmín. Me cabeza rebota sin control escalón tras escalón.

Me tomo del barandal y ella grita con furia haciéndome temblar. Su lengua viscosa sube por mis piernas llenándome de asco y repulsión, justo cuando mis brazos no pueden más, me suelta aullando de dolor. Bolas de fuego vuelan sobre mi cabeza dando de golpe en la criatura. Me arrastro escaleras arriba, mi pierna se ha vuelto un pesado lastre que por más que intento, no responde a mis órdenes.

- Jamás volveré a cuidarte – me tiende la mano y lo que pretende ser una broma de mal gusto, se vuelve sentencia cuando el bulto humeante lo decapita como si su cuello fuera solo un palillo de dientes

Pienso en mamá ¿qué encontrara al volver a casa? En Mariana, seguro se enojará al ver el desorden que hice en su habitación para esconderme ¿y papá? Jamás creerá que el monstruo salió por mí…

Cansada de jugar, se abalanza sobre mí. Me quedo petrificada al verla, una hilera de dietes podridos me sonríe lasciva, mientras la baba escurre anticipándose al festín. Me arrastra dejando un reguero de sangre a mi paso, un camino a la muerte…

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.