Jared
Entre en la carreta, había una lámpara de kerosene encendida cerca donde estaba Jimena dormida, su camisón blanco estaba enredado en sus piernas largas, quizás dormiría toda la noche y no había necesidad de llevarme su virginidad. Ella se movió y soltó un jadeo que me llegó hasta mi entrepierna, su jadeo fue de excitación. Pasé mi mano por mi cabello, ella seguía dormida, debería marcharme y así Jimena seguiría virgen para su esposo... me detuve ante ese pensamiento, la miré nuevamente y me di cuenta que me molestaba pensar que otro hombre la tocaría y se enterraria en su cuerpo.
—Jared... —levanté la mirada y ella me miraba sorprendida, quiso inclinarse pero me daba cuenta que su cuerpo estaba muy sensible, me miró con las mejillas rojas de vergüenza—Parezco un animal en celo —la vi llorar —No quiero sentir esto Jared — me acerqué y la miré de cerca.
—No te sientas mal, no es tu culpa— pasé mi mano por su cuello y descendi para besarlo, el cuerpo de Jimena estaba invadido de deseo que ella se aferraba a mi.
—Poseeme ya por favor, siento que muero, ese maldito escarabajo está haciendo de las suyas en mi cuerpo— me despoje rápidamente de la ropa, dude en quedarme desnudo, era virgen y no había visto un hombre desnudo pero mi duda quedó en el olvido cuando ella bajo mis calzones y sus ojos se quedaron observando mi miembro.
—Hazlo ya por favor.
La despoje de su camisón y estaba totalmente desnuda como cuando la conocí, empecé a besar su cuerpo y ella gemía, descendi hasta su intimidad y decidido abrí sus piernas para darle alivio, ella se sobresaltó al sentir mi boca ahí pero luego se fue relajando cuando empecé a darle lo que pedía con mi boca y mi lengua, su alivio llegó rápido. Se dejó caer en la cama y en su mirada estaba llena de pasión, sabía que el deseo volvería a encenderse así que me posicione entre sus piernas y lentamente fui empujando, cuando estuve dentro de ella, sentía su calor abrazar mi miembro, salí de ella y luego de un solo movimiento rompi lo que la diferenciaba de niña a mujer. Jimena jadeaba de placer y su cuerpo seguía mis movimientos, su segunda liberación fue más intensa que la anterior en mi boca.
Cuando me tocó a mi, sentí que había sido magnífico, me desplome en su cuerpo desnudo.
Ambos nos miramos a los ojos, la sentí moverse debajo de mi cuerpo y supé que aún estaba bajo los efectos de la cantárida. Sonreí por que me gustaba su pasión, no era una mujer que sólo se quedaba quieta esperando que el hombre hiciera todo el trabajo. Sus dedos acariciaron mi miembro, me moví para darle más libertad y me puse boca arriba, su mano se cerró alrededor de el y se inclinó, frunci el ceño y la miré.
—Haré lo mismo que tú Jared —iba a protestar pero ahora su boca había ocupado el lugar de su mano.
Jadeó de placer y me doy cuenta que está noche será memorable, Jimena era una buena alumna.
Al amanecer
Jimena acababa de dormirse, me daba cuenta que el efecto del veneno ya había pasado, ya estaba amaneciendo, me termine de vestir, la contemplé por un momento, salí de la carreta asegurándome que quedaba bien cerrada, la carreta de Tshilaba estaba cerrada me daba cuenta que debió pasar llorando toda la noche por lo que le había pasado a Jimena, me acerqué a mi caballo y monté, no deseaba que me vieran los del campamento, apresuré el paso y Tormenta me llevaba a la casa, no hacía nada para dirigirlo.
Entré por la cocina, a está hora ya estaba abierta, Batles estaba con una taza humeante de café al verme se levantó y me siguió.
—Milord ¿está bien? —cerrando la puerta de mi habitación — Tiene cara de no haber dormido toda la noche y ¿dónde pasó la noche?
Me desvesti.
—Anduve cabalgando en mi caballo, pensando como hacer para evitar la boda — jamás contaría lo que había pasado con Jimena— Dormiré, necesito hablar con Harry, investiga a que horas puede recibirme y me despiertas una hora antes para bañarme.
Batles asintió y cerró las cortinas de mi cama, cerré los ojos pero en mi mente estaba el rostro de aquella gitana apasionada... mi gitana porque Jimena era mía.