Jared
—¿Tu visita fue beneficiosa?— mi padre había estado esperando mi regreso.
—Pude observarlos, aun no sé cómo debo sacarlos
—Eres un inútil Jared, una simple tarea y todavía te pagaré y no los has echado de mi propiedad.
La furia embargo mi cuerpo.
—¿Si es fácil echarlos por que no lo haces tú? —Mi padre se acerco molesto y dio un golpe en mi rostro.
—Me debes respeto Jared, a mi no me hablas como quieras, soy tu padre.
—Si quieres mi respeto ¡gánatelo!
—Jared —retrocedí al escuchar hablar a mi hermano— Tranquilízate, mejor ve a darte un baño.
Asentí, mire a Harry, en su mirada había desaprobación por mi comportamiento, pero me sonrió por que el sabía que no podía controlarme ante la amargura de mi padre.
—Esta noche iremos donde Lady Brianna — apreté los puños, iba a replicar pero Harry me hizo señas que callara, el era mi hermano mayor, lo amaba con toda mi alma.
—Cómo tu digas padre — subí las escaleras molesto.
Jimena
—Prepara té Jimena — suspiré y empecé a cortar en trocitos los pedazos de manzanas, bananas, peras y duraznos para hervirlos dentro de la tetera —En unos días no podrás hacerlo, tu periodo llegará y no podrás tocar ningún alimento.
— Si Tshilaba, he estado pensando, mi edad para casarme está pasando ya cumpliré 19 años — levanté la cabeza y me encontré con aquella mirada dura.
—¿Crees que no se contar?, tu tiempo ya llegara Jimena.
—¿Cuando Tshilaba? no deseo quedarme soltera.
Mi abuela se puso de pie y me observó por un instante
— ¿De qué te quejas Jimena? conmigo eres tratada como alguien valioso, no como alguien secundario, sabes que eso serás una vez te cases, alguien que solo será la que maneje el hogar, cuide a los hijos y haga todo lo que su esposo ordene sin protestar.
—Tú eras feliz con el abuelo.
—Por eso quiero que tú lo seas también, con Gyula no serás feliz.
Deje de ver la tetera y miré a mi abuela.
—¿Las cartas te han hablado verdad?
Tshilaba solo sonrió
—Saca las tazas que en un momento tendremos visita — negué
—No puedes tratar de unirme a alguien que no es de nuestra cultura Tshilaba, no es parte de nuestras leyes.
—Yo decido sobre tu vida y lo sabes, no discutas que en un futuro me agradecerás Jimena, y no olvides que las canas se respetan. Ahora obedece y busca las tazas.
No discutí mas, Jared era un hombre guapo pero no era un gitano, cuando regresé miro a mi abuela que estaba sentada viendo el atardecer.
—Ni siquiera sabe cuánto es el precio de la novia.
Tshilaba pasó su mano por su pelo canoso.
—¿Estás enamorada de Gyula?
— No abuela, solo no quiero ilusionarme con algo que no pasara.
—Tranquila Jimena que el destino está escrito, tú solo sirve el té.
Mire hacia el horizonte, venia Jared imponente en su caballo azabache con una estrella blanca en su frente, ambos parecían hechos el uno para el otro.
—Cierra la boca Jimena, aquí abundan las moscas — sentí que me sonrojaba al darme cuenta que mi abuela me había descubierto admirándolo.
— Tshilaba, no me avergüences-
Mi abuela solo empezó a abanicarse con aquel abanico muy elaborado que mi abuelo Cappi le había comprado en la India.
—Buenas tardes señora Tshilaba, Jimena —Jared desmontó y su sirviente igual, ambos caminaron hacia nuestra mesa que estaba ubicada debajo de un frondoso árbol, regalándonos frescor.
—Siéntate Jared y tu sirviente —sin que mi abuela me dijera algo, serví el té y se los entregue.
—Vine a disculparme por la manera en que me fui esta mañana — su rostro estaba avergonzado —Lo lamento Tshilaba.
—Tus disculpas son aceptadas Jared —lo mire probar el té y saborearlo.
—Delicioso —murmuro.
—Ese es nuestro té, sobre todo para nuestros invitados — él enarcó una ceja y continuo degustándolo —Mi querida Jimena lo preparó, desde la edad de 8 años, preparamos a nuestras niñas en los quehaceres de la casa, saben cocinar, limpiar, lavar.
Me sentía avergonzada era como estar en una subasta.
—Eh, eso es bueno, creo— Jared también estaba avergonzado —Tengo una curiosidad
—Dime —Tshilaba lo miraba atentamente.
—Me he encontrado con muchas jóvenes gitanas pero andan unos pañuelitos en la cabeza con monedas, veo a Jimena con muchas joyas pero no usa el pañuelito.
Tshilaba soltó una carcajada.
—Jimena usara su diklo una vez se casé —mi abuela fue tan obvia que sentí mi cara arder— ¿Te quedaras a cenar Jared?
—Lo lamento pero no podré hacerlo, esta noche iré con mi padre donde...— suspiró y quedo mirando su taza — Si vio mi futuro ¿me casaré con ella? — me incliné sobre la mesa al escuchar esa revelación, ¿estaba comprometido? y ¿así Tshilaba deseaba casarlo conmigo?
—Vi tu futuro querido Jared, cuídate de ella y no te preocupes que ella no será tu compañera de vida.
Sus ojos no se apartaron de la tasa.
—Usted me cae bien Tshilaba — se puso de pie y me miro por un momento —Espero tenga razón porque esta noche mi padre hará hasta lo imposible para comprometerme.
Tshilaba se levanto y se dirigió a una canasta donde manteníamos unos frascos con diferentes hierbas para venderlas en el mercadillo del pueblo.
—Pon un poco de esto en la taza del té de tu padre en cuanto llegues —Jared miro a mi abuela extrañado —Si deseas atrasar ese compromiso confía en mi Jared —él tomó el frasco y lo miro por un momento.
— ¿Lo matara? — Su voz denotaba terror.
—Por Dios muchacho soy gitana no asesina, solo le causara movimiento en los intestinos, te aseguro no saldrán esta noche.
Jared sonrió y por primera vez el se acerco a Tshilaba, inclinándose para darle un beso en la frente.
—Gracias —mi abuela le sonrió.
—Siempre serás bienvenido Jared Arévalo, en mi humilde carreta y mi mesa —el asintió y camino con aquella elegancia que lo caracterizaba hacia su caballo.