Jared Arévalo: El Inicio [saga Arévalo #7]

Capítulo 3

Jared
 

—Batles no me puedo creer que estés temblando de miedo — el aludido no respondió, se centró en seguir mirando hacia todos lados como si algo se iba a tirársele encima y devorarlo.

—Milord no es miedo, solo me aseguro que usted este bien— enarque una ceja porque él y yo sabíamos que tenía miedo.

La música llego hacia donde estábamos, me puse de pie y Batles no dejaba de mirarme con los ojos abiertos.

—Dobla la manta y ponla en la albarda de Tormento, iremos a echar un vistazo

—Deberíamos quedarnos, no sabemos que nos encontraremos —puse los ojos en blanco.

—Batles no sé si te has dado cuenta pero es una orden —con mucha pena Batles se puso de pie y procedió a doblar las sabanas donde habíamos estado acostados, tome las riendas de Tormento y empecé a avanzar en nuestras tierras que estaba siendo invadida por los gitanos.

El resplandor de la hoguera se hizo visible a nuestros ojos, estaban en el claro del bosque, me acerque y decidí soltar a Tormento, el conocía el camino a casa. No deseaba que algo le pasara a mi preciado caballo.

—Toma lo que necesitaremos esta noche, enviare a Tormento a casa, esconde debajo de un árbol frondoso lo que ocuparemos  —Batles me miro-

—Si gusta milord, puedo llevar a Tormento a la casa —sonreí y negué al mismo tiempo, me divertía lo miedoso que era Batles ante lo desconocido.

Me fui acercando al grupo que estaba tocando muy feliz, varias jóvenes gitanas vestidas con ropa vistosa y muy colorida, danzaban. La mayoría llevaba el ritmo de la música palmeando sus manos, inconscientemente buscaba en esos rostros felices el de Jimena.

Me senté alrededor de la fogata, todos estaban alegres que no notaron que yo no era uno de ellos, si le di un codazo a Batles que temblaba más que una hoja.

—Cálmate y compórtate—él agacho la cabeza y lo escuche respirar profundo.

Así fueron pasando las horas y la alegría de esa fiesta me estaba contagiando, hasta Batles aplaudía animadamente, enarque una ceja al verlo muy entusiasmado con una joven gitana.

—¿Sigues con miedo Batles? —me dirigió una mirada extrañada, había olvidado que hace unas horas atrás estaba muerto de miedo.

—Me encanta esta música, si pudiera bailar y no tropezar ahí estaría bailando —sonreí

—No te conozco — rápidamente gire mi rostro ante aquella señora que se había dirigido a mí.

No sabía que decirle, creo que todos los gitanos no tenían nombre comunes, suspire, no se veía peligrosa la señora.

—Tonta de mí, no me he presentado mi nombre es Tshilaba — lo sabía no tenían nombres comunes, no podría sacarme un nombre extraño de debajo de la manga.

—Yo soy... 

—¿Jared?— levante el rostro y me encontré con Jimena, estaba vestida igual que las jóvenes con su falda larga, de un color vistoso y su blusa escotada, era preciosa.

—Jimena — la señora me observo de la cabeza a los pies con una mirada de que algo sabía.

— Si, ella es mi nieta Jimena Bogdan, tienes un color de ojos no muy común, grises. Hablan de mucha sabiduría —sonreí porque eso era lo que menos tenia, si mi padre escuchara a Tshilaba la tacharía como loca —Muéstrame tu mano Jared.

Me quede paralizado viendo aquellos ojos oscuros observarme y esperando que le tendiera mi mano.

—Tshilaba, déjalo. No a todo mundo le gusta que le lean su futuro.

—Bien, por hoy no leeré tu mano pero lo hare Jared Arévalo — se puso de pie y yo fruncí el ceño, no recordaba haberle dicho mi apellido— Jimena iré a descansar puedes quedarte para charlar con Jared, no regreses muy tarde por favor— iba a emprender su camino pero se detuvo y le dedico una mirada a su nieta, ambas conversaban con la mirada.

—Buenas noches Tshilaba —el hombre joven que se acercó no dejaba de ver a Jimena —Querida no nos has deleitado con tu danza_ se dirigió a Jimena.

—Buenas noches Gyula, mi nieta esta indispuesta este día para bailar, además tenemos visita 

—¿Quién es el extraño?— iba a responder pero Tshilaba se adelantó.

—Es del clan de Cappi — Tshilaba le sostuvo la mirada dando a entender que no mentía, aunque no entendía por que mentía, yo era el hijo del dueño de esas tierras.

—Tshilaba, no sabía que tenías relación con la familia de tu difunto esposo Cappi.

—Estoy viuda no muerta, claro que me relaciono con el clan de Cappi, él era mi amado esposo y su familia es mi familia — el tal Gyula me dirigió una mirada dura y supe que yo no era de su agrado.

—Bien, deseo que nos reunamos para hablar de mi compromiso con Jimena.

—Te dije Gyula que aunque fueras el líder de nuestro clan, esperarías que me dicen las cartas.

—Llevas mucho tiempo esperando una respuesta Tshilaba, si tus cartas no te dicen nada, consultare a mi familia para que me indiquen.

—Consulta a tu familia pero daré a mi nieta en matrimonio hasta que mis cartas me lo digan— se dio la vuelta y se alejó dignamente hacia su carreta.

—Espero no te acostumbres a este campamento, este es mi clan, aquí son mis reglas y tú no eres bienvenido —me puse de pie y ambos éramos de la misma estatura.

—Puede que sea tu clan, pero Tshilaba o Jimena no te pertenecen. Tampoco las tierras donde están.

Gyula se me acerco amenazante pero un grupo de ancianos lo llamaron urgentemente por un herido, me dirigió una mirada de odio y luego se marcho.

—Lamento la actitud de Gyula, suele ser un hombre tranquilo-

— ¿Es tu novio?— Jimena negó.

—Aún no, él ha pedido mi mano en casamiento pero mi abuela está esperando una señal.

Asentí y desvié mi mirada a la fogata, sobre nosotros pendía un matrimonio arreglado, solo que la abuela de Jimena era una mujer que no se dejaba impresionar por el poder del líder de este clan de gitanos.

 




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