Jared Arévalo: El Inicio [saga Arévalo #7]

Capítulo 8

Tshilaba

Sonreí al ver a Jimena molesta, no quería aceptar que si le gustaba Jared. No era una gitana renegada simplemente había visto el futuro de Jimena y no era con Gyula.

—Buenas tardes Tshilaba— sonreí al ver llegar al hombre que estaba causando que mi nieta casi destruyera la carreta.

—Jared, siéntate — el desvío su mirada a Jimena y ella al verlo le hizo mala cara, Jared se sorprendió y me miró confundido.

—¿Pasa algo con Jimena? —me encogí de hombros, yo no era una mujer que se andaba por las ramas, con todos los años duros que habíamos vivido, había forjado mi carácter.

—Está molesta contigo, en el mercadillo pasaste tres veces frente a nuestra venta y nos ignoraste, Jimena cree que te avergüenza que tu mundo sepa que eres amigo de gitanos— exagere un poquito lo sabía.

— Tshilaba lo lamentó, no las vi, lady Brianna me tenia fuera de mi — abrí mi abanico y lo contemplé como siempre lo hacía, era algo tan insignificante para muchos pero para mi era un tesoro, era regalo de mi difunto esposo.

—¿Porque regresas a este campamento? Mejor dicho porque siempre vienes a nosotras.

El agachó la cabeza y se pasó la mano por su cabello largo pero bien recortado, mis bisnietos serían guapísimos.

—No puedo mentirle, usted es el único adulto con quien puedo conversar y no la engañare, al principio venía aquí para ver como echarlos de la propiedad de mi padre —enarque un ceja— Él me contrato por tres monedas de oro.

—Tan poco valemos Jared, sólo tres monedas de oro, mírame desde la cabeza a los pies, ando llena de joyas de oro y cada uno vale más que trea monedas —él estaba claramente apenado —El precio que paga el hombre por su novia gitana son veinticinco monedas de oro— esa información estaba de más, lo sé, pero él debería de saber cuanto tenía que reunir.

—Fue al principio Tshilaba, ahora vengo aquí por que es con la única persona que puedo conversar, mi padre y mi amado hermano viven en sus asuntos.—

—Me alegra saber que buscas la compañía nuestra, tu padre es un hombre lleno de prejuicios como todo el mundo, le temen a lo desconocido, a lo diferente pero en mi mundo las cosas son mejores Jared —miré hacia el horizonte ante aquellos árboles gigantes que nos proporcionaban protección —Por generaciones hemos sido discriminados, esclavizados,tratados como ladrones, herejes y somos un pueblo con principios, con honor.

—¿Honor?_ asentí.

—No tenemos cajas fuertes para guardar nuestras riquezas, así que todo lo convertimos en joyas, pero hay algo que el gitano siempre guarda en su mente y en su corazón y es su palabra de honor.

Jared me miró con mucho interés, ya ni le prestaba atención a todos los cacharros que Jimena estrellaba.

—Si un gitano te da su palabra de honor, la cumplirá por que ese es nuestro código, nuestra palabra vale más que el oro mismo, esa herencia la transmitimos de generación en generación, ¿ahora dime Jared en tu mundo así es? ¿si tu padre da su palabra es algo sagrado?

El me miró avergonzado.

_ No Tshilaba, que yo recuerde en mi familia no existe el honor.

—¿Piensas vivir así tú también?

—Tshilaba ¿Quién creería en mi palabra? El hijo segundo, el libertino, el hombre que no tiene nada que ofrecer.

—El hombre puede forjar su propio destino, no es fácil pero no imposible.

El suspiró y miró sus manos.

—Mi padre no cree en mi pero si mi hermano Harry, me ha gustado el código de honor de ustedes los gitanos — se puso de pie y sonreí porque había sembrado una semilla en tierra fértil, había entendido mi propósito en la vida de Jared, yo me había visto en su futuro.

Jimena

No descargues tu rabia con los cacharros— me giré molesta y me encontré con esos ojos grises — Lamento no haberte visto en el mercadillo.

Bufé molesta.

_ Aquí si nos hablas pero en tu mundo no existimos —Jared se acercó más a mi y yo retrocedi.

—No lo hago Jimena, lamento haberte dado la impresión equivocada —sentí su respiración cerca de mi mejilla. Jared estaba muy cerca, involuntariamente levanté mi mirada y miré esos labios hermosos y bien esculpidos. Sentí vergüenza al ver que él noto que mis ojos se habían posado en sus labios, se apartó y sentí decepción aunque no estaba permitido un beson pero por primera vez deseé romper una ley —Te doy mi palabra que mañana llegaré al mercadillo a tu venta a saludarlas.

—¿Tú palabra? —me emocioné al pensar que el tenía esos principios como los nuestros.

—Si, la palabra de Jared Arévalo — su voz por un momento dudó pero luego sonó firme, me sonrió y extendió su mano para tocar mi mejilla —Te demostraré que no me avergüenza ser amigo de gitanas.

_ ¿Y la sociedad?

Me sonrió y su mano descendió y su dedo tocó mis labios y los acarició.

—No me importa lo que dirán —mi cuerpo temblaba era la primera caricia que me daba un hombre — Eres una gitana con mal genio —miró alrededor donde había tirado todo —Pero también eres muy bonita — dicho eso, se giró y se marchó, mientras mi corazón latía a toda velocidad.





 




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